Macron, a los franceses: “Rusia no se parará en Ucrania. Es una amenaza para Francia y para Europa”
El presidente de la República alerta en un discurso televisado de la amenaza creciente de una guerra, pide sacrificios para aumentar el gasto en defensa y abre la posibilidad de que París ejerza de paraguas nuclear europeo. “La paz no puede ser la capitulación”, añade

La hora es grave, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, no quiso ocultarlo en un dramático discurso televisado con tintes de tiempo de guerra. El jefe del Estado, que ha liderado en las últimas semanas la ofensiva europea para no quedarse atrás en un posible proceso de paz en Ucrania, compareció este miércoles a las ocho de la tarde —su hora preferida para citar a Francia— para detallar la situación derivada de la guerra en Ucrania y dibujar un mapa de situación para su país y para toda Europa. En la sala de al lado, en el Palacio del Elíseo, le esperaba ya en esos momentos el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, para comenzar una cena de trabajo que debía amansar al líder de la UE más cercano al presidente ruso, Vladímir Putin, antes de la crucial reunión del Consejo Europeo de este jueves. Los socios comunitarios se reunirán en Bruselas para diseñar la estrategia común en Ucrania y el nuevo plan para conducir a la UE a una autonomía militar respecto a Estados Unidos. Y Macron no podía subrayar más la importancia de la cita: “Rusia no se detendrá en Ucrania. Rusia se ha convertido en una amenaza para Francia y Europa. Seguir siendo un espectador sería una locura”, advirtió nada más empezar.
El discurso de Macron fue muy duro con Rusia y con Putin, a quien acusó, entre otras cosas, de violar fronteras para asesinar oponentes. “Ha movilizado en nuestro continente soldados norcoreanos, equipos iraníes, mientras ayuda a estos países a armarse aún más. La Rusia del presidente Putin viola nuestras fronteras para asesinar a opositores, manipula las elecciones en Rumania y Moldavia, y organiza ataques cibernéticos contra nuestros hospitales para bloquear su funcionamiento”, aseguró. Pero también preparó a los franceses para un progresivo distanciamiento de EE UU y Europa. “Debemos aumentar nuestra defensa. En este sentido, seguimos comprometidos con la OTAN, pero debemos reforzar nuestra independencia. El futuro de Europa no debe ser decidido en Washington y Moscú”, aseguró. “Estados Unidos, nuestro aliado, ha cambiado su postura sobre esta guerra, apoya menos a Ucrania y deja en el aire la incertidumbre sobre lo que sucederá a continuación”. En resumen, “nuestra prosperidad y nuestra seguridad” en Europa “se han vuelto más inciertas”, añadió el presidente de la República, quien aseguró que entramos “en una nueva era”.
Macron, quizá en el momento más importante de sus dos mandatos, la primera vez que las turbulencias reales se encuentran fuera de las fronteras nacionales, busca encarnar el rostro de una Francia y una Europa que no permanecen petrificadas. “La amenaza regresa desde el este. La inocencia de los últimos 30 años, desde la caída del muro de Berlín, ha llegado a su fin”, lanzó en tono gravísimo. El jefe de Estado está inmerso en una frenética actividad de desplazamientos, reuniones y llamadas con sus homólogos desde hace semanas. Los franceses, hasta ahora, acompañan ese esfuerzo. Pero en Francia, donde fácilmente llegan algunos ecos de la II Guerra Mundial, crece el temor a un conflicto armado, también en su propio territorio. Así lo manifiesta el 64% de los encuestados por la empresa Ipsos para la cadena BFMTV. Y algunas señales, especialmente económicas, empiezan a ser negativas también en el respaldo a Ucrania. El 75% de los encuestados dijo en el mismo sondeo no estar dispuesto a que estos esfuerzos comporten, por ejemplo, una subida de impuestos.
Macron, en parte por eso, quiso transmitir seguridad y un cierto confort a los franceses. “Estáis legítimamente preocupados a la vista de los eventos históricos en curso. Los Estados Unidos de América han cambiado su postura sobre la guerra en Ucrania. Los mismos Estados Unidos de América pretenden imponer aranceles a Europa. Finalmente, la amenaza terrorista [está de vuelta]”.
Autonomía nuclear
Francia es el único país de la UE con el arma nuclear. Una tecnología, además, fabricada enteramente en su territorio. Es además, a diferencia de la del Reino Unido, autónoma respecto a EE UU. Una cualidad que otorga al país un cierto liderazgo en cuestiones de defensa y que permite a Macron liderar un debate que también podría incluir la posibilidad de compartir este armamento. Pero, sobre todo, es útil para deslizar una idea que tranquiliza a los ciudadanos: Francia está mejor protegida que el resto de países. “He decidido abrir el debate estratégico sobre la [disuasión nuclear] con nuestros aliados europeos. Pase lo que pase, la decisión siempre será tomada y seguirá estando en manos del presidente de la República, el jefe de las Fuerzas Armadas”, añadió Macron durante su discurso, en referencia a un cierto interés del nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, en la cuestión.
Macron, señalaron fuentes del Elíseo horas antes de su comparecencia, va a la cumbre europea extraordinaria del jueves con la idea de que hay que trabajar en “una paleta abierta” de mecanismos de financiación para cubrir las “lagunas” en materia de defensa que han quedado todavía más en evidencia con los desaires del estadounidense Donald Trump. El plan de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen para obtener cerca de 800.000 millones de euros para el gasto en defensa se ve en París con buenos ojos. También la idea de crear un mecanismo de préstamo común de unos 150.000 millones de euros, parecido al que se utilizó durante la pandemia, que tomaría como garantía el presupuesto de la Comisión Europea, de acuerdo con la propuesta de Von der Leyen.
El problema en Francia, sin embargo, es que su situación financiera, con una deuda que ha superado el umbral simbólico de los tres billones de euros y un déficit de más del 6% del producto interior bruto (PIB) en 2024, hace que la sugerencia de la presidenta de la Comisión Europea de flexibilizar las reglas del Pacto de Estabilidad en realidad le dé muy poco margen de maniobra adicional. O ninguno. Por eso, las fuentes del Elíseo hacen hincapié en trabajar en “el conjunto de pistas abiertas” por Von der Leyen: desde la reorientación de los fondos de cohesión para proyectos de defensa a formas de atraer capitales privados, por ejemplo, con un producto financiero dirigido a los ahorradores. O también con la capacidad de arrastre de fondos privados que tiene el Banco Europeo de Inversiones (BEI), más allá de sus dispositivos de préstamos.
“Pase lo que pase, debemos equiparnos más”, advirtió Macron, quien prometió “inversiones adicionales” en la defensa francesa sin aumentar los impuestos. “Tendremos que hacer nuevas elecciones presupuestarias e inversiones adicionales que ahora son indispensables”, predijo, instando al Gobierno a “hacer propuestas a la luz de este nuevo contexto”. “Las soluciones del mañana no pueden ser los hábitos de ayer”.
Macron recordó que la paz “no puede lograrse a cualquier precio y bajo el diktat ruso”. “La paz no puede ser la capitulación de Ucrania. No puede ser su colapso. Tampoco puede traducirse en un alto el fuego que sea demasiado frágil”, señaló. El jefe del Estado francés recordó también el fracaso de los acuerdos de Minsk. “No podemos olvidar que Rusia comenzó a invadir Ucrania en 2014 y entonces negociamos un alto el fuego en Minsk. Y la misma Rusia no respetó ese alto el fuego y no pudimos mantener los equilibrios por falta de garantías sólidas”. Un precedente que desacredita la palabra del Kremlin. Este es un discurso que choca frontalmente con el de Trump, que defiende la necesidad de pactar cuanto antes la paz. “Hoy, ya no podemos creer en la palabra de Rusia. Ucrania tiene derecho a la paz y a la seguridad para sí misma, y es nuestro interés y el interés de la seguridad del continente europeo. En este sentido, trabajamos con nuestros amigos británicos, alemanes y varios otros países europeos”.
Francia lleva a Bruselas una larga lista de carencias detectadas en armamento. Para cubrir esas necesidades, París insiste en que el valor añadido que debe aportar la UE es la dimensión industrial europea para la fabricación de todo ese armamento, lo que significa que hay que corregir la dependencia de las tecnologías y de las empresas estadounidenses, que ahora son las principales suministradoras para muchos países miembros. Para Francia, hay que distinguir claramente entre el progreso en la Europa de la defensa y lo que son las necesidades militares de Ucrania a las que deben responder los europeos con su ayuda, y que por su carácter urgente no pueden atenerse al criterio de que ese armamento sea de fabricación europea.
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