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Columna
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Ripios

Ahora, los fascistas le han quitado a la bandera el ave carroñera que simboliza el franquismo para apropiarse la defensa de la Constitución

Jorge M. Reverte
Coches y motos, con pancartas y banderas de España, circulan por las calles de la capital en la manifestación de Vox para pedir la dimisión del Gobierno de Pedro Sánchez.
Coches y motos, con pancartas y banderas de España, circulan por las calles de la capital en la manifestación de Vox para pedir la dimisión del Gobierno de Pedro Sánchez.Joaquin Corchero (Europa Press)

Borja Mari y a Virucha se les nota mucho no por lo afortunado de sus ripios, sino porque hacen mucho ruido. Pero no son tantos como les gustaría a sus jefes ni como temen algunos ciudadanos poco acostumbrados a ver a estos salvajes sueltos.

No solo en Madrid, por supuesto, pero sí es cierto que los golpes en las cacerolas han tenido más eco si se daban en la calle de Núñez de Balboa, en el “cogollito” capitalino descrito por Manuel Longares en Romanticismo, que si se daban en La Alameda de Sevilla.

Algo parecido ha sucedido con las bocinas de los coches que han intentado bloquear todas las capitales de provincia.

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El aparato que suelen poner los medios informativos de la derecha para medir la asistencia a las manifestaciones no ha salido a pasear esta vez, quizá porque las cifras eran poco parecidas a las que esperaban. Son unos centenares. En Madrid movieron unos 6.000 coches. Si se les hace el favor de suponer una ocupación de cuatro personas por vehículo, que es mucho, eso da 24.000 manifestantes. No hace mucha falta calcular la gente que iba en los 500 coches de Barcelona. Les falta mucho para llegar a lo que desean.

La ultraderecha en España es, incluso, menor que en Francia o que en Austria. Y nadie pone en duda que sean países con un alma profundamente europea, lo que hasta el momento se ha identificado con una idea democrática de la organización política. Pero pueden llegar a ser un número preocupante si algunas formaciones políticas les continúan haciendo el caldo gordo. Lo de Andalucía, donde el PP y Cs le han dado a Vox la presidencia de la Reconstrucción, no es una anécdota, sino una manera muy tangible de “tocar poder”.

Ahora, los fascistas le han quitado a la bandera el ave carroñera que simboliza el franquismo para apropiarse la defensa de la Constitución. Y se intentan quedar con las tumbas de todos los que fueron asesinados por unos fascistas más letales, los de ETA. Es mucho lo que quieren arrebatar a los demócratas. La solución no es ni cerrar bochornosos acuerdos con los herederos de ETA, con Bildu, ni montar frentes, como desean ellos, sino proponer cosas que cambien el país.

A Virucha le va a ser muy difícil encontrar, armada de cacerola, un ripio que vaya contra el Ingreso Mínimo.

Mientras, votamos.

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