Paula Aguilar, psicóloga: “La violencia sexual infantil es un problema de salud pública en México que nadie está atendiendo”
La especialista en el tratamiento del abuso sexual infantil hace un llamado a las autoridades y a la sociedad para que los casos de este delito se denuncien y se quite el estigma a las víctimas
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En un pequeño auditorio en el oriente de Ciudad de México, en el que casi la totalidad de las asistentes son mujeres, Paula Aguilar (Ciudad de México, 40 años) comienza su presentación con palabras precisas y con una claridad y empatía que va destensando el ambiente. Está hablando en voz alta y en público de un tema tan complejo y difícil como el del abuso sexual infantil en México. Aguilar, que en sus redes sociales y en sus plataformas se hace llamar Mamá con Ciencia, reparte sus días entre la crianza de sus tres hijos, la terapia psicológica a niños, niñas y adolescentes; las conferencias y formaciones que da por todo el país, y la publicación de libros y materiales de ayuda a escuelas y padres de familia. Lleva 15 años especializándose en violencia sexual infantil, y en cada oportunidad llama a que se atienda una de las problemáticas más graves y más invisibilizadas del país: “La violencia sexual infantil es un asunto de salud pública que está desatendido porque no está visibilizado y no está visibilizado porque está en el silencio”.
Hace solo unos días que Aguilar recibió la invitación para ser parte del Consejo consultivo del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), un organismo público que se encarga de garantizar los derechos de los menores mexicanos que han sido descritos en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. “Yo quiero capacitar. Mi sueño es capacitar a los jueces y a los ministerios públicos, para que esos chiquitos se encuentren con una respuesta completamente diferente”, dice emocionada.
El abuso sexual infantil en México es un delito que se denuncia poco y del que hay registros escasos. Aguilar asegura que de 1.000 casos 100 se denuncian, 10 llegan a un juez y uno obtiene condena. “Creo que no estamos teniendo el nivel de conciencia para entender que las secuelas de la violencia sexual infantil dejan situaciones que más gastos a nivel de público genera en la vida adulta y en la juventud: desde suicidios, abuso de sustancias, conductas delictivas, embarazos no deseados, enfermedades, trastornos mentales, enfermedades somáticas, incluso ciertas parálisis; crisis no epilépticas, pero muy parecidas a las epilépticas”.
En el auditorio, Aguilar ha explicado la forma en la que situaciones de violencia sexual se enquistan en el cuerpo y en el cerebro de los niños; las confusiones que llegan a tener en edades tempranas, cuando no tienen un sistema de conocimientos sobre una sexualidad adulta. “No se puede pensar en aquello que se desconoce. Un niño no puede nombrar y mucho menos pensar algo que no conoce, entonces si no tienen el concepto de lo que es un abuso, si no tienen el concepto de lo que son los genitales porque nos incomoda hablar del tema, el mensaje que les estamos enviando es que eso nos incomoda y hay que evitarlo. Entonces luego pretendemos que nuestros niños tengan la posibilidad de verbalizar lo que les ocurrió, de por si es dificilísimo porque hay incomprensión, hay muchísima confusión, hay manipulación, amenaza, cohesión”, explica.
En medio de su presentación, Aguilar hace una pregunta que invita a responder a través de un código con los teléfonos celulares de los asistentes. La pregunta es si alguien en ese lugar ha sufrido algún tipo de violencia sexual en su infancia. La psicóloga ha hecho este ejercicio en los ocho lugares anteriores en los que se ha presentado entre los últimos meses del 2024 y lo que va de 2025, y la respuesta ha sido la misma: una media de 49.87% de personas en sus conferencias ha respondido con un sí.
Uno de los mensajes más potentes de Aguilar es que los adultos comiencen a escuchar verdaderamente a los niños, que no traten de imponer sus visiones del mundo y de las cosas, que les brinden toda la confianza y las herramientas para defenderse y cuidar de sí mismos en la medida que les sea posible. Y alerta sobre cómo sus seres más cercanos son los que ejercen violencia. “El 90% de los abusos son perpetrados por alguien cercano, conocido y de confianza y eso para un niño significa que alguien que tiene una cierta autoridad, una cierta verdad, que tiene una cierta bondad, les está involucrando en una actividad que, además, el 90% de las veces es un juego no es como una actividad explícitamente violenta y los niños no saben de qué se trata ni tienen el aparato todavía mental ni emocional para comprender la sexualidad adulta, la genitalidad adulta, por supuesto que se vuelve una confusión terrible”.
El trauma de la violencia sexual infantil es un trauma relacional, es decir, que tiene un impacto en cómo esos niños se relacionarán con las personas durante su desarrollo y su vida adulta. “Por generaciones y generaciones hemos hecho sentir a los sobrevivientes de abuso, avergonzados, culpables. Y silenciamos. Generamos este estigma de la vergüenza y de la culpa que hace que no se hable y en la medida que no se hable nos estamos convirtiendo en cómplices del abusador”, dice.
México fue en 2021, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el país del mundo en el que más se abusó sexualmente de menores. Ese año hubo 22.410 víctimas de violencia sexual infantil en México, según el último Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal de 2023. Debido a que el principal agresor en este tipo de delitos es algún familiar, en la mayoría de los casos no se le denuncia, a pesar de que en México la ley obliga a proteger a las niñas y a los niños. La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes plantea: “Es obligación de toda persona que tenga conocimiento de casos de niñas, niños y adolescentes que sufran o hayan sufrido, en cualquier forma, violación de sus derechos, hacerlo del conocimiento inmediato de las autoridades competentes”.
Los casos de abuso sexual se pueden denunciar en estos números: 911, en caso de emergencia; 089, en el que la denuncia es confidencial, y ante instituciones del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en las que existe una procuraduría que se encarga de proteger a los niños, niñas y adolescentes.
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