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Rotacismo infantil: niños que les cuesta o no saben decir la erre

Muchas veces, los niños no son conscientes de sus dificultades de pronunciación hasta que no son remarcadas por el adulto o por sus compañeros cuando ya tienen más edad

Un niño se sorprende al leer.
Un niño se sorprende al leer.Unsplash

El rotacismo es la dificultad de articular el sonido de la erre. Afecta tanto al sonido /r/ suave como fuerte. La logopeda y especialista en atención temprana Nuria Díez lo denomina con cualquier defecto en la pronunciación del fonema (sonido) R simple (pera) o vibrante (perro) ya sea por su omisión, sustitución por otro fonema (D, L, G) o por la distorsión. Nos cuenta: “La rr es uno de los últimos sonidos en adquirirse, lo que suele ocurrir, de manera general, en torno a los cinco o seis años. Por ello, la ausencia del fonema hasta esa edad no suele considerarse importante”.

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Afirma que en la bibliografía sobre el rotacismo se explica que puede deberse a dos causas principales: las orgánicas y/o las funcionales. “Aunque a mí siempre me gusta hablarles a las familias de una tercera causa, que es la evolutiva o madurativa”, asegura Nuria Díez. Sobre las causas orgánicas: Presencia de frenillo sublingual corto que imposibilita el ascenso de la lengua. “Muchas veces, las familias suelen decir que su hijo o hija no pronuncia la R porque tiene frenillo. Todas las personas tenemos frenillo sublingual, pero cuando es corto es cuando puede afectar a la articulación de determinados sonidos, entre ellos la R”. Otra causa orgánica puede ser el paladar ojival (elevado) que ocasiona que la lengua no se pueda apoyar correctamente en los alveolos, y también por la hipotonía muscular (falta de tono muscular) en la musculatura orofacial y lingual. Sobre las causas funcionales la logopeda asegura que podría ser debido al “mal posicionamiento de la lengua a la hora de pronunciar o por ausencia de fuerza en el soplo (lo que hará que la lengua no vibre correctamente), o bien por dificultades en la coordinación entre la posición de la lengua (punto de articulación) y el soplo”. La causa madurativa a la que se refiere es por omisión, distorsión y/o ausencia del fonema al no haberse adquirido aún por edad o por madurez.

La logopeda Tamara Jiménez Martín afirma que los niños aprenden a hablar con el curso de nuestro día a día: “No hay que agobiarse, las rutinas y nuestros juegos ayudarán a estimular el lenguaje. Comenzarán con un balbuceo al que debemos responder porque nos están comunicando algo, el balbuceo también es lenguaje”. Para Nuria Díez la adquisición de este se produce por la exposición y por imitación, es decir, “por la interacción con el entorno, por ello es importante estimular a nuestros hijos e hijas desde los primeros meses de vida con nuestras palabras”.

En la construcción del lenguaje aparecen diferentes etapas diferenciadas “aunque el paso y la duración de cada una de ellas suele depender de la evolución y madurez del niño o de la niña”, considera Nuria Díez, que estipula: “Entre los 3 y 5 meses aparecen los primeros sonidos que darán lugar al balbuceo; de 12 a 15 meses hay un aumento del balbuceo y del repertorio de sonidos. Comienzan a imitar patrones articulatorios y aparecen las primeras palabras; de los 18 a los 24 meses el lenguaje sigue aumentado. En este periodo el niño o niña suele tener entre 20 y 50 palabras. Hay bastantes especialistas que consideran como predictor de un posible retraso en el lenguaje que niño o niña no tenga 50 palabras en torno a los 24 meses. De los 24 a los 36 se produce el periodo de explosión del lenguaje: aumentan el número de palabras y comienzan a emitir frases de dos o tres palabras”. La profesional afirma que entre los cuatro y los cinco años se perfecciona el lenguaje y de seis a siete años se consolida el sistema fonológico (los sonidos). La adquisición de todo el repertorio fonológico suele completarse en torno a los seis años “aunque en un gran mayoría de niños puede producirse antes. La rr suele ser de los últimos fonemas en adquirirse por la dificultad en su elaboración”, asegura Díez.

“Es importante que vigilemos la pronunciación de los niños y no nos habituemos a su manera de hablar cuando no pronuncia correctamente”, afirma Tamara Jiménez Martín. “Órdenes como ¡Así no se dice! ¡No te entiendo! ¿Cómo? Repite… son las reciben negativamente cuando tienen un problema en la articulación. Todas estas expresiones sin mala intención lo que les transmiten es que algo está haciendo mal y puede generarles malestar e incluso frustración”, dice Jiménez que aconseja buscar alternativas a estas expresiones y sustituirlas por frases en positivo como: vamos a decirlo juntos, venga lo conseguiremos.

Muchas veces los niños y niñas no son conscientes de sus dificultades de pronunciación hasta que no son remarcadas por el adulto o por sus compañeros cuando ya tienen más edad. “Por esto hablamos de la necesidad de acudir a un especialista en el momento en que detectemos cualquier dificultad en el lenguaje para poder evitar problemas que puedan afectar tanto a su autoestima como a la futura adquisición del proceso de la lectoescritura”, considera Nuria Díez.

“El logopeda realizará una evaluación tanto del estado de los órganos fonoarticulatorios, de la musculatura orofacial y de las funciones. Determinará si existe realmente algún problema, si hay algunos otros sonidos que no pronuncie y/o si es cuestión de madurez”, dice Nuria Díez. El logopeda enseñará a discriminar el sonido y a pronunciarlo correctamente. Y concluye: “La duración del tratamiento del rotacismo es variable y depende de cada niño, aunque lo normal es que tarde entre varias semanas y/o meses en adquirirse. Por ello es importante continuar el tratamiento hasta que así lo indique el profesional y no interrumpirlo, además de ejercitar en casa las pautas y ejercicios que nos aconsejen”.

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