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Tabú y silencio: los dos aliados perfectos para el abuso sexual infantil en México

El primer día del encuentro AMA con Causa 2025, que recauda fondos para diversas fundaciones en el país, ofrece un panorama grave de un problema del que se habla poco y mal

Familiares de una niña víctima de abusó sexual se manifiestan en Ciudad de México, en diciembre pasado.
Familiares de una niña víctima de abusó sexual se manifiestan en Ciudad de México, en diciembre pasado.Andrea Murcia Monsivais (Cuartoscuro)
Erika Rosete

El título de la conferencia era Introducción al tema de abuso infantil, pero en la práctica, se trató de una cátedra profesional, profunda y analítica del trauma en los seres humanos —en sus cuerpos y mentes— y de la necesidad de nombrar los dolores de la infancia para poder descifrarlos y, después, atenderlos. La psicóloga infantil con 15 años de experiencia, Paula Aguilar, ha inaugurado este martes un ciclo de tres días de conversaciones que el banco de alimentos AMA (Alimentos de México a Compartir, A.C.) ha organizado junto con varias marcas de productos de moda y otras fundaciones y empresas, para recaudar fondos y tratar de crear conciencia en temas como el abuso sexual infantil, la trata de personas y el hambre. “Las secuelas del abuso infantil nos interesan y repercuten a todos”, dijo Aguilar, mientras desplegaba una serie de conceptos que explicaban las formas en las que ocurre este tipo de violencia desde las perspectivas de los niños y niñas, en una sociedad acostumbrada a ignorarles y a no considerarles sujetos de derechos, sino hasta que se convierten en adultos.

No ha sido fácil plantear el tema del abuso sexual infantil o la trata de personas en un evento en el que los pasillos y locales de madera están más bien llenos de adornos y colores y de olores florecientes. Objetos embellecidos de marcas y diseñadores que se han dado cita en un evento que quiere reunir dinero y esfuerzos para llegar a los niños y niñas más vulnerables en México. Sin embargo, es precisamente eso, lo que han transmitido, con elocuencia, algunos de los conferencistas: “Si un agresor sexual de un menor llega a la cárcel, ya vamos muy tarde”, ha concluido la fundadora de la organización Reinserta, Saskia Niño de Rivera, después de mostrar al público una serie de testimonios de personas en la cárcel en los que reconocen y explican el porqué sus actos los han llevado ahí.

Aguilar, por su parte, ha explicado que el escuchar a los menores y enseñarles en casa a expresar sus emociones libremente, así como nombrar las partes de su cuerpo de forma correcta, son solo dos de una larga lista de cosas que los padres deben de tener en cuenta para detectar cuando sus hijos están siendo violentados de alguna forma. “El gran aliado de la violencia sexual es el silencio”, dice, y asegura que el 90% de los casos de abuso infantil son perpetrados por personas de la más alta confianza de los niños y niñas, es decir, están en su entorno. Niño de Rivera, por su parte, añade que, mientras el tema siga siendo silenciado y visto como un tabú, no podrá llegarse a soluciones claras. De acuerdo con esta activista, un 75% de las agresiones de este tipo pasan dentro de la familia.

Violencia y abuso de sustancias

Sebastián Marroquín, el otro nombre que ha elegido ponerse el hijo del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, ha comenzado su participación recordando el que considera uno de los peores errores de su vida: “Yo tenía 16 años cuando amenacé públicamente a todo un país con vengar la muerte de mi padre”, dijo. Marroquín, arquitecto y diseñador industrial, ha hecho un recorrido por todas las muertes y las violencias que su padre provocó en Colombia, en pleno auge de su figura pública como uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo. Lo ha hecho mostrando imágenes crudas y difíciles de asimilar, lejos del glamur y del reflector de las grandes empresas que han enarbolado al narcotráfico con sus megaproducciones televisivas mundiales en narcoseries que rompen cifras de audiencia.

Marroquín —pero también Juan Pablo, o como sea que le deseen nombrar— es un férreo defensor de la posibilidad de paz y de la reconciliación en sociedades —como la mexicana— que han vivido capítulos de violencia brutal en sus historias. Ha pasado los últimos años de su vida haciendo lo que ha hecho este martes, en un auditorio con casi la mitad de sus asientos ocupados por jóvenes: “Me contratan para venir y desalentar a jóvenes como ustedes a que quieran aspirar a convertirse en narcotraficantes”, dice. Y recuerda todas las veces que ha tenido que pedir perdón por él, pero también por su padre, por todo el terror y la violencia que trajo consigo la corta existencia del narco colombiano. Marroquín ha mostrado un proyecto llamado Realidad virtual y prevención del delito, que ha podido implementar en escuelas de México, en el que muestra con lentes de realidad virtual varios escenarios ante los que los más jóvenes tienen que tomar decisiones que podrían determinar su futuro.

También Eduardo del Villar, un joven que perdió a su hermano tras un brote psicótico provocado al consumir sustancias psicoactivas, habló sobre el acceso al alcohol y a las drogas que muchos jóvenes tienen desde edades muy tempranas y que los coloca en un estado de vulnerabilidad máxima. Convertido en un activista tras el suicidio de su hermano, en septiembre de 2022, Del Villar ha llevado desde entonces un mensaje en el que reprocha que en México se tenga “un mayor acceso a drogas que a alimentos”, y ha llamado a los padres de familia a prestar atención y apoyo cuando el comportamiento de sus hijos cambia drásticamente.

En un cierre de jornada al estilo Hollywood —con la proyección de un fragmento cinematográfico— Tim Bllard, el exagente del Gobierno de Estados Unidos, en cuya historia real está basada la película de 2023 Sound of Freedom, ha dedicado su presentación a hablar obre la trata de menores, los mecanismos tecnológicos que usan los abusadores para cometer este tipo de delitos a través de redes internacionales, y ha refrendado su incansable lucha por erradicar este delito allá a donde le llamen y su experiencia sea requerida.

En una de las charlas de este primer día del encuentro, un joven ha preguntado qué les toca a ellos hacer para “contribuir a la causa”. Una de las panelistas ha hecho una corta, pero precisa lista con la que adolescentes como él podrían contribuir. Empezar a mirar el problema del abuso sexual o la violencia desde otras perspectivas: comenzar con la deconstrucción de un machismo que se aprende culturalmente desde pequeños; crear entornos seguros para las mujeres que les rodean; preguntarse y cuestionarse por qué hombres jóvenes de distintos círculos socioeconómicos pagan los servicios sexuales de mujeres que —gran parte de ellas— están contra su voluntad en lugares que ofrecen esos servicios, y pensar en que si hay una gran oferta en este tipo de negocios, es porque, seguramente, la demanda es gigantesca. Una demanda que hombres en su mayoría alimentan cada día con su dinero y su posición de privilegio.

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Sobre la firma

Erika Rosete
Es periodista de la edición mexicana de EL PAÍS.
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