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Lecornu suspenderá la reforma de las pensiones hasta 2028 para evitar la caída de su Gobierno en Francia

El primer ministro se pliega en su discurso de política general a la petición de los socialistas, que no votarán la moción de censura contra el Ejecutivo

El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, este martes en la Asamblea Nacional. Foto: Gonzalo Fuentes (REUTERS) | Vídeo: epv
Daniel Verdú

Francia se asomaba a otro fin de semana dramático. Sébastien Lecornu, flamante primer ministro por segunda vez, comparecía este martes en la Asamblea Nacional para pronunciar su declaración de política general. Es decir, su programa. Pero también el nuevo método con el que pretendía salir de la crisis. Anunció una ruptura, un cambio de paradigma, la cesión del poder al Parlamento. Pero, sobre todo, lo que importaba, era si su posición sobre la reforma de la ley de pensiones contentaría a los socialistas para evitar apoyar una moción de censura o presentar ellos mismos la iniciativa, como amenazaron por la mañana. “La suspenderemos desde este otoño hasta 2028”, pronunció hacia el final de su discurso. Y la mitad del hemiciclo respiró aliviado.

Los socialistas aplaudieron al oír el anuncio, la mayor derrota del presidente Emmanuel Macron: la suspensión de su única gran reforma estructural. Lo único en lo que no estaba dispuesto a ceder hasta hoy. Pero hasta ese momento, cuando quedó claro que el Gobierno de Lecornu podrá superar la semana de vida, la tensión en el Palacio Borbón, sede de la Asamblea Nacional, era extrema. Cada palabra contaba. Suspensión, cancelación, retraso...

En las bancadas socialistas se escrutaba con atención el inventario léxico del primer ministro respecto a la reforma de la ley de pensiones para tomar una decisión. “Si hay [moción de] censura, habrá elecciones”, avisó Lecornu por la mañana. “Estamos dispuestos a un debate que piden fuerzas políticas y sindicatos legítimas. Quizá sea una oportunidad para avanzar”, lanzó.

El clímax de la declaración, un discurso sólido y aperturista, se produjo cuando pronunció la palabra clave. “A partir de este otoño, suspendemos la reforma de 2023 hasta las elecciones presidenciales. No se realizará ningún aumento de la edad a partir de ahora hasta enero de 2028, tal como lo había solicitado explícitamente la CFDT [el sindicato vinculado al Partido Socialista]”, anunció. Aplaudieron el socialista François Hollande, expresidente de la República, y diputados como Philippe Brun, Christine Pirès-Beaune y o el antiguo director de gabinete de Élisabeth Borne, autora de la actual reforma. Pero se necesitaba más madera para contentar al jefe de los socialistas.

Olivier Faure, primer secretario del Partido Socialista, solo aplaudió cuando escuchó que también se suspenderá la ampliación del tiempo de cotización hasta enero de 2028. “Es una victoria”, confirmó en su intervención el jefe de los parlamentarios socialistas, Boris Vallaud, dando a entender que no votarían la censura. “No votaremos la censura”, reiteró luego el diputado Laurent Baumel.

La medida, que evitará elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años, costará 400 millones de euros en 2026 y 1.800 millones en 2027. Y deberá ser compensada a través de recortes. Pero da igual. Porque el primer ministro dijo durante 40 minutos casi todo lo que se esperaba de él para evitar la crisis. Para evitar otra hecatombe. También lanzó el anuncio de una nueva tasa a los holding empresariales. La pelota está ahora en el tejado de los 69 diputados socialistas.

Lecornu, muy duro con la ultraderecha y con La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, someterá las decisiones de su mandato al poder de la Asamblea. Todas, prometió. “Actuar sin la oposición no es posible ni deseable. He renunciado al 49.3 [el artículo de la Constitución que permite al Gobierno aprobar las leyes por decreto, sin someterlo a la votación del Parlamento]. Y es la garantía de que el debate presupuestario irá hasta el voto. El Gobierno presenta el Presupuesto que considera deseable. El Parlamento lo examina, lo discute y lo modifica. Sin el 49.3, sin mayoría absoluta, el Parlamento tendrá la última palabra. La ley se hará aquí, no en el Ministerio de Economía”, añadió. Esa opción legal de aprobar un Presupuesto sin la aprobación de la Asamblea parece ahora descartada.

Alivio en los mercados

El alivio por una posible salida a la crisis, todavía sin conocer la reacción de los socialistas, se hizo notar también en los mercados. La prima de riesgo (el diferencial de la deuda alemana con la francesa) bajó de los 80 puntos básicos por primera vez desde mediados de septiembre, poco después de la caída del Gobierno del centrista François Bayrou. Incluso el flamante premio Nobel de Economía, Philippe Aghion, viejo asesor de Macron, se había posicionado a favor de la interrupción de la reforma en aras de la estabilidad.

Lecornu deberá ahora cruzar los dedos. El jueves afronta dos mociones de censura cruzadas. El partido ultra Reagrupamiento Nacional (RN) ya ha anunciado que votará la que ha presentado parte de la izquierda (La Francia Insumisa, Los Ecologistas y el Partido Comunista). La iniciativa podría salir adelante si una parte de los socialistas o de Los Republicanos votase también a favor. Todo dependerá de 24 diputados. Una decisión que provocaría la caída del Gobierno, solo cuatro días después de ser constituido. Pero, sobre todo, conduciría definitivamente a unas elecciones legislativas en las que la ultraderecha tiene todo a favor para lograr un resultado que le permita gobernar, por primera vez después de la II Guerra Mundial.

Y ese es el objetivo claro y único ahora mismo de Marine Le Pen, que lamentó los “acuerdos” que eviten esos comicios. “Todo esto se hace para impedir que se celebren nuevas elecciones y que los franceses puedan elegir la alternancia”, dijo la jefa de facto del Reagrupamiento Nacional (RN). “Pero censuraremos ahora a todos los gobiernos que presente Emmanuel Macron”, recordó ante los diputados del RN y el partido conservador Unión de Demócratas por la República, reunidos en un grupo interparlamentario. “Prepárense, porque la disolución puede producirse en unos días, en unas horas”, insistió luego el presidente del partido, Jordan Bardella. “Si vamos a las elecciones, es para ganar”, añadió.

El camino sigue siendo largo y complejo. Los socialistas no censurarán al Gobierno, pero no se comprometen a aprobar el presupuesto, insistieron. El economista Gabriel Zucman, después de haber consultado el proyecto de ley presentado por el Gobierno, consideró que “todo se ha hecho para proteger a Bernard Arnault y a los multimillonarios franceses. Por lo tanto, se pide a las demás categorías sociales que hagan esfuerzos. Una vez más”, lamentó. “Lo que no pagan los multimillonarios lo pagan todos los demás en su lugar. Esta lucha es esencial”, había lanzado el socialista Faure antes de la sesión parlamentaria. Lecornu, en cualquier caso, ha obtenido su primera victoria. Todo apunta a que superará su primera semana de Gobierno.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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