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Netanyahu pospone al viernes la votación del alto el fuego en Gaza por discrepancias de última hora

El primer ministro israelí, con dos socios ultraderechistas de coalición opuestos al pacto, acusa a Hamás de intentar arañar concesiones. El movimiento islamista lo niega. EE UU mantiene su confianza en que entrará en vigor el domingo

Protestas israelíes contra el alto el fuego en Gaza, este jueves en Jerusalén.Foto: Ronen Zvulun (REUTERS) | Vídeo: Javier Mateo García
Antonio Pita

Un día después de que el acuerdo de alto el fuego para poner fin a 15 meses de guerra en Gaza fuese anunciado por sus mediadores (Qatar, EE UU y Egipto) y aplaudido por la comunidad internacional, la oficina del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sorprendió en la mañana de este jueves al señalar que no lo sometería a votación ante su Gobierno (como estaba previsto que sucediese durante la jornada) hasta que los negociadores en Doha no resolviesen las discrepancias de última hora sobre su implementación. Por la tarde, los medios locales señalaron que el acuerdo se votará este viernes por la mañana. Arieh Deri, líder del partido ultraortodoxo Shas, parte de la coalición, dijo que los últimos flecos estaban cerrados. Netanyahu, con dos socios ultraderechistas de coalición opuestos al pacto, mantiene, sin embargo, silencio. No ha confirmado el éxito del diálogo y acusa al movimiento islamista de intentar dar marcha atrás en compromisos previos y arañar concesiones. Ninguna información independiente apunta en ese sentido y el dirigente de Hamás Izzat al Risheq ha subrayado en la red social Telegram el “compromiso” de su grupo con el acuerdo. Desde su anuncio, que dejó escenas de júbilo en Gaza, los bombardeos israelíes han matado a al menos 77 personas en la franja de Gaza.

Netanyahu es uno de los escasos líderes que no se ha pronunciado sobre el pacto, el mismo casi palabra por palabra consensuado ocho meses antes. Su oficina ha dejado claro que solo lo hará cuando todo esté cerrado. Los problemas de última hora no se centran en el texto en sí, sino en detalles como el proceso de elección de los presos palestinos que serían excarcelados, a cambio de la liberación progresiva de los casi 100 rehenes que Hamás tiene en sus manos desde su ataque del 7 de octubre de 2023.

El jefe del Ejecutivo ha acusado este jueves a Hamás de “crear una crisis de último minuto” e “incumplir partes del acuerdo […] en un esfuerzo por arrancar concesiones”. “El Gabinete israelí no se reunirá hasta que los mediadores notifiquen a Israel que Hamás ha aceptado todos los elementos del acuerdo”, ha agregado su oficina.

En Israel, la luz verde oficial al acuerdo no pasa por el sí de los mediadores en Doha, sino el del gabinete de seguridad y, posteriormente, el Gobierno en su conjunto. La primera reunión estaba inicialmente prevista para la mañana de este jueves. Luego se pospuso a la tarde y ahora parece haber quedado fijada para el viernes. La delegación israelí, encabezada por el jefe del Mosad, David Barnea, sigue en Qatar y solo entraría en la reunión por videoconferencia, informa el diario Yediot Aharonot.

El impasse tensa al máximo el calendario que adelantó el propio primer ministro de Qatar, Mohammed al Thani, al anunciar el acuerdo en rueda de prensa en Doha: entraría en vigor ya este domingo. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, se ha mostrado confiado este jueves en que así será. “No es precisamente sorprendente que en un proceso que ha sido tan desafiante y complicado, pueda quedar un cabo suelto”, ha apuntado, relativizando el alargamiento de las negociaciones.

Amplia mayoría

Los números de la votación en el Ejecutivo israelí dan para que salga adelante sin problemas. Se prevé, de hecho, una aprobación por amplia mayoría, ya que la oposición lleva tiempo pidiéndolo. Solo se oponen los dos socios ultraderechistas de Netanyahu: Sionismo Religioso y Poder Judío. El líder del primero, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha calificado el acuerdo de “malo y peligroso” y condiciona su luz verde a que no suponga el fin de la guerra. Es decir, a que acabada la primera fase (que duraría mes y medio y en la que Hamás entregaría un tercio de los rehenes), Israel retome la “eliminación completa” del movimiento islamista. Cientos de personas se han manifestado este jueves en Jerusalén contra el pacto.

Netanyahu ha mantenido con Smotrich cinco reuniones en dos días para que no abandone la coalición si sale adelante, la auténtica clave del asunto. Según el canal 12 de la televisión nacional, el Gobierno estudia pasar una decisión por separado asegurando que la guerra no terminará hasta el fin definitivo de Hamás, tanto militar como en capacidades de Gobierno. También quiere incluir un nuevo objetivo bélico: la destrucción del terrorismo en Cisjordania. Smotrich, representante del ultranacionalismo colono más radical, quiere convertir 2025 en el año de la anexión de este territorio palestino ocupado.

Estas garantías irían contra la letra y el espíritu del pacto. Los mediadores subrayaron al presentarlo que el objetivo final es un alto el fuego definitivo, que significa el fin de la guerra. Recientemente, Netanyahu ha usado la ambigua fórmula “alto el fuego prolongado”.

El presidente, Isaac Herzog, ha pedido a los miembros del Ejecutivo que ratifiquen el acuerdo porque no hay “mayor tarea moral, humana, judía e israelí” que traer de vuelta a los rehenes. Una “tarea” prevista en la primera y la segunda fase del pacto. El texto marca que en la primera Hamás entregará 33 rehenes: mujeres, menores, enfermos y hombres de más de 50 años. Los primeros serían tres mujeres civiles y, siete días más tarde, otras cuatro. Primero los vivos y, al final, será el turno de la entrega de cadáveres, cuyo número se desconoce, pero se calcula en un tercio.

Durante ese mes y medio, Israel iniciará la retirada progresiva de sus tropas en Gaza, comenzará a liberar presos palestinos (algunos, al extranjero) y permitirá a los desplazados del norte de la Franja ir regresando a los hogares que queden en pie.

Pese a los problemas de última hora, el ejército israelí ya ha comenzado a instalar un complejo cerca de Gaza para que los rehenes puedan reunirse con sus familias nada más ser liberados. Se asume que algunos están heridos y necesitarán atención médica urgente, por lo que serán trasladados enseguida a los hospitales.

Consecuencias regionales

Otra de las implicaciones del acuerdo de alto el fuego son sus consecuencias regionales. Hamás ha ido quedándose solo, con la República Islámica de Irán en uno de sus momentos de mayor debilidad estratégica en décadas y la milicia libanesa Hezbolá fuera de juego y descabezada tras dos meses de guerra en las que Israel mostró su abrumadora superioridad militar y tecnológica. El grupo chií exigía para dejar de lanzar cohetes y drones contra Israel el fin de los bombardeos en Gaza, pero el pasado noviembre se acabó viendo obligado a aceptar un alto el fuego solo en Líbano sin que se diese esa condición y que no está frenando los bombardeos israelíes en el país.

En este contexto, el único grupo armado que ha seguido atacando el Estado judío han sido los hutíes de Yemen. Uno de los misiles causó varios heridos en diciembre en la zona de Tel Aviv. Además, ha usado como arma la disrupción del tráfico marítimo en el mar Rojo.

Su líder, Abdelmalik Al Huthi, se ha pronunciado este jueves sobre el acuerdo de alto el fuego, advirtiendo de que atacarán Israel si vuelve a bombardear Gaza, haya o no técnicamente una tregua. “Seguiremos de cerca los acontecimientos en Palestina durante los tres días previos a la entrada en vigor del acuerdo de Gaza. Si las masacres israelíes continúan, continuaremos nuestras operaciones”, ha señalado en un discurso televisado. “En cualquier etapa en que la agresión [Israel] incumpla el acuerdo, estaremos listos para brindar apoyo militar a nuestros hermanos palestinos”.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.
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