AMLO, la cultura y la ciencia
El primer Gobierno de izquierda ha sido el más violento en contra de la cultura y la ciencia con recursos retóricos y materiales
Las últimas semanas, en plena cuarentena en México, AMLO y su gabinete, el primer Gobierno de izquierda, ha sido el más violento en contra de la cultura y la ciencia con recursos retóricos —como denostaciones y ninguneos—, y con los recursos materiales: el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, tan envidiado en el extranjero, estuvo cerca de desaparecer y su estado actual es incierto, lo que significa, a grandes rasgos, incertidumbre en la producción en todas las disciplinas artísticas; también el fondo dedicado a la producción de cine FOPROCINE, dedicado sobre todo a óperas primas y al cine alejado del mercado, desapareció y es incierto su estatus actual; también desapareció el 75% del gasto operativo para el resto del año de todas las dependencias de la Administración Pública Federal, incluyendo los centros públicos de investigación, como el Centro de Investigación y Estudios Avanzados SEP-CINESTAV y el CIDE, uno de los centros de investigación con más prestigio en Latinoamérica, lo que significa que se cancelarán las actividades en los centros de educación superior; y en días recientes apareció una poderosa carta avalada por más de 2.000 integrantes del gremio del arte, ante el cierre de teatros, cines y museos, que resume la postura colectiva de varios sectores en la cultura y la ciencia: “Desaprobamos categóricamente los actos, expresiones políticas que a lo largo de su Gobierno, y dolorosamente durante la crisis de la pandemia de la covid-19, han vulnerado la economía y dignidad de lxs trabajadorxs y productorxs artísticos y culturales, acentuando nuestras condiciones de precariedad en un contexto especialmente difícil.” De modo que muchos de los que llevamos al poder a AMLO y a su gabinete no somos partícipes de estas decisiones del Estado, pero sí nos vemos afectados de una forma cada vez más violenta, cada vez más aguda en esta pandemia.
Aparte de lo obvio, ¿qué implicaciones tienen estos inéditos golpes a la cultura y a la ciencia desde el punto de vista de quienes conocen bien cada uno de los sectores? Acudamos a algunos de profesionistas clave para poder dimensionarlo de la manera más panorámica posible. Mario Espinosa, exdirector del FONCA de 2000-2006, en apertura a la democracia, el primero luego del PRI, dice: “Significa una pérdida de estatus que pone en jaque la autonomía artística y administrativa de la institución, pone en peligro la característica de que sean los agentes culturales y los artistas quienes tomen las decisiones en las distintas instancias de esta institución, llámense consejos, jurados o comisiones. Podríamos volver a la época en que era el funcionario decidía quién o quiénes deben recibir apoyos”. Esto pensando de lado de los creadores, pero también está toda la gente que trabaja en el FONCA, muchos de los cuales conocen bien el funcionamiento de la institución y cuyas familias dependen de ese sustento que en plena pandemia se ve también vulnerado. En el gremio del cine, la cineasta Natalia Beristáin, quien sostuvo un debate público con respecto a este tema con María Novaro, directora del IMCINE, dice: “No somos una industria y por eso necesitamos al Estado. Hay una buena cantidad de películas que se van a ver afectadas con la desaparición de FOPROCINE, el fondo más pequeño que apoya óperas primas y películas más arriesgadas: impulsa carreras. Todos los cineastas de los últimos 20 años para acá hemos tenido FOPROCINE en algún momento de nuestras carreras y a eso es lo que están atentando con su desaparición. A grandes rasgos, están leyendo todo desde la lupa del mercado, nos están orillando a tener contactos con gente de dinero, pero si alguien en una serranía quiere hacer una película, ¿por qué tendría que tener esos contactos para hacer cine?”.
Sergio López Ayllón, director del CIDE, en entrevista con Javier Risco y Gabriela Warkentin habló sobre la reducción del 75% en su sector: “Para que ustedes tengan una dimensión de lo que esto implica, es el recorte más grande del que hay recuerdo en la Administración pública en toda su historia. Es decir, todas las Secretarías, todas las dependencias, todos los centros tenemos que hacer una reducción drástica para estar en operación mínima, para muchas dependencias significa no tener para pagar la renta. […] Vamos a tener que entrar en una economía de guerra. Pagar predial, agua, luz, algunos otros servicios básicos, no vamos a tener recursos para nada más.” Y, en el gremio del arte, ante la petición de postergar el proyecto de museo entregado a Gabriel Orozco, una de las misteriosas ilusiones presidenciales de AMLO en lugar de apoyar a los espacios existentes, Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM, dice: “De entrada es un dato monstruoso que ese proyecto haya surgido de una iniciativa presidencial, que se haya asignado a un artista por dedazo, que ese artista asumiera tan a fondo su función subordinada como artista oficial, que poco tiempo después Kalach revelara que el plan maestro que ostentó Orozco fuera un plagio, y que ahora que AMLO hace un decreto de austeridad generalizado exentara explícitamente ese proyecto de todo recorte. […] Nunca imaginamos que su llegada al poder implicaría dar espacio a la restauración de una política cultural indentitaria, anti-intelectual, e impulsada por la extraña acusación de que los artistas, científicos y universitarios eran parte de la élite corrupta del país que debía ser castigada.”
A AMLO no le importa la cultura ni la ciencia. Tampoco le importan las mujeres: en abril, en plena cuarentena en México, hubo 337 asesinatos por violencia de género, un promedio de 11 mujeres por día, las cifras más altas registradas hasta la fecha. En esta cuarentena ha habido 51 feminicidios infantiles contra menores de 14 años, pero a AMLO le incomoda hablar sobre este tema, se pone bravo cuando lo cuestionan, responde con la misma violencia que es la punta del iceberg de estos asesinatos: no le parece importante, dice que las denuncias telefónicas por violencia de género son falsas. Pero las mujeres tenemos otros datos: en abril se hicieron 21.722 llamadas por hora, un aumento del 42% con respecto a abril del año pasado. Entonces el Gobierno saca una campaña impresentable llamada “Cuenta hasta 10”. Le vendría bien a AMLO contar hasta 10 feminicidios por día, 11 en cuarentena, y dimensionar la emergencia que crece, precisamente, porque no la atiende.
Y ¿por qué los golpes retóricos reiterados, sistemáticos de AMLO en contra de las mujeres, de la comunidad cultural y científica? ¿Qué hay detrás de estas acciones? ¿Por qué lo hace? El crítico y escritor Rafael Lemus, cierra con esta brillante lectura final: “Los repetidos golpes retóricos y materiales de AMLO a la comunidad cultural exhiben, también, una necia arrogancia de su parte, la loca idea de que él y su círculo más cercano son más que suficientes para producir discurso, movilizar signos y crear y mantener el entramado simbólico del país, todo a través de una cansada sucesión de gestos y mañaneras y propaganda. El hecho de que el Gobierno tenga que despojar al sector cultural para hacerse de algunos pocos recursos es muestra de su más rotundo fracaso, otra prueba de su incapacidad para transformar la economía política del país mediante una reforma fiscal y políticas agresivamente redistributivas”. Quizás es violento contra las mujeres, la cultura y la ciencia porque no es él quien marca la agenda, sino la misma gente que lo llevó al poder apuntando hacia otro lado.
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