La importancia de que los niños aprendan primeros auxilios
Los accidentes pueden ocurrir en cualquier momento y lugar, y dado que la actuación de los testigos es de suma importancia, ¿qué mejor manera de adquirirlo que enseñándolo en la escuela?
A principios de este año, la centralita del 112 recibió una llamada de emergencia de Mohammed, un niño de tan solo 11 años que, al ver que su madre había sufrido un desvanecimiento en casa, tuvo el temple necesario para marcar esos tres dígitos y pedir ayuda al servicio de emergencias madrileño. Una situación que supo gestionar de manera admirable, ya que permitió a la operadora hacer un primer diagnóstico de Nabila (madre del niño) y enviar asistencia sanitaria al domicilio. De no haberse producido esta llamada, posiblemente hubiera habido consecuencias negativas para la recuperación de la mamá de este pequeño.
Esa historia muestra lo importante que es que los niños y niñas adquieran conocimientos básicos sobre Soporte Vital Básico (SVB) y Primeros Auxilios (PP.AA.) para poder solucionar situaciones en la que se vea comprometida la salud de una persona cercana a ellos. Por eso, Cristian Abelairas-Gómez, profesor de Educación Física en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidade de Santiago de Compostela, junto a otros investigadores, ha publicado recientemente el artículo Conocimiento y actitudes sobre los primeros auxilios y soporte vital básico de docentes de Educación Infantil y Primaria y los progenitores en Science Direct. El objetivo de este estudio ha sido mostrar la importancia que tiene el conocimiento por parte de la población en general y, sobre todo, de la población infantil y adolescente de este tipo de actuaciones en materia de salud. Porque, según dice Abelairas-Gómez, “los accidentes en general, y las paradas cardíacas en concreto, pueden ocurrir en cualquier momento y lugar, y dado que la actuación inmediata de los testigos es de suma importancia, lo mejor es que toda la población tenga formación, ¿y qué mejor manera de aprenderlo que enseñándolo en la escuela?”.
Las principales conclusiones que presenta el estudio, según su autor principal, son: “por un lado que, en general, los profesores -especialmente de Educación Física- tienen algún tipo de formación en soporte vital básico o primeros auxilios, aunque se detectan grandes carencias en su formación. Y, por otro, conscientes de la importancia de esta formación, los docentes consideran que debe ser contenido obligatorio en las escuelas y también (algo novedoso en nuestras investigaciones) en las carreras universitarias destinadas a formar al profesorado. En España, fundamentalmente en los Grados de Maestro en Educación Infantil y Primaria, pero sería extensible al Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte o a Másteres, como el de Formación del Profesorado en Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas”. Posiblemente los docentes, sin ellos saberlo, prosigue este profesor de Educación Física, “son los que están mejor preparados metodológicamente para enseñar estos contenidos al alumnado. Es un error pensar que, como no soy médico, de esto ni sé, ni puedo enseñar. De hecho, ya hay investigaciones en las que se demuestra que incluso los niños pueden enseñar a otros compañeros o familiares”.
Un entorno, el de los centros educativos, que debiera servir, en opinión de Santiago Martínez Isasi, enfermero. Grupo de investigación CLINURSID. Facultad de Enfermería de la Universidade de Santiago de Compostela, para que el alumnado aprendiera este tipo de conocimientos. Sin embargo, Martínez Isasi coincide con el investigador del estudio que en ocasiones resulta difícil, “porque los docentes, en general, no poseen este tipo de nociones o no las han actualizado”. Martínez Isasi sostiene que “si bien es cierto que para la resolución de problemas de salud en centros escolares debería existir la figura de la enfermera escolar, hoy en día la implantación es residual. Aun así, es necesario que el profesorado posea conocimientos de PPAA y SVB para identificar, pedir ayuda y dar una primera asistencia hasta la llegada del personal sanitario. En muchas de las situaciones de riesgo vital, cada minuto cuenta”.
El dato que mejor demuestra el desconocimiento que tienen los niños y las niñas en las etapas de Infantil y Primaria sobre SVB es el hecho de que, según un estudio que está llevando a cabo la Sociedad Española de Cardiología, con más de 6.000 estudiantes encuestados en toda España, “solo el 40% sabe identificar y conoce correctamente el número de emergencias que se utiliza en el territorio nacional, el 112”. Así que, en opinión de Pablo Jorge Pérez, coordinador del Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardiólogo en el Hospital Universitario de Canarias en Santa Cruz de Tenerife, para combatir esta falta de conocimientos, “primero es necesario reconocer que tenemos una falta de formación y de concienciación, en general, del Soporte Vital Básico”. Seguidamente, según este cardiólogo, “es necesario que se conozca y detecte el problema de forma rápida y soliciten ayuda al 112 y a cualquier persona que esté con nosotros y nos pueda ayudar”. Y el tercer punto, continúa el doctor Pablo Jorge Pérez, “habría que saber hacer maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), básicamente dirigidas a las compresiones torácicas, a lo que comúnmente conocemos como el masaje cardíaco. En el caso de que tengamos un desfibrilador, localizarlo y utilizarlo”. Estas serían las premisas fundamentales que todos debiéramos conocer, porque, en opinión del coordinador de la SEC, “cuanto más tiempo pase, aunque llegue la ayuda experta, si nosotros no hemos hecho nada, ni siquiera con la ayuda experta, vamos a poder ayudar a esa persona, a ese conocido o a ese familiar”.
La edad ideal para iniciar este tipo de enseñanzas, según Santiago Martínez Isasi, es “¡cuánto antes mejor! Lo más importante es adaptar los contenidos a la edad de los escolares. Por ejemplo, para que consigan realizar compresiones torácicas de calidad, deben de tener unas características antropométricas concretas que hasta, mínimo, los 12 o 13 años no adquieren”. En cuanto a la formación, prosigue este enfermero del Grupo de investigación CLINURSID, "debe de ser impartida por el profesorado, como recoge la declaración “Kids save Lives” de Consejo Europeo de Resucitación, con el apoyo y soporte de la enfermera escolar si la hubiese. Los profesores son idóneos porque los escolares conocen al profesor, se realiza en horario escolar, facilita la organización docente y, además, tienen las aptitudes pedagógicas para ello". En este punto, Cristian Abelairas-Gómez estima que “desde la Educación Infantil ya se podría empezar a enseñar/aprender prácticas de SVB y PPAA. Precisamente se ha escogido el 1-1-2 para que sea fácil de recordar y enseñar a todo el mundo. El 1 es el primer número que aprendemos, el 2 el segundo y 1+1 la primera suma. Por tanto, ya desde la educación infantil se puede aprender a relacionar estos números simples 1-1-2 con la emergencia y practicar hacer llamadas en caso necesario”.
Para lograr unos resultados óptimos con los alumnos y alumnas, es necesario, en opinión de Santiago Martínez Isasi pese a que los currículos de Educación Primaria y Secundaria incluyen la formación en PPAA, “detallar los contenidos, proporcionar formación al profesorado y recursos materiales para poder impartir esos contenidos”. Por ello, “la formación del profesorado debería empezar durante sus estudios y de manera periódica durante su ejercicio profesional. El reciclaje es clave porque los conocimientos pueden perdurar en el tiempo, pero las habilidades si no se entrenan, se deterioran”, agrega este enfermero.
Los padres también tienen un papel importante en la adquisición de estos conocimientos por parte de sus hijos. Por eso, el cardiólogo en el Hospital Universitario de Canarias en Tenerife, manifiesta que “si conseguimos formar a los niños con un programa que se inicie, por ejemplo, a los doce años y lo mantenemos a largo plazo, estos niños estarán formados mañana, todos sabrán hacer RCP, y al mismo tiempo que se forman, el interés por aprender algo nuevo en esas etapas infantiles se transmitirá entre las propias familias, e incluso los propios niños enseñarán a sus padres. Y, también, les transmitirán la importancia de saber manejarse en este tipo de situaciones”.
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