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El mejor escenario electoral posible para Trump: un Biden debilitado que se empeña en seguir en la brecha

El republicano casi no se ha pronunciado sobre la crisis de confianza entre los demócratas pero ha empezado a atacar a Kamala Harris, el recambio natural del presidente si este abandonara

Trump
El expresidente y candidato republicano Donald Trump, en un mitin en Chesapeake (Virginia), el 28 de junio.Associated Press/LaPresse (AP)
María Antonia Sánchez-Vallejo

Desde que perdió las elecciones en 2020, Donald Trump no ha desaprovechado ocasión de descalificar a quien, según sus infundadas razones, le robó la victoria en las urnas, el demócrata Joe Biden. Más de tres años y medio de burlas y escarnios que, paradójicamente, parecieron llegar a su fin después de que Biden perdiera por KO el debate que les enfrentó el pasado 27 de junio. Como si el republicano hubiese visto meridianamente claro que ya se basta solo Biden para poner en evidencia su debilidad, como si no le hiciera falta zarandear más —salvo algún que otro exabrupto en su red social por la fuerza de la costumbre— al desmadejado demócrata. El apodo de Sleepy Joe que Trump acuñó para él en la anterior campaña, el Joe somnoliento o dormilón, quedaba certificado al demostrar en directo, como admitió días después, que casi se queda dormido en el debate.

El rosario de motes, descalificaciones y ataques personales del candidato republicano ha dado paso, pues, a un silencio inusual bajo el que se agazapa un cálculo: el mejor escenario para sus intereses es que Biden, de 81 años, siga en la carrera en medio del mar de dudas sobre su idoneidad. El republicano, que últimamente acumula buenas noticias —la sentencia sobre inmunidad presidencial del Tribunal Supremo y el subsiguiente aplazamiento de la sentencia de su caso penal de Nueva York—, no ha permanecido totalmente callado, pues ha concedido varias entrevistas radiofónicas y publicado mensajes en su plataforma Truth Social, pero ha dejado al Partido Demócrata que le haga el trabajo sucio: la tarea de desgastar aún más, con cada nueva duda, al candidato Biden. Por eso no quiere que nada, ni siquiera el anuncio de quién será su compañero de fórmula, desvíe la atención de la crisis demócrata.

Solo la eventualidad de que la vicepresidenta Kamala Harris pueda sustituir a Biden ha hecho salir de su mutismo a Trump. Aunque las encuestas le sonríen —la del Times/Siena College, publicada esta semana, le da seis puntos de ventaja—, el republicano prepara un ataque preventivo contra la vicepresidenta, según el portal Axios, para denunciar su talante liberal, su hostilidad hacia el mundo corporativo, su ineficacia en el control fronterizo —pese a haber sido comisionada por Biden en 2021 para abordar la crisis migratoria—, y, en suma, su discreto paso por la vicepresidencia.

Pero lo cierto es que una eventual candidatura de Harris atraería a más mujeres, que históricamente votan en mayor proporción que los hombres. El 50% de las votantes apoyan a Harris ante Trump, frente al 44% que respaldan a Biden. La vicepresidenta encarna la defensa del aborto que tan buen resultado dio a los demócratas en las elecciones de medio mandato, en noviembre de 2022: desde la revocación de la doctrina Roe vs Wade por el Supremo en junio de ese año, Harris ha batallado sin descanso por los derechos reproductivos de las estadounidenses.

Además, en comparación con el también provecto Trump (78 años), la vicepresidenta tiene 59 años (cumple 60 dos semanas antes de las elecciones) y la imagen de energía y vitalidad que proyecta —un tanto excesiva, a juicio de quienes critican sus bailes en TikTok— sería un indudable freno a la rapidez y la agilidad que Trump mostró en el debate ante Biden. Harris tiene a todo el aparato demócrata detrás, seguida, a distancia, por las viables opciones sucesorias de los gobernadores Gavin Newsom (California) y Gretchen Whitmer (Míchigan).

Por todo ello, el republicano recurrió a su red social para soltar la primera andanada contra Harris. Conocida por su risa franca y fácil, la bautizó como Laffin (argot de laughing, risueño) Kamala. Y poner un apodo es, para Trump, señal de que se toma en serio a su oponente. “Respetos a nuestra potencialmente nueva aspirante demócrata Laffin’ Kamala Harris”, escribió el jueves. “Le fue mal en el proceso de nominación demócrata [para las presidenciales de 2020], comenzando como número dos y terminando derrotada y abandonando, antes de llegar a Iowa, ¡pero eso no significa que no sea una política altamente talentosa!”. En otro post, la calificó de “mala” y “patética”. Y en un vídeo al que tuvo acceso el portal The Daily Beast, en el que el republicano aparece en un carrito de golf, redobló un día después el ataque diciendo: “Es tan patética…”.

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Donald Trump y Joe Biden, durante el debate el pasado 27 de junio en Atlanta.
Donald Trump y Joe Biden, durante el debate el pasado 27 de junio en Atlanta. Brian Snyder (REUTERS)

Las descalificaciones de Trump se multiplicarían según muchos analistas si, a menos de cuatro meses de las elecciones, Harris eligiera como segundo del tándem a un demócrata moderado, centrista, de alguno de los siete Estados bisagra o basculantes, cuyos votantes pueden inclinar a uno u otro lado el resultado en noviembre. De Pensilvania, por ejemplo, el Estado más cortejado por ambos candidatos y donde Trump celebrará esta semana un acto de campaña. La hipótesis de una Kamala Harris acompañada por un candidato nuevo sería un factor sorpresa para el electorado, y una completa incógnita para Trump, de ahí su preferencia por que Biden siga en la carrera, como el presidente ha asegurado este mismo viernes por partida doble que hará. El próximo debate, el 10 de septiembre en ABC News, podría ser un todo o nada para Trump si tiene que medirse con un contrincante nuevo.

Una encuesta de CNN publicada el martes reveló que los independientes apoyan a Harris, un 43% frente al 40% de Trump (y el 34% de Biden), y los votantes moderados la prefieren también: un 51% frente al 39% del republicano. Pero los asesores de Trump creen que a Harris le iría peor que a Biden con los blue collars —obreros, trabajadores no cualificados— del llamado muro azul de Wisconsin, Míchigan y Pensilvania. No hay datos desglosados sobre el apoyo a Harris en los Estados indecisos, pero ambos equipos de campaña los consideran cruciales.

En un pulso dispar, solo el calendario que fija los plazos del proceso electoral se interpone entre el mar de dudas de los demócratas y el ventajoso margen de maniobra de Trump. En los dos actos de campaña convocados esta semana —el citado de Filadelfia y otro en Florida, el sábado— el republicano podría anunciar el nombre de su compañero de candidatura, días antes de que el 18 de julio sea entronizado como aspirante republicano a la Casa Blanca en la convención del Partido Republicano en Milwaukee. Los demócratas tienen un mes más, hasta la convención de mediados de agosto en Chicago, para reparar los daños de la actuación de Biden en el debate, y eso pasa por acallar las dudas, evitando la crisis interna para no ofrecer más blanco al enemigo.

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