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Amanda de la Garza: “Es prioritario adquirir más obra de mujeres artistas”

La directora del MUAC lidera uno de los centros culturales de referencia en Ciudad de México con la mirada puesta en incluir a los que el canon patriarcal dejó fuera

Amanda de la Garza en el Museo Universitario Arte Contemporáneo en Ciudad de México.
Amanda de la Garza en el Museo Universitario Arte Contemporáneo en Ciudad de México.Hector Guerrero
Beatriz Guillén

Es una historia de novela, advierte Amanda de la Garza (Monclova, Coahuila, 1981). Comienza con un viejo anuncio en el periódico: el sobrino nieto de la poeta uruguaya Alcira Soust Scaffo publicó que buscaba datos de su abuela, la mítica figura retratada por Roberto Bolaño en Los detectives salvajes, la escritora que sobrevivió escondida 12 días en el lavabo de mujeres durante la toma de Ciudad Universitaria en el 68, la musa que afirmó vivir acompasada con un tiempo “tembloroso, cambiante, pletórico, feliz”. La respuesta llegó en una caja abandonada durante décadas en México, que contenía miles de documentos personales de Soust. Y ese legado fue a parar también a las manos de De la Garza, entonces curadora de exposiciones en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM. La joven historiadora se volcó en convertirlo en una exposición. Escribir poesía, ¿vivir dónde? se inauguró en agosto de 2018 y, hoy, un calurosísimo día de final de mayo, en el mismo entorno universitario, pero ya sentada, elegante y prudente en su despacho de directora del MUAC, De la Garza no duda: esa es la historia de la que se siente más orgullosa.

A De la Garza la nombraron directora y el nuevo espectro cultural mexicano lanzó gritos de júbilo. Especializada en antropología e historia del arte —siempre en la UNAM—, llevaba casi desde la fundación del museo trabajando allí, había curado 30 exposiciones, escrito por doquier de arte y fotografía documental, y era comprometida y talentosa para tomar las riendas de una de las instituciones culturales más prestigiosas de la capital. Ella no se había planteado que le llegara tan pronto una propuesta así y tardó unos días en decidir. Mientras, no se lo contó a nadie: “Me sentí contenta. Me emocionaba el reto. También sentí cierta angustia por querer abrazar o entender en ese momento la dimensión de lo que iba a significar. Por eso era importante que fuera algo que yo quisiera hacer, porque era una dedicación absoluta”. Dijo que sí y, claro, sintió vértigo.

Aquello fue a principios de 2020 y no sabía que llegaría una pandemia que obligaría por primera vez a cerrar el museo, que tendría que construir de la nada un catálogo de actividades y proyectos digitales, y que sufriría para que una institución fundada en 2008 por la prestigiosa Graciela de la Torre, de quien recibió el relevo, continuara existiendo. El MUAC abrió de nuevo un año y ocho meses más tarde: “Fue como si me hubieran vuelto a nombrar en el cargo”, dice ahora.

Tenía 38 años y su nombramiento está enmarcado en el relevo generacional que han vivido también otros centros culturales públicos como la Casa del Lago o el Laboratorio Arte Alameda. Las nuevas figuras, criadas al calor de los movimientos sociales —desde el zapatismo al feminismo—, llegaron para implantar nuevas formas de dirigir las instituciones, también de pensarse y ubicarse.

Uno de los objetivos marcados por la directora es “arrojar luz sobre los márgenes”, escarbar y encontrar a “las faltantes”, las mujeres cuya obra no fue recuperada, y achicar la “deuda histórica infinita” que la historia del arte mexicano tiene con sus artistas. “Es un propósito del museo adquirir de manera mucho más dirigida obra de artistas mujeres de diferentes épocas. Lo considero prioritario”, dice De la Garza, que apuesta por avanzar hacia la paridad en las obras que tiene el MUAC de colección, y también por hacer más exposiciones sobre sus trabajos e investigar sobre esa producción artística. “Institucionalmente asumimos ese compromiso, son esas las tareas que nos corresponde hacer. Porque eso también va a permitir abrir lecturas para otro canon del arte, en México y a nivel internacional, como ya está sucediendo”, apunta para después poner de ejemplo la última Bienal de Venecia, curada por Cecilia Alemani, donde el 90% de las artistas eran mujeres. “Es una declaración importante, sí significa algo”.

No son solo las mujeres. Es también lo queer, la inclusión de obra de personas con discapacidad, los trabajos sobre desapariciones o violencia. “Queremos abrirnos a propuestas artísticas que fueron excluidas históricamente porque no pertenecían a este canon patriarcal, abrir la conversación sobre otras maneras de hacer arte con aproximaciones que no tuvieron cabida en otro momento”, explica. De la Garza pone de ejemplo la reciente exposición Maternar, que se puede visitar hasta el 3 de julio. Polémica, vasta, innovadora, la exhibición sobre maternidades impide la indiferencia. Aunque en un primer choque, duelen las críticas, reconoce la directora del MUAC, cree que el propósito es justo ese: abrir debates y miradas, participar en las preocupaciones de la sociedad. “Las exposiciones despiertan preguntas que nosotros mismos no nos habíamos hecho”.

De la Garza habla del MUAC, que es blanco, amplio y anguloso, como un museo volcánico, construido sobre lava solidificada, enmarcado por un paraje natural protegido que se cuela por los grandes ventanales. Desde ese “museo situado”, la directora vive en duermevela. Vigila “el pulso del presente” e imagina el del futuro, ¿qué se está ya anunciando? ¿Qué es lo que se está fraguando para que el museo, el arte, la cultura, pueda acompañar esa discusión? ¿Cuáles van a ser las próximas preguntas? “Es como si estuviéramos a mitad de la noche y tienes que estar pensando simultáneamente en la medianoche y en el momento en que va a clarear”, describe. El museo, como aparato burocrático complejo, no puede reaccionar de manera inmediata, así que su directora busca adelantarse. ¿Alguna pista? “Estoy convencida de que el mundo de la cultura tiene que avanzar sobre un compromiso más a fondo con los temas de medio ambiente y cambio climático. Son algunos de los problemas más profundos que van a cambiar nuestra manera de pensarnos como especie”.

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Reportera de EL PAÍS en México. Cubre temas sociales, con especial atención en derechos humanos, justicia, migración y violencia contra las mujeres. Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS.

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