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La opaca trastienda del café mexicano

Una investigación de Empower sobre la trazabilidad de los productos de Nestlé y Starbucks retrata la abusiva relación con los pequeños productores, las presiones a las que son sometidos, y el impacto en el medio ambiente

La productora Angélica Sarmiento corta los frutos del café en la finca Micaela, en Xico (Veracruz), en enero de 2025.
La productora Angélica Sarmiento corta los frutos del café en la finca Micaela, en Xico (Veracruz), en enero de 2025.Victoria Razo
Georgina Zerega

Cirio Ruiz camina por su finca y revive el momento en que le arrestaron. Estaba con el machete en mano, quitando la maleza que crece entre sus plantas de café y las más de 70 especies que cultiva. Allí donde apenas llega la señal de teléfono, unas camionetas de la policía fueron a buscarle. Lo interceptaron cuando iba a saludarles, le mostraron sus armas, le arrastraron hasta el vehículo y se lo llevaron detenido. Era 26 de mayo de 2023 y pasó 34 días en prisión. Le acusaban a él y a otras cuatro personas de provocar un incendio en las instalaciones de la comercializadora Agroindustrias Unidas de México (Amsa) mientras protestaban por precios justos en la compra de café. La justicia luego los absolvió, aunque la empresa continúa en apelaciones. “¡43 años de lucha! Siempre de protesta pacífica, civil, gremial. Con la calculadora como arma”, dice el líder cafetalero.

El relato de Ruiz ilustra uno de los problemas, el de las presiones, en la larga lista de obstáculos que enfrentan los pequeños productores de café en México. Una investigación de la organización Empower, una organización dedicada a la investigación corporativa, en alianza con Coffee Watch y ProDESC, sobre la trazabilidad de los productos de Nestlé y Starbucks retratan la opaca trastienda del café mexicano, donde brotan los abusos hacia los pequeños productores, se expanden prácticas de enorme impacto medioambiental y se entremezclan los intereses económicos con los poderes políticos. En medio queda el grano, dorado con tintes canela, que se abre paso cada año en un mercado que no alcanza a producir lo que pide la demanda global. Allí, México se ha consolidado entre los países que más aporta, en décimo lugar, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

Gaudencio Coavichi retira la cáscara de los frutos del café luego de ser despulpados.
Una persona retira la cáscara de los frutos del café luego de ser despulpados, en Veracruz.Victoria Razo

La cosecha se retrasó dos meses este invierno y comenzó en enero. “Quién sabe por qué”, decían algunos productores en Coatepec estos días. Si este año, como esperan, supera al invierno pasado, saldrán de las montañas del centro y el sur del país más de un millón de toneladas de café cereza, como se le llama al fruto que envuelve al grano. La mayoría de esa producción va a parar a manos de intermediarios, que pueden ser coyotes o empresas comercializadoras, que a su vez revenden a los grandes conglomerados un flujo continuo de este grano, caso de Nestlé o Starbucks. Las compañías que se encargan de esto, como Amsa, han sido señaladas por los agricultores de prácticas monopólicas, una acusación que ellos niegan. Pero lo cierto es que se han convertido desde hace años en casi la única alternativa que tiene los dueños de las fincas para meter su café en el mercado.

Amiguismo político

Tal y como lo hizo en el inicio de sexenio de Andrés Manuel López Obrador, Nestlé anunció a finales del pasado enero una inversión de 1.000 millones de dólares en México para los años que durará el Gobierno de Claudia Sheinbaum. En la anterior Administración, ese dinero le rindió sus frutos no solo para establecer vínculos fuertes con el Ejecutivo. También le sirvió para acampar a sus anchas. En julio de 2022, la multinacional suiza inauguró junto al presidente una nueva planta de Nescafé en Veracruz, con la que convirtió a México en su mayor proveedor, de acuerdo a lo que anunciaron en un comunicado, por encima de Brasil y Vietnam, los dos países que más producen café en el mundo.

Cirio Ruiz, titular del Consejo Regional de Cafe de Coatepec, contempla sus cultivos en su finca ubicada en el ejido Echeverría, Veracruz.`
Cirio Ruiz, titular del Consejo Regional de Cafe de Coatepec, en su finca en el ejido Echeverría, Veracruz.Victoria Razo

“Hubo como un doble juego. Uno fue hacer alianza con los de baja escala, las culturas originarias, pero también hizo una alianza muy clara con las compañías cafeteras”, dice Ruiz, al repasar la situación del café en el sexenio pasado. ¿”Cómo se les dan facilidades desde Veracruz, un bastión del morenismo? Tantas facilidades para que la empresa lleve a cabo una acusación a grado de que nos metan a la cárcel a cinco por venganza”. El caso de los productores apresados en Veracruz recorrió el país en 2023, y puso en alerta a las organizaciones y cooperativas cafetaleras de otros Estados que también venían peleando contra los precios abusivos.

El problema inició en enero de 2022. Los productores de Ixhuatlán, a unos 100 kilómetros de Xalapa, la capital de Veracruz, bloquearon las puertas del beneficio de Amsa en rechazo a una sorpresiva bajada de los precios. La tensión escaló al punto de que unas oficinas de la compañía fueron incendiadas y la empresa respondió denunciado a las productores por estragos, un delito tipificado en el código penal local. Durante más de un año, aquello quedó en la nada, hasta mayo de 2023, cuando agentes de la Fiscalía estatal detuvieron a Ruiz y a cuatro compañeros por supuestos “estragos”. Para los agricultores, el caso tuvo la complicidad de las autoridades estatales, porque estas industrias representan un bastión en la economía local. En 2021, la derrama económica que dejó este producto en el Estado fue de 1.300 millones de pesos, según datos del Gobierno federal. Consultado por este medio, uno de los dirigentes de Amsa no ha hecho declaraciones para este reportaje.

Semillas de café en proceso de secado, en el patio de Gaudencio Coavichi, en Úrsulo Galvan.
Semillas de café en proceso de secado, en el ejido Úrsulo Galvan. Victoria Razo

A la complicidad entre políticos y empresarios se refiere la investigación de Empower, que señala que además hay aportes económicos y convenios con los Ejecutivos. Dos subsidiarias de Nestlé concentran “30 convenios y 540 contratos públicos con al menos 33 instancias” de la Administración pública. “Gracias a estos acuerdos, Nestlé siguió construyendo su espacio de influencia en el sector público en México, marcando pautas en la investigación, educación y producción de alimentos, así como en la salud pública y nutrición del país”, señala el informe.

Detrás de una taza de Nestlé o Starbucks

La investigación, que está basada en entrevistas, documentos académicos y reportes aduanales, señala a las comercializadoras como el origen de la explotación laboral. El retrato que pinta es una producción en manos de gente con pocos recursos, muchas veces familias indígenas, que siembran y cosechan la planta dentro del entorno familiar y obtienen un pequeño porcentaje de lo que produce ese grano. “Los precios de referencia del café son fijados en las bolsas de valores de Nueva York y Londres y, a partir de ellos, las empresas comercializadoras definen el precio de compra en función de variables como la región, el tipo y la calidad del café, y las certificaciones con las que cuenta el productor”, señala el documento. “Los precios del café en México están ampliamente determinados por sus compradoras finales, entre las que destaca Nestlé —que adquiere aproximadamente el 25% del café mexicano— y Starbucks”.

Gaudencio Coavichi, realiza el despulpe del café junto con su esposa Magdalena y su nieto Johan, en su hogar en Úrsulo Galvan.
Gaudencio Coavichi, realiza el despulpe del café junto con su esposa Magdalena y su nieto Johan, en su hogar en Úrsulo Galvan. Victoria Razo

Las dos transnacionales no compran de manera directa a los productores mexicanos. Sino que pasan por intermediarias, apunta el informe: ECOM Agroindustrial, con base en Suiza, Neumann Kaffee Gruppe, de Alemania, y Louis Dreyfus, de Países Bajos. Nestlé, de acuerdo al documento, maneja el 24% de la producción global y lo usa para fabricar Nescafé, Nespresso y Dolce Gusto. Desde 2018, también distribuye las cápsulas y productos de la marca Starbucks que suelen venderse en los supermercados. Mientras que la cadena de franquicias compra café mexicano para llevárselo a Estados Unidos, donde hace el tostado, y lo vuelve a importar a través de la empresa Alsea, señala Empower. El grano lo adquieren también a través de Amsa, la misma comercializadora que usa la compañía suiza.

“Para que su negocio sea redituable, por supuesto, las comercializadoras deben quedarse con un porcentaje del valor del café, reduciendo aún más el precio pagado a los campesinos. En este proceso, explican los productores, los precios del café se reducen tanto que a veces son insuficientes incluso para cubrir los gastos que invirtieron en la producción”. Los productores, según han señalado a este periódico, reciben estos días un promedio de 18 pesos por kilo de café cereza. Algunos especialistas calculan que se necesitan unos 10 kilos de esos, que cuestan unos 180 pesos, para hacer un kilo de café tostado. Mientras que ese mismo grano se vende en los supermercados a gran precio: un paquete de 12 cápsulas con 66 gramos de café en total cuesta 177 pesos, lo que eleva el precio del kilo a 2.681 pesos. Ese cálculo deja a los productores con una ganancia del 6 o 7% del total.

Consultada sobre las bajas compensaciones que reciben los productores, Nestlé ha señalado que el ciclo 2024-2025 ha sido “históricamente el más alto” que han pagado a sus proveedores directos en México, y aseguran que creen “firmemente” en que “los caficultores deben ganar un ingreso suficiente para mantener un nivel de vida digno”. “Todas nuestras operaciones de café cumplen con las leyes locales y los estándares internacionales. Si se encuentran indicios de que estos estándares no se están siguiendo, investigaremos y tomaremos las acciones correctivas necesarias”, ha señalado en un mensaje enviado a este periódico. Starbucks, por su parte, no ha respondido a las consultas de este medio.

Granos de café en proceso de secado.
Granos de café en proceso de secado.Victoria Razo

Arturo García, un productor de Guerrero, asegura que las comercializadoras son “buitres” que rondan el negocio del café. “Amsa no respeta el precio de la bolsa, te pagan lo que ellos quieren”, reclama en entrevista telefónica. El agricultor dice que al inicio del sexenio de López Obrador se habló de una reactivación del sector, pero “lo único que se hizo fue dar un subsidio de 6.000 pesos anuales” que, aunque ese dinero les vino bien, “decir que se va a reactivar con eso no es cierto”. García sostiene que la política del sexenio pasado, donde se atacaba a los intermediarios, acabó golpeando a las cooperativas locales, mientras que no hizo mella con los coyotes o las acaparadoras. “Para que la venta sea posible y justa, los pequeños productores tienen que unirse, le debemos nuestra supervivencia a la organización autogestiva”.

La investigación de Empower agrega: “La falta de organización colectiva no sólo disminuye el poder de negociación [de los productores], sino que también incrementa su dependencia financiera, ya que muchos se ven obligados a recurrir a préstamos monetarios o en especie, como fertilizantes o plántulas, que frecuentemente son otorgados por las mismas empresas que luego compran su café”.

Impulso al café robusta

La prueba más visible del avance del café robusta en México son los plantíos que han comenzado a extenderse a lo largo del país. Hectáreas que han sido desmontadas para sembrar este árbol que no supera los cuatro metros. Esta variedad, a diferencia del arábica, se siembra a pleno sol y por lo tanto suele estar acompañada de deforestación. Es una planta que da un fruto de menor calidad y que resulta más barato en el mercado, algo que atrae a los grandes productores de café en el mundo. Algunos países, como Brasil, se volcaron a cosechar robusta para venderles a las grandes compañías. Pero el campo mexicano se ha resistido a las presiones para dejar de sembrar arábica, una especie más respetuosa del medio ambiente. Esas hectáreas deforestadas continúan siendo, de momento, un número residual en la producción nacional.

Instalaciones abandonadas de BEMEX-Coatepec, una ex fábrica de café inaugurada en el periodo de Gustavo Diaz Ordaz.
Instalaciones abandonadas de BEMEX-Coatepec, una ex fábrica de café inaugurada en el periodo de Gustavo Diaz Ordaz.Victoria Razo

“Nestlé ha impulsado, a través de sus intermediarios, para que sembremos robusta. Pero la gente no lo ha hecho”, dice García, de Guerrero. Las presiones vinieron en forma de castigos a los precios del arábica, o en asistencia técnica que les daban gratuitamente si se pasaban al robusta, explica el agricultor. Les regalaban además las plantas a través de programas de responsabilidad social y le pagaban un pequeño sobreprecio a su producción si era robusta, “algo pírrico”, con el fin de que abandonaran su variedad y se volcaran a la preferencia de las grandes empresas. No fue suficiente, la mayoría de los pequeños productores se mantuvo con el arábica.

“La ‘robustización’ del café mexicano impulsada principalmente por Nestlé y los programas operados por las acaparadoras para controlar la producción de café mexicano constituyen una importante amenaza contra el medioambiente, tanto por su potencial deforestador como por la posible eliminación de las variedades de café tradicionalmente cultivadas en el país”, señala la investigación. La resistencia que mantiene de momento el campo mexicano esquinó a Nestlé a traer café de afuera. La empresa importó entre 2022 y 2024, de acuerdo a los registros aduanales, unas 8.129 toneladas de café de Brasil, Colombia, Honduras y Guatemala. En ese mismo periodo, apenas compró 1.885 toneladas en México. El grueso de grano que introdujo al país era café robusta. La inundación del mercado con esta variedad traída de afuera ha sido otro factor que golpeó el precio que le pagan a los productores de arábica, denuncian los agricultores.

Sobre la polémica del café robusta, la compañía afirma que “el Plan Nescafé incluye la promoción de la adopción de prácticas agrícolas sostenibles y regenerativas, que incluyen: diversificación de cultivos, conservación natural del suelo y desarrollo de variedades que sean más resilientes al cambio climático”. La empresa asegura además que ha financiado la plantación de 225.000 árboles de sombra, aunque no da detalles sobre dónde han sido plantados.

A pesar de todas las certificaciones medioambientales y compromisos éticos que anuncian en los productos, la cadena del café mexicano esconde prácticas poco justas para aquellos que trabajan la tierra y para el suelo mismo, reconocen los productores consultados por este periódico. “Con cada taza de café que tomas apoyas al crecimiento de los caficultores”, se lee en un frasco de Nescafé en un supermercado de Ciudad de México. A escasos centímetros, en la misma góndola, descansan decenas de cápsulas de Starbucks y Dolce Gusto. De cada producto de esos, apenas entre el 6 y 7% llegará a manos de los agricultores.

Frutos de café cosechados en la finca Micaela, en Veracruz.
Frutos de café cosechados en la finca Micaela, en Veracruz.Victoria Razo

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Sobre la firma

Georgina Zerega
Es reportera en la redacción de México y cubre actualmente la cartera de política. También colabora en la cobertura de Argentina, de donde es originariamente. Antes de entrar al periódico, trabajó en radio y televisión en su país natal.
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