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Columna
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Los cumpleaños

Margo Glantz, Luis de Pablo y Jean-Luc Godard, tres personas admirables que acaban de cumplir 90 años

Vicente Molina Foix
Anna Karina junto a Jean-Luc Godard, en una imagen de archivo tomada en París.
Anna Karina junto a Jean-Luc Godard, en una imagen de archivo tomada en París.Raymond Cauchetier

Conozco a una mujer y a dos hombres que acaban de cumplir 90 años, aunque al segundo de ellos lo conozco solo de vista. La gran escritora Margo Glantz es la primera persona en quien pensé cuando la fiebre pandémica también subió a México, su país. Margo, la artista de la visitación universal, Margo, a quien ningún viaje amarga, confinada; qué despropósito. A España viene mucho, y en Alicante le rinden culto, lo cual me alegra infinito, como nativo que soy de la provincia.

El compositor Luis de Pablo es un nombre fundamental en la cultura española de los últimos 60 años, y de rebote, en mi vida, a la que ha puesto música, mientras daba a todos ejemplo de rigor, de búsqueda, de compromiso artístico. Así se ve en un libro de conversaciones recién aparecido, Inventario; sus palabras inteligentes, chispeantes, quemantes, animan el perfil de una figura inquebrantable, que sigue creando.

El tercero, Jean-Luc Godard, fundó junto a Chabrol y Truffaut la Nueva Ola, y refundó él solo, con una docena de películas, el modo de contar. Ahora lleva unas cuantas décadas de fundamentalista del agitprop cinematográfico. No es lo mismo que antes, pero nunca deja de interesar. El pasado 16 de marzo le celebré. Ese día, 60 años atrás, se estrenó en París À bout de souffle (Al final de la escapada). Se trata, junto con algún título de Antonioni, de Bergman, de Welles, de una obra seminal de la historia del cine, con hijos e hijas repartidos por todo el mundo. Aquella tercera noche de alarma volví a verla y brindé por Belmondo (que vive) y Jean Seberg, y por uno que no aparece, el novelista Romain Gary.

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El 16 de marzo de 1960 Seberg ignoró el estreno; vivía entonces una luna de miel anticipada con Gary en el Lutetia, un hotel más lujoso y menos trágico que los del filme de Godard. Se cuenta que la atormentada pareja Gary-Seberg no salió en todo el día de su habitación. Morirían ambos, de muerte voluntaria, y ya separados, antes de alcanzar el tiempo de la vejez.

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