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El turismo rural despunta mientras el sector hotelero se desploma

Las reservas en destinos de interior aumentan un 122% frente a la opción de sol y playa, que recibe un 95,1% menos de ocupación que en 2019

Loreto García del Pomar y Juan Francisco Pascual, propietarios de la casa de reposo La Perezosa, en Potes (Cantabria), el pasado 12 de julio. LORETO GARCÍA
Loreto García del Pomar y Juan Francisco Pascual, propietarios de la casa de reposo La Perezosa, en Potes (Cantabria), el pasado 12 de julio. LORETO GARCÍA

Silvia González nunca imaginó que pasaría sus vacaciones de verano en una casa rural de Cabrejas del Pinar (357 habitantes, Soria). Ante la situación generada por la pandemia de la covid-19, esta vallisoletana de 47 años escogió una opción que hace meses no se habría planteado: “Nosotros solemos ir a hoteles, en la costa o fuera de España, pero este año nos daba inseguridad, sobre todo por la afluencia de gente, así que desde un principio descartamos ir a la playa”. Ella tenía claro que esta vez optaría por un destino de interior, aunque Soria no se presentaba como su primera opción. “Estuvimos mirando casas rurales en Cantabria y Asturias, pero la mayoría estaban llenas hasta finales de agosto”, señala.

La alta demanda de alojamientos rurales contrasta ahora con el desplome del sector hotelero convencional. Las reservas en destinos de interior han crecido un 122% con respecto al verano pasado, según un estudio de EscapadaRural.com. En cambio, las pernoctaciones en hoteles cayeron un 95,1% en junio respecto al mismo mes del año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En conjunto, durante la primera mitad de 2020 el retroceso fue del 70,5% respecto al periodo enero-junio de 2019. A la espera de información oficial, las grandes empresas turísticas consideran que julio ha sido un mes catastrófico y auguran pésimos resultados para el resto del verano.

Distinta es la visión en el ámbito rural. Ventura García, presidente de la Asociación Española de Turismo Rural (ASETUR), que agrupa a la mayor parte de alojamientos rurales de España, confirma estas buenas perspectivas para su sector: “Para julio y agosto estamos teniendo una demanda mucho más alta de lo habitual, sobre todo en las casas de alquiler completo, que dan más seguridad al usuario al no tener que convivir con otras personas”. García es consciente de que esta situación puede ser coyuntural. “Creemos que, a partir de septiembre, cuando la gente recupere la confianza en el turismo de sol y playa, las aguas volverán a su cauce”, señala.

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Enrique Navarro Jurado, director del Instituto de Innovación Turística de la Universidad de Málaga, comparte la visión del presidente de ASETUR. “Creemos que no hay un cambio real de demanda sino una circunstancia que hace que se deriven los flujos a lugares más seguros: con menos masificación, menos gente y más cercanía”, comenta. Con todo, el experto reconoce que es muy difícil predecir qué sucederá a medio plazo. “Tenemos mucha incertidumbre, no sabemos lo que va a pasar. Hemos aprendido la lección de la crisis de 2008, cuando creíamos que el sector se iba a hundir porque la demanda estaba cayendo y al final salió más fuerte”, señala.

Mientras, en la patronal hotelera se instala el pesimismo. Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), dibuja un panorama desolador para un sector que aporta cada año 70.000 millones de euros, un 6% del PIB español. “Este verano no llegaremos al 50% de ocupación en nuestros hoteles. Es imposible que recuperemos lo perdido durante los meses de cierre”, afirma.

Luis Callejón, presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS), constata ese desplome. “La previsión de ocupación para agosto en los hoteles de la Costa del Sol es de un 42%, cuando normalmente estamos en el 95%; y esa cifra es sobre el 75% de hoteles que estarán abiertos”, comenta. Callejón achaca este desplome, en gran parte, a la caída del turismo internacional. “Tenemos este verano perdido”, dice con pesar. Y teme que el siguiente siga los mismos pasos.

Mientras el sector hotelero sufre esta dramática situación, los propietarios de alojamientos rurales viven meses boyantes. Loreto García del Pomar regenta junto a su marido la casa de reposo La Perezosa, en Potes (1.597 habitantes, Cantabria), que basa su oferta en una experiencia de vida en comunidad, con actividades y talleres colectivos. “La verdad es que no nos podemos quejar”, explica. “En agosto tenemos varias semanas cubiertas, sobre todo por gente que ya nos conoce, estamos saliendo adelante gracias a los clientes más fieles”. No obstante, se lamenta de que han tenido dificultades para arrancar por el tipo de alojamiento que ofrecen. “Nuestros visitantes lo hacen todo juntos, desde poner la mesa hasta talleres de yoga, de masaje o de cocina, que nos hemos visto obligados a eliminar”, dice con resignación.

Ventura García, presidente de ASETUR, vislumbra en este atípico verano una ventana de oportunidad para ofrecer sus productos a nuevos usuarios del turismo rural como Silvia González. “Si sabemos hacerlo bien, es posible que muchos de ellos contemplen la posibilidad de volver a visitarnos cuando todo esto haya pasado”.

Enrique Navarro, director del Instituto de Innovación Turística de la Universidad de Málaga, considera difícil hacer predicciones a corto plazo y cree que, para que esta tendencia se mantuviese, tendría que darse una verdadera transformación social. “Dentro de un año podremos analizar si este cambio coyuntural se ha convertido en un cambio estructural y la gente opta realmente por un turismo más sostenible”.

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