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Columna
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El salvaje Oeste

El objetivo de los republicanos estadounidenses no es derrotar a la violencia, sino a los demócratas

Víctor Lapuente
Una manifestante se arrodilla ante la policía este domingo en Boston.
Una manifestante se arrodilla ante la policía este domingo en Boston.JOSEPH PREZIOSO (AFP)

En EE UU hay racistas. Aunque hoy pocos blancos apoyan la segregación racial y rechazan el matrimonio interracial, perviven los estereotipos raciales inconscientes y los comportamientos discriminatorios. Pero la democracia norteamericana sufre otra dolencia además del racismo: el partidismo. No es solo el sur contra el norte, sino también la ciudad liberal contra el salvaje Oeste.

Hace 50 años, el drama para muchos conservadores era que su hijo o hija se casara con un afroamericano; hoy, la tragedia es que se case con un demócrata. La exclusión política se ha superpuesto a la racial, retroalimentándose una a la otra. EE UU se está fragmentando en dos. A un lado, los liberales demócratas, más urbanitas, cosmopolitas, aperturistas y defensores del Estado de bienestar europeo. Al otro, los conservadores republicanos, más rurales, tradicionalistas, patrioteros y partidarios del sheriff del Far West.

Esta división supone un doble peligro para la convivencia. Primero, porque empieza a fallar el contrapeso fundamental contra el autoritarismo: la actitud de la población. Como dijo Walter Lippmann hace un siglo, la opinión pública es la que realmente controla el uso de la fuerza en una crisis. Y hoy los votantes republicanos y demócratas anteponen la victoria de su formación a la defensa de los valores democráticos. Según una investigación reciente, solo un 13% del electorado americano dejaría de votar al candidato de su partido aunque este violara los principios democráticos.

Segundo, el partidismo impide la discusión racional sobre los asuntos públicos. La solución a la violencia policial es conocida: los departamentos de policía que imponen restricciones al uso de la fuerza, obligando a sus oficiales a utilizar medios alternativos, avisar antes de disparar y reportar con detalle sus acciones, tienen menos muertes.

Cierto, en EE UU es duro ser un agente de la ley. Docenas de policías mueren cada año en acto de servicio, muchos más que en otros países. Pero militarizar la policía, como quieren los zelotes de la ley y el orden, no solo no reduce el crimen, sino que aumenta la desconfianza ciudadana en las fuerzas de seguridad. Sin embargo, a muchos republicanos les da igual. Su objetivo no es derrotar a la violencia, sino a los demócratas, por lo civil o por lo militar, y aunque el precio sea un país menos democrático y más irracional. @VictorLapuente

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