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Texas se lanza a las urnas pese a las cortapisas del gobernador republicano

A una semana de las elecciones, ya ha votado más del 90% de todos los que lo hicieron en 2016 en este Estado sureño de Estados Unidos

Antonia Laborde
Un votante utiliza el sistema de votación anticipada en una máquina en la alcaldía de Richardson, Texas.
Un votante utiliza el sistema de votación anticipada en una máquina en la alcaldía de Richardson, Texas.LM Otero (AP)

Texas ya había comenzado a votar en masa de forma anticipada cuando el gobernador del Estado, el republicano Greg Abbott, ordenó a la desesperada el pasado 1 de octubre que los condados solo podían contar con un buzón para depositar personalmente el voto por correo. La acción, adoptada para “mantener la integridad” de las elecciones, dejó al condado de Harris (el área metropolitana de Houston, con 4,6 millones de habitantes), con solo un buzón para votar frente a los 12 que tenía preparados. A pesar de que Texas es un bastión conservador desde hace décadas, tanto el condado de Harris como la ciudad de Houston son demócratas. Ambas entidades acudieron a los tribunales acusando al gobernador de estar suprimiendo el derecho al voto en un territorio donde la mitad de la población pertenece a una minoría, sobre todo latinos. Pese a las trabas, a seis días de los comicios, ya han votado casi 8,2 millones de personas, el 90,8% del total de los sufragios depositados en 2016.

Las dificultades para ejercer el voto no son nuevas, ni es algo exclusivo de Texas. Siete Estados obligan a presentar una identificación con una foto emitida por el Gobierno, algo que deja fuera a 21 millones de estadounidenses que no la solicitan por su coste. Hay otros Estados que obligan a registrarse para votar varias semanas antes de los comicios y a mucha gente se le pasa el plazo. En estas elecciones, en las que el presidente, Donald Trump, ha repetido una y otra vez sin pruebas que el voto por correo favorece el fraude, en algunos Estados han tirado de ese hilo para limitar la votación anticipada. En las dos Carolinas (del Sur y del Norte), por ejemplo, las autoridades insistieron en la necesidad de que los sobres con papeletas estuvieran firmados por un testigo, además del votante, lo que puede no ser tan sencillo en medio de una pandemia.

Es lunes 19 de octubre y una fila de coches rodea las afueras del estadio NRG de Houston. Los conductores no están esperando entrar al recinto para ver un rodeo o animar a los Houston Texans en un partido de fútbol americano. Esta vez han acudido a depositar su papeleta para las elecciones del 3 de noviembre. “[Los votantes] Pueden tardar horas en llegar cuando hay tráfico”, explica Isabel Longoria, de la oficina del Secretario del Condado de Harris. Para evitar que los ciudadanos se bajen del coche, se han montado unas enormes tiendas de campaña en los aparcamientos. El votante llega con su papeleta dentro de un sobre sellado, un empleado de la oficina revisa que el nombre coincida con su tarjeta de identificación y lo deposita en el buzón. Cinco voluntarios observan que ese proceso se realice con rigor.

Jill McGregor es una de las interventoras, la única demócrata. Confiesa que la llamaron de la organización Election Protection porque habían sido alertados de que los interventores republicanos estaban intimidando a los votantes, acercándose mucho a los coches, mirando a través de las ventanas. “La verdad es que no se necesitan tantos ojos extra para un procedimiento tan sencillo como este, pero los republicanos tienen cuatro personas aquí chequeando”, comenta McGregor, exempleada de la NASA. Los voluntarios republicanos rechazan hacer comentarios.

Votar en “autoservicio”

En el estadio NRG de Houston, los ciudadanos también pueden votar en persona o desde su coche en una máquina. Este sistema, instaurado por primera vez en Texas, se conoce como “autoservicio”. En las primeras dos semanas más de 70.000 votantes del condado de Harris lo utilizaron. Los republicanos intentaron eliminarlo mediante una batalla judicial que perdieron la semana pasada en el Tribunal Supremo del Estado. Jessica Bordy, de 65 años, se acercó para votar de forma presencial por Joe Biden. “Lo del buzón es obviamente una jugada para suprimir el voto”, opina. Sobre el ánimo con que enfrenta la elección, responde con una idea que se repite entre los contrarios a Trump: “Estoy desesperadamente entusiasmada”. Un votante republicano de 44 años, que no quiere dar su nombre, confiesa que está “cansado” de estos comicios, y quiere que se acaben ya.

La limitación de los buzones es solo el último de los movimientos que dificultan la participación en Texas. En el segundo Estado más poblado de Estados Unidos (29 millones de habitantes) los ciudadanos no pueden hacer todo el trámite para registrarse como votantes por Internet, ni siquiera ahora con la pandemia del coronavirus. La mayoría de los territorios eliminaron el requisito de presentar una razón para votar por correo. Pero Texas solo aprobó una excepción para los mayores de 65 años que temieran el contagio. La otra alternativa sigue siendo votar por correo y enviarlo a través del servicio postal, el sistema vapuleado por Trump. Pero ni siquiera todos esos esfuerzos han frenado a un electorado dispuesto a hacer historia. El lunes por la noche ya habían votado 1,15 millones de personas en el tercer condado más grande del país, pisando los talones a la cifra de 1,3 millones de votos depositados en 2016.

Con todo, en Texas Trump aventaja a Biden por 2,6 puntos en el promedio de los sondeos. Sri Kulkarni, candidato demócrata por el distrito 22, el más rico del Estado, insiste en que “es innegable que los republicanos han hecho esfuerzos concertados para suprimir el voto aquí”. “Texas nunca ha sido un Estado rojo o azul, siempre hemos sido un Estado sin derecho a voto”, apunta en referencia a las trabas puestas para votar. Eso explicaría, en su opinión, por qué en los últimos comicios participó el 46% de los electores, 10 puntos por debajo de la media nacional. Por eso Kulkarni destaca la alta participación que se registra en esta ocasión. “Texas está demostrando lo que siempre hemos sabido: es un territorio clave”.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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