Desescalando
Estos días me explota la cabeza y se me revuelve el bofe oyendo el tira y afloja entre libertad, economía y salud pública. Todos tienen razón y no la tiene ninguno
A estas alturas de la pandemia cada día, al abrir los ojos, hay tres segundos en los que no recuerdo lo que pasa, y mi inercia es ducharme, maquearme y salir a comerme el mundo. Sucede la tercera o cuarta vez que me despierto. La que tengo que levantarme por narices ahora que estaba a gusto después de pasarme la noche en vilo contando virus, pensando en mí misma intubada en la UVI, fantaseando con que el cabecero de la cama se me desploma sobre el cráneo dejando a mis hijas huérfanas, o todo eso junto. Las cositas que pensamos de noche las ansiosas de libro, vamos. Luego se me pasa, claro. Me levanto, canto en la ducha, telecurro, me cabreo a muerte con mis pavas, nos descojonamos vivas, me da un viaje de pánico, o tristeza, o ira, desbarro en Twitter, rajo con los íntimos, me meto en la vorágine y casi se me olvida la movida hasta que cierro los ojos y vuelve a empezar el círculo. Así, dos meses justos.
Todo eso teniendo salud y trabajo y familia y amigos a los que asirse. Ni imagino lo que debe de ser abrir los ojos, si logras cerrarlos, con la perspectiva de hacer cola para que te den una bolsa de patatas, macarrones y tomate frito para engañar el hambre de los tuyos. Estos días me explota la cabeza y se me revuelve el bofe oyendo el tira y afloja entre libertad, economía y salud pública. Todos tienen razón y no la tiene ninguno. Por no hablar de las hordas de cuñados y hermanos políticos, a veces los mismos, que tienen la solución a todo y no este Gobierno asesino que quiere hundir a España e instaurar la república social comunista de Pedro y Pablo. Hoy no estoy fina. Todo esto era para decir que me aterra la desescalada casi tanto como la ansío. Y que, salvo por los muertos, enfermos y deudos que serán, son y han sido, casi añoro la sensación de vuelta al útero del primer confinamiento puro y duro. A ver si voy a tener el síndrome de la cabaña ese además del mío propio.
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