La denuncia de Sheinbaum a su acosador, una vía para sentar las bases del combate a la violencia contra las mujeres
La presidenta mexicana solicita revisar los códigos penales estatales para considerar como delito el acoso callejero en todo el país


La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha hecho lo que solo una de cada 10 mujeres víctimas de violencia en el país se atreve a hacer: denunciar penalmente a su agresor. La mañana de este miércoles, durante su conferencia diaria, Sheinbaum se adelantó y explicó, antes de ser cuestionada, el acoso que sufrió por parte de un hombre desconocido que se acercó a ella cuando caminaba por el Centro Histórico de la capital para tocarla inapropiadamente e intentar besarla. “Decidí levantar denuncia. Lo he vivido antes, cuando no era presidenta [...] Si esto le hacen a la presidenta, ¿qué va a pasar con todas las otras mujeres en el país?”, dijo.
Con su decisión, y con el respaldo público que personas de su gabinete, como la secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, o el de la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Clara Brugada, la presidenta sienta un precedente que busca exponer un comportamiento intolerable y poner valor la importancia de la denuncia, en un país en el que cerca del 45% de mujeres ha reconocido haber sufrido acoso callejero.
Una encuesta de 2024 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía reveló que unos 23 millones de mujeres en México —el equivalente a la mitad de la población de España— han sufrido acoso en la calle. Como Sheinbaum, un 60% de los episodios ocurrió en plena luz del día y ante la mirada de otros. El 94% de las mujeres que son víctima de este tipo de actos no denunció y respondió a la encuesta argumentando que se trató de algo “sin importancia”.
La presidenta, además, ha puesto en marcha la revisión de los códigos penales de cada uno de los 32 Estados de la República para que el acoso callejero sea reconocido como un delito penal en todas las entidades, como ya sucede en Ciudad de México. “Tiene que ser delito penal [en todo el país]” ha lanzado.
“Ninguna mujer sale de casa pensado que será atacada”
Para Margaret Ruiz Franco, que da atención psicoemocional de primer contacto a mujeres víctimas de violencia, la mandataria no solo ha sufrido acoso callejero, sino también violencia en razón de su trabajo: “Porque cuando ella sale y saluda, está ostentando un cargo público. No somos nosotras saliendo de casa, saludando a las vecinas y vecinos. Ella está haciendo su trabajo”, explica. “Lo primero es entender que ninguna mujer, ninguna adolescente, sale de su casa esperando ser atacada, ninguna”.
Ruiz Franco, además, cuestiona la forma en la que se juzga a quienes ejercen la violencia contra las mujeres: “Este señor que atacó sexualmente a la presidenta va a asumir una consecuencia y ese es un mensaje contundente. Pero tenemos que alzar la voz también contra esas violencias normalizadas, las de ‘bajo impacto’ que hemos normalizado, como el episodio de Paco Ignacio Taibo II. ¿Cuántas mujeres de otros partidos políticos cuestionaron y reprobaron su expresión? Se dedicaron a defender a un señor. Y creo que eso también pasa por un tema de clasismo", recuerda.
“Estamos dispuestas y dispuestos a castigar a los agresores, que son empobrecidos, de masculinidades marginadas, barrializadas, con uso problemático de sustancias, pero a un señor que lee mucho y que tiene un puesto en el Fondo de Cultura Económica (FCE), a él se lo podemos bancar, porque incluso es ‘un buen camarada”, concluye, refiriéndose a las declaraciones del pasado 23 de octubre, cuando el director del FCE presentó, junto a la presidenta Sheinbaum, un proyecto de lectura en el que se refirió al poemario de una autora como “un poemario horriblemente asqueroso de malo” que no mandaría a una sala comunitaria.
Martha Tagle, política y feminista, reconoce, en la respuesta al acoso que sufrió la presidenta, una actitud que es común en mujeres que ostentan cargos públicos en la que existe una “sobrexigencia” de construir una personalidad en la que no debe mostrarse vulnerable. Tagle también retoma la declaración de apoyo de Brugada, la jefa de Gobierno capitalina, y revira: “Ella exalta que ‘si tocan a la presidenta, nos tocan a todas’, y yo pienso que es al revés, porque si nos tocan a todas, es que también pueden tocar a la presidenta”.
El episodio vivido por Sheinbaum no se ha librado, como le ha pasado a otras mujeres víctimas de violencia machista, de opiniones de descrédito. En este caso, con algunas alusiones a que sería un montaje, lo que acentúa la importancia de revisar la forma en que la sociedad reacciona. Tagle dice: “Incluso habiendo videos y evidencias, si no le creen a la presidenta que ha sido acosada, ¿en qué nivel de vulnerabilidad se quedan las otras mujeres?”.
La denuncia de la mandataria y la puesta en marcha de la revisión de los códigos penales del país son, por lo pronto, mecanismos ejemplificantes para combatir mejor la violencia contra las mujeres en México. María Elena Esparza Guevara, feminista y consejera de género, ve en este episodio una posibilidad abierta para impactar más allá del discurso. “Yo creo que viene una etapa en la que efectivamente esa narrativa de ‘si tocan a cualquier mujer en el país, me tocan a mí’, puede tener impactos muy profundos a nivel de política pública; ella misma [Sheinbaum] lo anunció y es increíble, pero el acoso no está tipificado en todo el país como un delito que se castiga por la vía penal. Creo que se va a ver un primer efecto palpable de lamentable episodio que ella vivió”.
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