Luisa Cantú, moderadora del tercer debate: “Es la última oportunidad para demostrar quiénes son y de qué están hechos los candidatos”
La periodista cuenta qué se puede esperar de este formato, defiende su importancia y responde a las críticas sobre su designación: “Nadie puede considerarse una persona absolutamente neutral, pero sí puedo prometer mi esfuerzo por hacer un ejercicio justo”
Estas campañas han dado paso a muchos debates sobre los debates: si influyen o no en las votaciones, si el formato ayuda a un intercambio real de ideas y cuál debe ser el papel de los moderadores en estos ejercicios. Ahora, las miradas están puestas en el tercer debate presidencial de este domingo. “Es el máximo reto que se puede tener como periodista”, afirma Luisa Cantú, una de las tres encargadas de la moderación, junto a Javier Solórzano y Elena Arcila. “Es la última oportunidad para demostrar quiénes son y de qué están hechos los candidatos”, asegura Cantú, en entrevista con EL PAÍS, sobre la importancia del encuentro final antes de la cita con las urnas del próximo 2 de junio.
“Me llamó la atención porque no soy un perfil tradicional”, dice la comunicadora de 32 años sobre su designación por el Instituto Nacional Electoral (INE). Cantú expone que su edad y su trabajo en los medios públicos la diferencian de otras personas que han sido propuestas, incluso con quienes compartirá el panel, Arcila de 43 y Solórzano, de 60. No es, sin embargo, una opción improvisada. La periodista se ha vuelto una cara conocida en estas elecciones, al moderar también el tercer debate por la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México y el primer debate celebrado en una cárcel en la historia del país.
El presidencial será su tercer debate en las últimas tres semanas. “El reto es mayor por la cantidad de gente que lo estará viendo y porque en un debate por la presidencia te tienes que abstraer de tu propia realidad, lo que yo vivo nada tiene que ver con la vida de una mujer en Chiapas o Guanajuato, tienes que dejar de lado tu perspectiva personal y buscar hablarle a todo el país”, comenta. El segundo debate fue el más visto desde que se tienen registros: más de 16 millones de personas lo siguieron.
El nombramiento, sin embargo, no estuvo exento de polémica. El Partido Acción Nacional (PAN) cuestionó en un punto de acuerdo en el INE su idoneidad, al argumentar que tenía un sesgo a favor de Morena, el partido gobernante, por trabajar en la televisión pública. Pese a que la queja no prosperó, Cantú no se incomoda y señala que el escrutinio a los periodistas es sano y necesario. “Tenemos que estar sujetos a la crítica y a los señalamientos para hacer mejor nuestro trabajo”, afirma, aunque aclara que hubo varias etapas previas para discutir, evaluar y, en todo caso, impugnar a las personas designadas. El PAN presentó su postura la semana pasada, prácticamente un mes después de que los perfiles fueron escogidos. “No fue personal, pero yo feliz me hubiera bajado en aras de que el ejercicio saliera lo mejor posible y que no estuviera enrarecido”, agrega.
En estas campañas, los partidos de todo el espectro político han cuestionado la selección de moderadores que consideran contrarios o demasiado críticos y la objetividad de los medios ha sido uno de los puntos más espinosos de la contienda. “No podemos fingir que los periodistas no somos actores públicos también”, señala Cantú. “Difícilmente vamos a encontrar a una persona que sea absolutamente neutral o que nunca se haya pronunciado sobre nada, ¿quién no ha opinado o no tiene posturas sobre cualquier cosa?”, agrega. “Se debe dejar lo que uno siente o piensa en la puerta y buscar hacer un ejercicio justo, la promesa de todas las moderaciones es esa”, afirma.
Los formatos de los debates también han sido criticados y existe un sentimiento generalizado de que las candidaturas buscan exponerse lo menos posible a intercambiar ideas. La queja principal de analistas y votantes es que en esta campaña se ha caído demasiado en las descalificaciones y se ha dado poco espacio a las propuestas. Se argumenta también que se ha acotado demasiado el papel de los moderadores en estas elecciones. “Creo que la idea de tener periodistas al frente no es que sean solo maestros de ceremonia o conductores especializados en comunicación, sino alguien que tenga el pulso ciudadano del día a día”, plantea Cantú. “Pero tienes que hacer un esfuerzo para que la vena periodística no te gane y entender que la moderación no es lo mismo que hacer una entrevista, se trata de poner las condiciones para que haya un ejercicio de contraste que ayude a la ciudadanía. La moderación no debe ser protagonista”.
El tercer debate tendrá cuatro grandes temas: política social, inseguridad y crimen organizado, migración y política exterior, y democracia, pluralismo y división de poderes. Claudia Sheinbaum, la candidata de Morena, se enfoca en mantener su ventaja y condición de favorita en las encuestas. La opositora Xóchitl Gálvez apuesta a un nuevo envión anímico, después de tomar impulso en el segundo cara a cara, para acortar distancias. Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, aspira a demostrar a sus rivales que puede seguir creciendo y que es una opción que los jóvenes quieren en la boleta. “La verdad, las plataformas y las propuestas están ahí todo el tiempo, pero en los debates conocemos más del personaje, sobre todo cuando salen de su zona de confort y se revelan esos personajes”, comenta la moderadora.
No habrá preguntas de los ciudadanos, como en los primeros dos debates. Cantú adelanta que cada uno de los periodistas moderará uno de los primeros tres bloques temáticos. En el cuarto bloque la discusión partirá de preguntas hechas por las candidaturas y la moderación tendrá un papel de conducción menor. “Los partidos van a mandar 15 preguntas y los moderadores y moderadoras vamos a escoger una pregunta de Máynez, una de Sheinbaum y una de Gálvez, y esa pregunta la van a contestar todos, se van a cuestionar entre ellos”, explica.
Con ensayos el viernes, el sábado y el domingo comienza el tramo final de los preparativos y los nervios son “inevitables”, confiesa la periodista. “Distribuí mis nervios a lo largo de un mes y siento que ahora estoy un poco más tranquila”, dice sobre la cuenta regresiva, marcada por las horas de práctica, el estudio de los temas y los ensayos en el balcón que hacen alucinar a sus vecinos. “Será un momento de definición”, anticipa.
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