La rayuela o el pañuelo: la pandemia devuelve a los colegios los juegos de siempre
Confinados en grupos burbuja y en espacios reducidos, los estudiantes han recuperado en los recreos actividades de antaño
Las burbujas son grupos de convivencia estable y reducidos fuera de nuestro hogar con los que nos podemos sentir cómodos y seguros, pasando tiempo durante la pandemia. Extendido al ámbito educativo, estos han empezado a convertirse en un elemento indispensable en todas las clases tanto de Infantil como de Primaria, los cursos con niños de menor edad. En teoría, están formados por entre 15 a 20 alumnos y la presencia de un tutor.
No obstante, los estudiantes de un instituto público de Educación Secundaria de Aljaraque, provincia de Huelva, pasan la media hora de recreo también en grupos burbuja, pero de hasta 33 estudiantes, en un cuadrado de seis metros por cuatro. “Lo del recreo es de pena, yo salí deprimida esta mañana. Sí mi hijo estuviera así, denunciaba sin duda. Es para llorar, de verdad”, afirma Maria B., profesora del centro en el grupo de WhatsApp de los docentes.
Las clases empezaron hace unas dos semanas en la mayoría de colegios e institutos de España y los estudiantes han tenido que reinventar la forma en la que van a clase, sus juegos y hasta cambiar con quien comparten el recreo. “Los niños juegan a tirarse cosas invisibles, porque no puede haber ningún contacto”, cuenta la orientadora de este centro Puri de Vega, de 57 años, que pasa horas pensando en formas de divertir a los alumnos cuando están en el patio. “Fue muy impactante. Se te encoge el corazón. Cada uno en su corralito y de ahí no salían. Nadie se atrevía a poner el pie fuera de la raya”, narra De vega que cree que esta reacción se debe al miedo que sienten niños y adolescentes por contagiarse de la covid-19.
A la profesora de matemáticas, Isabel F., de 44 años, al verlos así, se le ocurrió que los juegos de siempre podrían ser una buena solución. Y ha querido enseñarles a jugar a la rayuela, a saltar a la comba o al pañuelo. Los juegos tradicionales vuelven a estar de moda en esta nueva normalidad sin contacto. “Es que ni una baraja de cartas les podemos dar para que se entretengan”, añade De Vega. Por todo esto, en el grupo de WhatsApp de los profesores era claro lo que tocaba hacer: “Juegos, hay que inventar juegos”, escribía Isabel. A los demás integrantes del grupo también se les ocurrió que durante la hora de tutoría podían sacar a sus alumnos a pasear a un campo cerca al instituto y que iban a programar más excursiones al aire libre.
Según los protocolos del Ministerio de Sanidad los alumnos pertenecientes a un grupo burbuja pueden socializar y jugar entre sí sin ser obligatorio el mantenimiento de la distancia interpersonal de manera estricta, acordada en una distancia de 1,5 metros. “Exceptuando las horas tanto de entrada como de salida del colegio, en el recreo o a la hora de comer, estos grupos burbuja estarán presentes en todo momento dentro del mismo espacio”, reza el documento. Mientras que, a la entrada y salida de clase, lo más adecuado es el establecimiento de distintos turnos, con la finalidad de evitar al máximo que se puedan producir aglomeraciones.
La realidad es que con un pie fuera del centro los grupos burbuja se rompen. “Las burbujas se pueden romper por mil razones e incluso el sistema semipresencial que se ha diseñado para limitar el número de alumnos es, paradójicamente, uno de los riesgos”, afirma de Vega que reconoce que a algunos niños les ha tocado dejar de compartir tiempo con sus mejores amigos porque están una burbuja diferente.
Los grupos burbuja, sin relación con el resto de clases del colegio, permiten a los centros escolares seguir abiertos, aunque se produzcan brotes de coronavirus en su interior. Solo si estos se extienden de forma generalizada entre alumnos y personal docente, el Ministerio de Sanidad contempla el cierre temporal de la institución. El coronavirus ha obligado a cerrar 2.852 aulas en cuarentena por el coronavirus, de un total de 386.214. Es decir, un 0,73%, mientras que se habrían producido “incidentes” en un 5% de los centros después del retorno a las aulas en España desde el inicio del curso como medida de prevención tras detectarse algún positivo entre el alumnado o los docentes, según los datos proporcionados por las comunidades autónomas al Ministerio de Educación [datos al cierre de este artículo].
A Isabel F. le ha tocado una vez más hacer guardia en el recreo y ha vuelto a salir muy deprimida de ver el panorama: “No quiero esos niños, quiero personas más activas. Echo mucho de menos poder intercambiar sonrisas”, se lamenta.
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