Cómo ayudar a tu hijo a asumir una Navidad sin magia
El niño o adolescente que deja atrás las navidades de su infancia vive un duelo por la inocencia perdida, por lo que necesita de un proceso para recolocarse desde una nueva perspectiva. El apoyo de los padres a través de la comunicación facilita el tránsito a la antesala de las celebraciones adultas
La ilusión con la que se suele vivir la Navidad en la infancia tiene fecha de caducidad, y no resulta fácil para los niños transitar la frontera entre la magia y la verdad en el contexto navideño, sobre todo si hay hermanos pequeños con los que hay que mantener las apariencias para no romper antes de tiempo su fantasía. Averiguar quiénes son Papá Noel y los Reyes Magos y recolocar el contexto de estas fechas desde la individualidad casi adulta de un casi adolescente no resulta sencillo.
“Lo que el niño vive es un duelo por la inocencia perdida y tendrá que pasar por sus fases: negación, tristeza, ira y aceptación. Finalmente, se dará la recolocación de la Navidad y desde dónde quiere vivirla”, explica Ana Gómez, psicóloga general sanitaria, experta en población infantojuvenil. Gómez advierte sobre los riesgos de no cerrar bien este proceso emocional, y lanza una recomendación a los padres: ”Si se observa que este período dura excesivamente y es demasiado intensa la emoción, puede ser un buen momento para buscar ayuda de un profesional o de los tutores del colegio”. La experta también advierte de que hay que tener cuidado con prolongar la ilusión o con obligar a los hijos a seguir creyendo: “Esto puede desembocar en una infantilización y una desadaptación social en comparación con sus iguales”.
Cada menor vive su duelo por el desmoronamiento de las creencias mágicas que conlleva la Navidad de forma única y a su ritmo. Lo habitual es que este proceso comience alrededor de los nueve años, cuando el niño suele descubrir que los padres son los Reyes Magos. “No todos los niños se van a adaptar de la misma forma. En general, los cambios en esta etapa difusa, que llamamos preadolescencia, se producen de forma gradual y natural”, incide Gómez. Aunque, según explica, en la actualidad todo sucede a una edad más temprana, debido al acceso a la información como las redes sociales, además de que en el colegio también comparten información: “Algunas emociones que pueden aflorar en el menor son la tristeza, el enfado y la sensación de que han sido traicionados y engañados”.
El papel de la comunicación
Hablar con el niño sobre cómo siente y vive el tránsito a su recién estrenada situación con respecto a las fechas navideñas es clave para ayudarle a gestionarlo. Puede ser una conversación difícil, pero con el enfoque adecuado también puede resultar una oportunidad para que los padres fortalezcan la relación con sus hijos y les ayuden a entender el verdadero significado de las fiestas navideñas. Gómez aconseja a los progenitores recordar a sus hijos que descubrir lo que es de verdad la Navidad forma parte del proceso de maduración como personas. La psicóloga ofrece unas pautas para esa charla: “Abordar la conversación de forma abierta, honesta, amable y empática, así como recordarles que sigue siendo una época importante para pasar tiempo con los seres queridos y disfrutar”.
Cuando hay hermanos pequeños en casa
La presencia de hermanos de menos edad en casa cambia la perspectiva que puede tener el preadolescente sobre su nueva Navidad sin creencias mágicas. “Puede resultar más complicado, sobre todo si hay cierto resentimiento y desconfianza, porque pueden tener la sensación de haber vivido una gran mentira, por lo que se requiere especial comprensión y empatía”, asegura Zaida Moreno, neuropsicóloga del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y del Instituto Psicoeducativo Elea.
Moreno aconseja a los padres que conviertan a los hermanos mayores en cómplices con los regalos, involucrándoles en todos los preparativos de las noches previas a la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos para los más pequeños: “Así sienten que han contribuido a que suceda de nuevo la magia, lo que les dará protagonismo y ayudará a no apagar del todo la llama de la inocencia y la ilusión”.
La creación de alternativas nuevas a las tradiciones navideñas de otros años puede reavivar el entusiasmo por estas fechas, que se puede ver empañado por las nuevas creencias del niño. “Hacer un calendario de Adviento, visitar mercadillos, las luces de la calle y el árbol del centro de la ciudad; ver películas o inventarse juegos con temática navideña. Las emociones son contagiosas y, si ven a sus padres ilusionados, es más probable que ellos también se sientan así”, recomienda Moreno.
La experta puntualiza en cualquier caso que saber la verdad no es solo un duelo para los niños, sino también para los padres que ven que su hijo ya no es tan pequeño: “El papel como padres y madres es el de acompañar al adolescente en este nuevo prisma sin sufrimiento y disfrutando desde otra posición de todo lo bonito que nos ofrecen estas fechas, conservando parte de la mirada del niño que fuimos dentro de nosotros”.
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