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Columna
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Democracias de riesgo

El radicalismo mediático contamina la discusión de políticas y su efectividad

Víctor Lapuente
Un hombre pasa frente a en un kiosco en San Sebastián.
Un hombre pasa frente a en un kiosco en San Sebastián.

El coronavirus refuerza unos sistemas políticos y debilita otros. Las democracias sanas están más consolidadas que nunca, pero las enfermas son grupo de riesgo. Algunas fallecen delante de nuestros ojos, dentro de la mismísima Unión Europea. Hungría ya no es técnicamente una democracia liberal, sino un régimen híbrido, con Viktor Orbán acumulando poderes propios de un dictador. Sin embargo, otras democracias, como Francia, Holanda o Dinamarca, han fortalecido su sistema inmunológico frente a los autoritarismos. Según un estudio, tras los duros confinamientos ha aumentado la confianza en el Gobierno y la satisfacción con la democracia en varios países de la Europa occidental. Y, de media, el apoyo electoral al partido del Gobierno ha subido un 4%, un ascenso nada despreciable en sistemas multipartidistas.

¿Qué explica los efectos tan dispares de la covid-19 sobre la política? Muchos factores importan, pero uno es fundamental: la prensa. Allí donde los medios de comunicación son libres y poco polarizados, los ciudadanos han entendido las medidas que han adoptado sus Gobiernos. Muchos no las comparten, como los suecos horrorizados ante la laxitud de sus autoridades frente a la pandemia, pero nadie cuestiona el sistema de gobernanza. Se discute la decisión, pero no el mecanismo de toma de decisiones —y esa es la diferencia clave entre una democracia viva y una moribunda—.

Al contrario, donde la prensa no es libre y está radicalizada se extiende la sensación entre la población de que las garantías democráticas son un lastre para una respuesta vigorosa del Gobierno ante la crisis. Así, de la India a Brasil, pasando por Polonia, muchos gobernantes están aprovechando el coronavirus para recortar derechos y libertades.

¿Qué ocurre en países que, como EE UU o España, estamos a medio camino, porque la prensa es libre, pero está polarizada? Nuestra asentada libertad de expresión dificulta el avance tanto de medidas autoritarias de los Gobiernos como de revueltas de la oposición. Pero el radicalismo mediático contamina la discusión de políticas y su efectividad. Por ejemplo, los condados americanos donde ganan los demócratas han cumplido las recomendaciones de confinamiento más que los republicanos. Y en España el frentismo político, si cabe, se ha acentuado con la crisis. Aquí no hay espacio para Orbán, pero tampoco para Merkel. @VictorLapuente

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