Quién es quién en el juicio a Genaro García Luna: una guía en tiempo real
El exsecretario de Seguridad Pública de México es declarado culpable de los cinco delitos que se le imputan
Genaro García Luna, secretario de Seguridad del Gobierno de Felipe Calderón, se sienta en el banquillo de los acusados en Nueva York. Es el juicio de más alto perfil contra un exfuncionario mexicano en Estados Unidos. Las autoridades acusan al antiguo jefe de la Policía Federal de tres cargos por tráfico de cocaína, uno por delincuencia organizada y otro por dar declaraciones falsas. Todos son delitos graves y el acusado se enfrenta a un mínimo de 10 años de cárcel y a una pena máxima de cadena perpetua, salvo que llegue a un acuerdo de culpabilidad. La Fiscalía tiene una lista de más de 70 testigos listos para declarar en un proceso que se espera que dure alrededor de dos meses. Esta es una guía actualizada de quiénes son los actores principales del caso y de quiénes ya han declarado en la corte de Brooklyn, una lista que incluye a jefes criminales, narcotraficantes y agentes estadounidenses, entre otros.
El acusado: Genaro García Luna
García Luna, de 54 años, fue detenido en Dallas (Texas) el 9 de diciembre de 2019, apenas cinco meses después de que fuera sentenciado Joaquín El Chapo Guzmán. El exfuncionario fue director de la Agencia Federal de Investigación (AFI), un organismo que investigaba delitos federales durante el Gobierno de Vicente Fox (2000-2006). En la Administración de Calderón (2006-2012) fue secretario de Seguridad Pública, una cartera creada por el expresidente y que fue crucial para lanzar la guerra contra el narcotráfico en México. Después de salir del servicio público, se mudó a Estados Unidos y se convirtió en contratista del Gobierno en la Presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-2018). La Fiscalía afirma que ha colaborado durante más de 20 años con el Cartel de Sinaloa y que utilizó su poder para facilitar el tráfico de drogas de la organización criminal a Estados Unidos. Lo señala también de recibir sobornos millonarios, amenazar a periodistas y amedrentar desde la cárcel a testigos potenciales. Sus abogados niegan todas las acusaciones y dicen que se trata de una venganza política. Calderón sostiene que nunca tuvo conocimiento de nexos de miembros de su Gabinete con el narcotráfico.
Los testigos
Cristina Pereyra
Cristina Pereyra, la esposa de García Luna, fue la única testigo que llamó la defensa en el juicio. La declarante fue convocada a la corte para dar explicaciones sobre las declaraciones patrimoniales, las propiedades y los vehículos de su marido. Los abogados también apostaron por ella para generar empatía en el jurado y lograron blindarla de los cuestionamientos de la Fiscalía sobre el tren de vida de su familia a partir de 2012, cuando el acusado dejó el Gobierno de Felipe Calderón. “Pensamos en salir fuera de México porque queríamos que nuestros hijos tuvieran una vida normal”, dijo sobre la decisión de mudarse a Miami. Pereyra aseguró que su pareja y ella empezaron a labrarse un futuro con pequeños ingresos y oportunidades de negocio, y denunció haber sufrido el acoso de la prensa en los años que su esposo fue miembro del Gabinete. Fue la última persona que declaró en el juicio antes de la presentación de los argumentos de cierre.
Jesús El Rey Zambada
El testimonio de Jesús El Rey Zambada fue uno de los más esperados del juicio y anunciado como el último “testigo significativo” de la Fiscalía. El hermano de Ismael El Mayo Zambada, que empezó a cooperar con las autoridades estadounidenses desde hace más de una década, dijo que el Cartel de Sinaloa pagó al menos cinco millones de dólares a García Luna a finales de 2006, cuando corría la versión de que iba a convertirse en secretario de Seguridad Pública, en dos reuniones por separado. “Lo vi para entregarle un dinero”, dijo el capo y aseguró que en una de esas dos ocasiones coincidió con el exfuncionario. “Me quedé sorprendido”, reconoció sobre el encuentro. El Rey corroboró varios relatos que ya se habían dado en el proceso como la colecta de dineros que organizaban los lugartenientes de Arturo Beltrán Leyva para el pago mensual de sobornos al entonces director de la AFI, así como detalles sobre decomisos y entregas de dinero a miembros de la estructura de las instituciones policíacas.
Édgar Veytia, El Diablo
Edgar Veytia, exfiscal de Nayarit, fue el vigésimo testigo en declarar. El exfuncionario, también conocido como La Bestia o El Diablo, aseguró que la instrucción del Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012)y la Secretaría de Seguridad Pública de García Luna era proteger a Joaquín El Chapo Guzmán y al Cartel de Sinaloa. “La línea era [proteger a] El Chapo”, declaró Veytia. El testimonio del exfuncionario es el primero en señalar directamente al expresidente de México en el proceso judicial en Nueva York. Calderón negó que tales ordenes existieran durante su mandato. “Nunca negocié ni pacté con criminales”, escribió el exmandatario en sus redes sociales. Fue uno de los testimonios más esperados del juicio, aunque no dio detalles de primera mano sobre los nexos de García Luna con los carteles de la droga.
Anthony Wayne
Anthony Wayne fue embajador de Estados Unidos en México entre 2011 y 2015, durante la Presidencia de Barack Obama. Wayne fue llamado al estrado por la Fiscalía para contrarrestar la estrategia de la defensa de mostrar al jurado cinco fotos de García Luna con altos funcionarios estadounidenses como Obama y Hillary Clinton, ex secretaria de Estado en esa Administración. El diplomático dijo que se reunió varias veces con García Luna y que los encuentros eran parte de su trabajo, aunque no ahondó en las acusaciones contra el exfuncionario. También comentó que no había recibido información creíble sobre delitos cometidos por el exsecretario, aunque reconoció que había poca confianza en la Policía Federal, liderada por el acusado.
Héctor Javier Villarreal
Héctor Javier Villarreal fue secretario de Finanzas durante el Gobierno de Humberto Moreira en Coahuila, de 2008 a 2010. El testigo dijo que García Luna pagaba 25 millones de pesos al mes a El Universal, uno de los diarios más conocidos de México, a cambio de cobertura positiva para la Secretaría de Seguridad Pública. “El acuerdo eran 25 millones de pesos mensuales para apoyarlo”, dijo. El declarante dijo que uno de los pagos al periódico salió de la Secretaría estatal de Finanzas y presentó la factura ante el jurado, aunque no se mencionaba al acusado por nombre. También dijo que Moreira fue el intermediario clave para cerrar el acuerdo. El exgobernador sostiene su inocencia, pese a que el testigo se declaró culpable hace años. Villarreal fue el primer exfuncionario mexicano en declarar en el juicio contra García Luna.
Francisco Cañedo
Francisco Cañedo es un expolicía federal mexicano que afirmó que vio una reunión entre García Luna, Arturo Beltrán y Édgar Valdez Villarreal, alias La Barbie. El encuentro se dio en una carretera del Estado de Morelos el 19 de octubre de 2008, según su versión. El expolicía aseguró que compartió la información con la entonces diputada Layda Sansores, actual gobernadora de Campeche y que filtró la información a los medios de comunicación. “Me quedé temblando”, admitió Cañedo. El testigo sostuvo que, como represalía por denunciar a su jefe, fue detenido por sus superiores y acusado de seis delitos graves, aunque un juez acabó por absolverlo. Su declaración es un testimonio clave para la Fiscalía para demostrar los nexos del acusado con el crimen organizado.
Harold Poveda, El Conejo
Harold Poveda, alias El Conejo, es una capo colombiano que trabajó para el Cartel de Sinaloa y colaboró estrechamente con Arturo Beltrán, entonces aliado de la organización criminal. Poveda fue el enlace entre los narcotraficantes de México y de Colombia, y confesó haber ayudado a traficar al menos 1.000 toneladas de cocaína a Estados Unidos. Poveda no conoció ni tuvo contacto directo con García Luna, pero su testimonio puso ante los ojos de los jurados los supuestos montajes que hacía el exfuncionario durante su paso por el Gobierno. Habló de que fue secuestrado, torturado y obligado a grabar una confesión falsa por agentes de la Policía Federal. “¿Eres El Conejo, hijo de tu puta madre? Porque ya te chingaste”, fue una de las frases que adjudicó a los elementos de la corporación. El Conejo también dio amplias referencias sobre los cientos de animales exóticos que tuvo durante su extravagante paso por el mundo criminal: jirafas, leones, tigres, hipopótamos y aves extrañas, entre muchos otros. El reto de la Fiscalía es vincular los dichos del testigo con los delitos de los que se acusa al exsecretario.
Israel Ávila
Israel Ávila es un agente de bienes raíces reconvertido a lugarteniente del Cartel de Sinaloa. Empezó con contratos de alquiler a miembros de la organización que se hacían pasar por agentes de la AFI, cuando García Luna estaba al frente de la institución. Después de que los falsos policías cometieran varios asesinatos y una de las propiedades fuera incautada, los criminales revelaron sus identidades falsas. “Me preguntó si sabía para quién estaba trabajando”. Ávila se refería a Mario Pineda Villa, alias El MP, alto rango del grupo criminal, aunque hasta ese punto, para él, era un policía más. “Sí, para gente de la AFI y de Genaro García Luna”, contestó. “No, estás equivocado. Ni tú ni nosotros trabajamos para Genaro García Luna, Genaro García Luna trabaja para nosotros”, replicó el capo.
Ávila también habló de cómo empezó a llevar la contabilidad del MP y de su hermano, Alberto Pineda Villa El Borrado, en hojas de cálculo de Excel para administrar mejor las operaciones del grupo criminal. “Eran millones de dólares, en efectivo”, declaró. “La máxima cantidad que a mí me tocó ver fueron cinco millones de dólares”, aseguró sobre los sobornos de los narcos a García Luna. Los abogados de la defensa niega todas las acusaciones.
Raúl Arellano
Raúl Arellano ha sido el primer exagente de la Policía Federal llamado a declarar contra García Luna. Arellano, un elemento en el nivel más bajo en la jerarquía de la corporación, se dijo desencantado de la corrupción y el contubernio de las autoridades y el crimen organizado. Aseguró, en específico, que había un “grupo especial” de policías federales que facilitaba el tráfico de droga en el aeropuerto de Ciudad de México, donde él trabajó durante años. “Me sentí muy cansado y decepcionado, y decidí retirarme”, afirmó. El policía también decodificó las claves policiales en su supuesta colaboración con los carteles: 79 era el código para droga, 40 para el dinero. De eso hablaban los policías que colaboraban con el narcotráfico cuando lograban que entraran las “maletas”, como llamaban a los cargamentos de los grupos criminales. Su testimonio no pudo ser desmontado por los abogados de García Luna, que batallaron para hacerle titubear y encontrar contradicciones en su declaración.
Óscar Nava Valencia, El Lobo
Óscar Nava Valencia, también conocido como El Lobo, fue líder del antiguo Cartel del Milenio, una organización que se alió con el Cartel de Sinaloa en los primeros años de la guerra contra el narcotráfico. Por ese grupo criminal pasó Nemesio Oseguera El Mencho y el brazo armado de Los Cuinis. Fue la semilla de lo que después se convirtió en el Cartel Jalisco Nueva Generación, uno de los grupos criminales más poderosos en la actualidad. Nava Valencia aseguró que pagó más de 10 millones de dólares en sobornos a García Luna a cambio de protección, información clasificada y facilidades para su red de narcotráfico.
Siempre según su versión, El Lobo dijo que se reunió al menos dos veces con el exfuncionario. En un primer encuentro en Cuernavaca, el exsecretario le pidió cinco millones de dólares a cambio de un documento que comprobaba que la DEA había estado detrás de un decomiso de 20 toneladas de cocaína transportada desde Colombia en 2007. El informe permitió al capo reparar la relación con sus socios colombianos y ahorrarse el pago de más de 50 millones de dólares por las pérdidas. El segundo fue en Guadalajara y García Luna le pidió en esa ocasión alrededor de tres millones de dólares más. El Lobo dudó ante los cuestionamientos de Miedel, el número dos de la defensa, y admitió que habló por primera vez del pago de sobornos al exsecretario hasta 2020, pese a tener para entonces casi una década como colaborador de los fiscales estadounidenses. También tuvo que reconocer que en diciembre pasado cambió la versión de su testimonio y que, de pronto, dijo a las autoridades que no conocía a García Luna, aunque después rectificó. “Uno tiene temor de sentarse aquí”, justificó el convicto, que dijo que ha sufrido amenazas y atentados por cooperar con el Gobierno de Estados Unidos.
Héctor Tolentino
Tolentino entró y salió varias veces de la cárcel en Estados Unidos por tráfico de drogas. Fue jefe de Los Trinitarios, una pandilla con miembros de origen dominicano, y vendió drogas del Cartel de Sinaloa por varios meses en 2019, hasta que fue detenido a finales de año. Traficó con cocaína, marihuana y fentanilo. El país norteamericano sufre una epidemia de salud pública por sobredosis de fentanilo y otros opioides, que ha provocado la muerte de decenas de miles de personas cada año. Su testimonio tampoco está relacionado directamente con el caso contra el exsecretario. Al igual que en el caso de Tirso Martínez y los agentes estadounidenses, los fiscales lo llamaron a declarar para poner cara a los cargos que se imputan a García Luna por compra, venta y distribución de cocaína en Estados Unidos.
Tirso Martínez, El Futbolista o El Mecánico
Entre 2002 y 2003, El Futbolista fue el principal encargado del Cartel de Sinaloa para traficar drogas en tren desde México a Estados Unidos. Tenía múltiples alias, pero era llamado así porque era dueño de cuatro equipos profesionales de fútbol. Martínez nunca conoció ni habló con García Luna. La Fiscalía lo llamó para explicar al jurado cómo se da el tráfico de cocaína a Nueva York, las prácticas corruptas y la violencia con la que operan los grupos criminales. Ya había declarado en el juicio contra El Chapo y fue específico sobre los acuerdos de protección entre el narco y las autoridades. “Compadre, El Corajudo [refiriéndose a Ismael El Mayo Zambada] tiene arreglos con todos: los federales, los militares, los judiciales del Estado, los tránsitos...”, contaba El Mecánico. Fue extraditado en 2015 y tras llegar a un acuerdo con las autoridades, sentenciado a siete años de cárcel por el juez Cogan. Está libre desde diciembre de 2021.
Sergio Villarreal Barragán, El Grande
El Grande fue el primer testigo en declarar contra García Luna. Fue un policía corrupto en corporaciones estatales y federales, antes de formar parte de grupos criminales como el Cartel de los Beltrán Leyva. Villarreal Barragán, que mide más de dos metros, fue un capo importante cuando los hermanos Beltrán Leyva eran aliados del Cartel de Sinaloa y uno de los altos mandos tras la ruptura entre ambas organizaciones. Su testimonio fue muy explosivo: dijo que García Luna colaboró con el cartel de Sinaloa desde que era director de la AFI y que recibía sobornos mensuales de más de un millón de dólares. El Grande habló de cómo el narco tenía compradas a las autoridades en México: policías, militares, fiscales, agentes, funcionarios públicos federales, estatales y municipales. Fue detenido en 2010 y extraditado en 2012, durante el sexenio de Calderón. El capo ya cumplió su condena en Estados Unidos y fue liberado hace más de un año. “Con ayuda del Gobierno, el cartel creció en cuanto a territorio, en la cantidad de drogas que movíamos y eliminó a sus enemigos”, afirmó.
Agentes estadounidenses
En la primera semana de interrogatorios, la Fiscalía llamó a cinco agentes estadounidenses para que confirmaran algunos detalles del testimonio de Tirso Martínez. El primero fue Ernest Cain, un policía jubilado de Chicago. Los siguientes dos fueron Jamal Hormedo y Matthew Coleman, dos agentes especiales de la DEA. Noel Malony, un agente aduanal, y Steven Tamayo, un oficial de control de fronteras, también se subieron al estrado. Hablaron de incautaciones y operativos que se hicieron contra el Cartel de Sinaloa en Estados Unidos hace más de 20 años. No tenían relación directa con el caso contra García Luna, pero los fiscales los llamaron para explicar a los jurados por qué se estaba juzgando a un exfuncionario mexicano en Nueva York.
En la segunda semana de interrogatorios estuvo Adrián Ibáñez, un agente de Inteligencia de la DEA. Como en el caso del testimonio de Tirso Martínez, Ibáñez fue llamado al estrado para redondear los dichos de Óscar Nava Valencia, alias El Lobo. El capo habló de un alijo de 23,5 toneladas de cocaína a finales de 2007. Ibáñez señaló que fue el mayor decomiso de la historia, no solo de México, sino del mundo. En otra audiencia, Manuel Madrigal, otro agente antinarcóticos, afirmó que la DEA tenía información sobre sobornos del narco a García Luna y a miembros de la Policía Federal desde hace más de 10 años. En esa sesión, también declararon dos integrantes de la Guardia Costera estadounidense sobre decomisos de droga, Cliffton Harrison y Todd Bagetis, que ya se ha jubilado.
En la tercera semana de interrogatorios fue llamado José Moreno, un agente del FBI que habló de cómo las autoridades estadounidenses compartieron información con sus contrapartes mexicanas para la captura de El Chapo. Moreno se quejó de que los agentes federales, a cargo de García Luna, llegaban tarde a las operaciones, realizaban los cateos en domicilios indirectos y se convirtieron en colaboradores poco confiables. El agente también declaró en el juicio de Guzmán.
Iván Carrera, un agente de la DEA que participó en la detención del exfuncionario en Dallas (Texas) en diciembre de 2019, contó que García Luna negó haber tenido nexos con el narcotráfico durante su gestión y también dijo que no conocía Iván Reyes Arzate, un excomandante de la Policía Federal que fue condenado en 2022 a 10 años de cárcel por ese delito. La Policía Federal dependía de la Secretaría de Seguridad Pública de García Luna. “Dijo que nunca los ayudó y que los combatió”, comentó Carrera, quien admitió que la declaración después del arresto no se grabó por un problema con el equipo de la DEA. Pese a eso, el exsecretario aceptó dar su testimonio y dio las claves de acceso a sus dispositivos electrónicos para que fueran revisados por las autoridades.
También estuvo en la corte George Dietz, un empleado del Departamento de Justicia que ha colaborado en la investigación contra García Luna para los fiscales del Distrito Este de Nueva York. Dietz habló de varias fotografías de una lujosa casa que tenía el acusado. En la tercera semana de interrogatorios también estuvieron Marlene Tarantino, la funcionaria que revisó la solicitud migratoria de García Luna en 2019, y Egbert Simon, un oficial que estuvo involucrado en ese proceso. El exfuncionario es acusado de dar declaraciones falsas cuando completaba el trámite: dijo que no había cometido ningún delito.
La Fiscalía
La fiscal adjunta Saritha Komatireddy encabeza el equipo que pretende comprobar las acusaciones. Ella se encarga de dirigir la estrategia. Erin Reid, Philip Pilmar y Marithe Diouf son otros abogados que representan al Gobierno de Estados Unidos y que se han encargado de interrogar a los testigos. La Fiscalía esperó tres años antes de llevar a García Luna a juicio.
La Defensa
César de Castro es el abogado principal de García Luna. Al principio asumió la defensa de su cliente solo, pero de a poco ha conformado un equipo de litigantes que le ayudan a asumir una inmensa carga de trabajo. Se habla de más de un millón de documentos en el expediente judicial. Valerie Gotlib se sienta entre De Castro y García Luna en las audiencias, y tiene más de una década de experiencia en casos criminales. En la mesa de atrás están Shannon McManus, el más joven de los representantes legales, y Florian Miedel, el más veterano del equipo, con una trayectoria de más de 20 años.
El juez
Brian Cogan es el encargado de conducir el juicio. Fue el mismo juez que condenó a Joaquín El Chapo Guzmán en 2019. Cogan es un hombre estricto y con amplia experiencia en casos que involucran a la delincuencia organizada. Egresado de Cornell y la Universidad de Illinois, fue nombrado en el cargo en junio de 2006, propuesto por el expresidente George W. Bush. En Estados Unidos, el juez no es quien decide si el acusado es culpable o inocente, esa es una tarea del jurado. Después de que se alcanza un veredicto, su deber es establecer la condena a partir de las pautas legales que existen en el sistema estadounidense.
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