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Columna
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Lo que NXIVM nos enseñó de México

La desigualdad extrema ha creado una clase media hambrienta de privilegios y montones de niños ricos afligidos por su desconexión. Ambos fueron los mejores clientes de la secta

Viri Ríos
Un boceto del líder de la secta NXIVM, Keith Raniere, juzgado en Nueva York esta semana.
Un boceto del líder de la secta NXIVM, Keith Raniere, juzgado en Nueva York esta semana.JANE ROSENBERG (Reuters)

Lo que hizo exitoso a Keith Raniere en México no fue la “tecnología” que vendía su secta de superación personal, sino el lugar en el que la vendió. Las dificultades que enfrentan las clases medias mexicanas para ascender económicamente, aunadas a las culpas y miedos que ocultan los ricos ante la desigualdad extrema de México, fueron el caldo de cultivo perfecto.

Con una habilidad dantesca, Raniere manipuló las debilidades de nuestras élites aspiracionales y reales tocando las fibras más sensibles de nuestro país. Aspectos que México rara vez confronta.

NXIVM se alimentó de una economía mexicana que ha creado varias generaciones de ricos cuya posición existe, no debido a sus méritos, sino a los privilegios que heredaron de sus antepasados. En medio siglo, la lista anual de las 300 empresas más importantes de México casi no ha cambiado. Otros países han visto el surgimiento de nuevas fortunas relacionadas sobre todo con tecnología; México, no. Desde 1975 y hasta 2020, la riqueza mexicana se ha concentrado en las mismas empresas de alimentos, autos y telecomunicaciones.

Esto se debe en parte a que en México la riqueza se hereda sin impuestos y sin recato. Todos los países de la OCDE tienen un impuesto promedio del 15% a las herencias. En nuestro país, el impuesto es cero. Recientes esfuerzos por debatir un impuesto para quien herede más de un millón de dólares han sido duramente rechazados aún si, para el 99% de la población mexicana, un millón de dólares sería superior a su ingreso total durante 20 años.

NXIVM explotó las aflicciones que estas diferencias crean en ricos mexicanos. Éstos se culpan, como se pudo observar en las sesiones de terapia videograbadas conducidas por Keith Raniere, ya sea por no haber hecho ellos mismos su fortuna, por no poder expandirla, o simplemente por no quererla. Algunos de ellos cargan las culpas de sus padres o abuelos.

La secta de Raniere hizo una fortuna ayudando a estas personas a encontrar sentido. Pero no solo eso. También logró posicionarse entre las clases medias altas, aunque por otras razones.

Para las clases medias altas el atractivo era el profundo deseo por acceder al privilegio. Muchos miembros de NXIVM que no eran ricos se endeudaban para pagar los cursos. Pensaban que con los consejos que ahí recibieran, podrían tener negocios o carreras profesionales más exitosas. Buscaban hacer dinero.

No dudo que pertenecer a NXIVM aumentara el ingreso de algunos, pero no por la “tecnología” de Raniere sino, otra vez, por la naturaleza de la economía mexicana. Uno de los principales problemas que enfrentan las empresas pequeñas y medianas del país es que no tienen conexiones para acceder a contratos grandes que les permitan crecer. NXIVM resolvía ese dilema al crear conexiones de confianza entre sus miembros.

Varios miembros de NXIVM sí lograron hacer más dinero. En agradecimiento a lo aprendido, se comprometían a darle una parte de la utilidad de sus negocios a la secta. Para Raniere el negocio era redondo.

NXIVM también encontró tierra fértil en México por el machismo y la misoginia enraizados en la cultura y que se niegan a morir.

Muchas de las pláticas que Raniere daba a sus seguidores tenían contenidos profundamente misóginos disfrazados de realismo social. Los seguidores de NXIVM aprendían que las mujeres tenían capacidades distintas que los hombres. Poco a poco se dejaba ver que esas capacidades femeninas eran inferiores. En la cultura mexicana, esas ideas son aún aceptables y por ello, no constituía un tabú el discutirlas.

Finalmente, NXIVM se aprovechó de la impunidad que gozan las élites mexicanas. Cuando Raniere era buscado por la justicia, las élites mexicanas lo escondieron en sus mansiones de Puerto Vallarta. Sabían que no les pasaría nada y en efecto, nada les ha sucedido.

Al momento no hay conocimiento de cargos en contra de los líderes de la secta en México. Aún si los hubiera, no queda claro si el sistema judicial los trataría con la fuerza con la que se trató a otros aliados de Raniere.

En general, NXIVM se aprovechó de sus vulnerabilidad y miedos, y les ofreció un espacio donde se sintieran cómodos con sus sesgos de clase y género. Fueron víctimas de un manipulador que observó las múltiples formas en las que la desigualdad deshumaniza, y las explotó.

Si algo nos debe enseñar el penoso caso de NXIVM es que reducir la desigualdad y aumentar la movilidad social no solo dará beneficios a los más pobres, sino que también humanizará a los ricos y permitirá el crecimiento de las clases medias. Es momento de que México enfrente esta realidad. Nadie debe estar condenado a llevar la vida con la que nació, ni los pobres, ni los ricos.

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