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Claudia Sheinbaum
Tribuna
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¿Ahora quién gobernará México?

Sheinbaum tendrá que decidir si gobierna buscando imponer su visión del futuro del país o protegiendo el legado de López Obrador

Alianza progresista por México
López Obrador y Claudia Sheinbaum en una conferencia de prensa, en 2021.Galo Cañas Rodríguez (Cuartoscuro)

Fue una extraordinaria e histórica jornada electoral: al filo de los 19.00 de este domingo, cuando los medios nacionales presentaban sus encuestas de salida, cayó como una baldosa y rápidamente se propagó en los medios de comunicación y las redes sociales la realización de que Morena había arrasado y una derrota catastrófica de la oposición. Conductores, analistas, portavoces de partidos, candidatos, operadores políticos, fueron tomados por sorpresa y cundieron imágenes de la incredulidad, felicidad, desesperación, júbilo, enojo, escalofríos y sí, hasta cundió la depresión por las redes sociales. Fue hasta la medianoche que se confirmaba abrumadoramente que el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, que nació hace 10 años, no solo habían arrasado con la coalición de la oposición —pero fue el carro completo: ganaron 7 de las 9 entidades federativas— incluyendo la Ciudad de México, tenían asegurada mayoría calificada en la Cámara baja y posiblemente en el Senado. Y este tsunami del partido guinda permitió que ganara, holgadamente, la Doctora Claudia Sheinbaum, convirtiéndose en la primera presidenta de México.

Y aunque tal vez la novedad de que México tendría su primera presidenta se diluyó desde febrero, cuando se confirmó que las candidaturas principales a la presidencia serían dos mujeres. Pero el éxito arrollador, con una ventaja de 30 puntos, para la candidata de la alianza de Morena, reivindicó décadas de los movimientos feministas y una reforma constitucional en el 2019, donde los partidos y la clase política, tendría que asegurar equidad de género y la participación política de las mujeres en la vida pública.

El impacto de esta reforma no solo respalda el éxito electoral de la elección de la primera presidenta, pero también hay que ponerlo en el contexto de la equidad de género actual en ambas cámaras, donde en este momento las presidentas son mujeres —los resultados del domingo señalan que esta equidad se mantendrá—. Este fin de semana fueron electas tres gobernadoras y una jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Pero también tenemos una ministra-presidente de la Corte Suprema, ministra-presidente del Tribunal Electoral, consejera-presidente del Instituto Nacional Electoral y una gobernadora del Banco de México.

La equidad de género, por lo menos en los tres poderes, parece ser una realidad en México.

Ahora se eligió la primera presidenta de México. Pero ¿Claudia Sheinbaum gobernará? ¿O será un “Andresito”? ¿Podrá ella gobernar e imponer sus prioridades de gobierno ante el control político casi absoluto y la férrea decisión de proteger su legado histórico del presidente Andrés Manuel López Obrador?

Es injusto y tal vez se considere como parte de un legado machista, una grosería cuestionar a Claudia Sheinbaum si será ella quién gobierne, ya que más de 30 millones de personas votaron por ella, ganando con casi 30 puntos de ventaja —ni su mentor Andrés Manuel López Obrador tuvo este número de votos—. Pero desde el México post-revolucionario, todos los presidentes han tratado de asegurar controlar a su sucesor —y López Obrador no sería la excepción— buscando proteger lo que él llama la Cuarta Transformación, además del círculo cercano de posibles investigaciones por actos de corrupción.

Y López Obrador, en las últimas horas, confirmó su intención de controlar las decisiones de la presidenta electa. Pocos minutos después de que la presidenta del Instituto Nacional Electoral (INE) anunciara lo que sería la irreversible victoria de Claudia Sheinbaum, López Obrador publicó un mensaje, antes de la presidenta electa.

Durante la primera conferencia mañanera post-electoral, el Presidente aprovechó para anunciar que el actual secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, continuará en el nuevo Gabinete. También adelantó que estaría conversando con la presidenta electa de la necesidad de presentar en septiembre ante la nueva legislatura, el Plan C —este paquete de reformas legislativas y constitucionales— que cambiaría en una forma fundamental el funcionamiento de la Corte Suprema, del INE y el sector energético con todas las posibilidades de ser aprobado antes de octubre, cuando toma protesta la nueva presidenta. De aprobarse estas reformas, iniciaría Claudia Sheinbaum su presidencia implementando reformas que debilitan los pesos y contrapesos al poder que representa la Corte Suprema y el INE. En esta conferencia mañanera, el presidente siguió denostando a los conservadores y atacando a la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez, en lugar de enfocarse en el extraordinario éxito electoral de Claudia Sheinbaum. ¿Polarizando gobernará la doctora Sheinbaum?

Claudia Sheinbaum debe de considerarse la presidenta más poderosa en la historia reciente del país —tiene todos los recursos, el poder y apoyo político para hacer cualquier reforma e implementar cualquier política pública— nada le detendrá.

Pero tendrá que decidir si gobierna buscando imponer su visión del futuro del país o protegiendo el legado de López Obrador.

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