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El HueyCoyote, de violinista de música clásica a estrella de TikTok con cumbias

Cansado de trabajar meses en un disco que al final nadie escuchara, optó por componer canciones más cortas con letras graciosas sobre lo que veía en redes sociales. El éxito le llegó en un mes

Fernando de Ita, conocido como HueyCoyote, en Ciudad de México.
Fernando de Ita, conocido como HueyCoyote, en Ciudad de México.Aggi Garduño
Joaquín Patiño

Un corrido de Harry Potter, Martillazo de Dani Flow convertida a un bolero “que puede escuchar tu abuelita” y una nueva versión del fierro viejo. Fernando de Ita (Guadalajara, 29 años) empezó a presumir sus dotes musicales en TikTok con versiones y canciones graciosas. Su música rompió el algoritmo de la red social china. En marzo de 2022 subió su primer video, para abril ya tenía una oferta con una marca que tardó un par de meses en fraguar y en esos dos meses El HueyCoyote, nombre con el que bautizó su proyecto musical, triplicó sus números en redes sociales “y tuve que agregarle un cero a la oferta”, comenta entre risas, bajo un techo que resguarda de la llovizna en los Viveros de Coyoacán. No le gusta que se refieran a él como Fernando, “ese es el nombre del viejón”, bromea haciendo referencia a su padre. Prefiere Coyote. “Hasta mi madre me llama así ahora”.

“Más que un proyecto, es una inspiración continua [que realizo] con honor, con mucho respeto a la palabra escrita y a la creatividad”, dice cuando habla de cómo nació HueyCoyote. A los ocho años estudió violín y música clásica. Lo dejó porque el ambiente escolar, proveniente de Rusia, era muy duro. “Terminé por odiar y no querer saber nada de la música nunca más”. Fue entonces que llegó el alter ego. “Soy 5% Fernando y 95% HueyCoyote; Fernando fue un niño que sufrió mucho acoso, mucho bullying. Coyote vino a abrazarme y decirme: ‘ven, tranquilo. Todo está bien”.

Se reencontró con la música en la adolescencia. A los 16 años se mudó al Estado de Hidalgo para estudiar guitarra clásica y “descubrí a Calle 13 cuando colaboraban con Rubén Blades, Seun Kuti, Totó la Monposina y dije: ‘wow, esto existe”, rememora. “Me empezaron a interesar mucho las culturas originarias. Tengo un amor profundo por el Totonacapan, una cultura que sigue viva, sobre todo en Veracruz; allí está viva y latente”, dice.

Al exponerse a este nuevo mundo, Coyote tuvo un conflicto musical de nuevo. “Siendo un acérrimo estudiante de la música clásica, no entiendo por qué me enseñaron a Dmitri Shostakovich en lugar de Etelvina Maldonado cuando yo estoy más cerca de Colombia que de Rusia”. Comenzó a empaparse de la música cercana a él “y todo cambió al descubrir la danza de artesa”. Una danza afromexicana que se da en la costa chica de Guerrero y Oaxaca. Coyote explica que el baile se hace sobre una tarima “y cuenta la leyenda, que inició porque los mestizos le daban la vuelta a las balsas y zapateaban sobre ellas. Se me hace el acto más punk que existe”.

Coyote también se encaminó al punk. No con guitarrazos, ni gritos de anarquía. Sí con melodías de corta duración y mezclando géneros que quizás se discuten de broma, en medio de la noche, bajo los efectos del alcohol y parecen inverosímiles. Pero, HueyCoyote demostró que el corrido tumbado también congenia con un personaje de ficción o que las letras que caracterizan al reguetón, generalmente vulgares, puedes ser dedicadas en un romántico bolero, y que la mejor forma de empezar tu carrera musical es con un minuto de melodía y un video en redes sociales; ya no hace falta tocar la puerta de las grandes disqueras y esperar que a un ejecutivo le guste tu apuesta.

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Joaquín Patiño
Es periodista y redactor de tendencias en EL PAÍS México. Fue director creativo y coordinador de video de Branded Content en Cultura Colectiva.
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