Keir Starmer promete más policías y viviendas públicas para relanzar un Gobierno en horas bajas
Un 53% de los británicos están decepcionados con los primeros meses del Partido Laborista en el poder, según una encuesta de Ipsos. Solo uno de cada cuatro cree que el primer ministro está haciendo un buen trabajo
Keir Starmer habló primero de las “cinco grandes misiones” que impulsarían la tarea de un futuro Gobierno laborista; más tarde habló de “compromisos”; y este jueves, en un discurso ampliamente promocionado y anunciado por su equipo de prensa, ha proclamado nuevos “hitos” con los que poder medir los resultados de un mandato que ha logrado desinflar los ánimos de los votantes en apenas cinco meses.
“Muchos van a decir que ya habían oído antes todos estos compromisos, y se preguntarán dónde está ahora el conejo que va a salir de la chistera”, ha dicho Starmer. “No voy a pedir disculpas por mantener el rumbo fijo y no desviarme de nuestros planes, por fijar el objetivo del Gobierno en el interés a largo plazo del país, y no en las distracciones de Westminster [sede del Parlamento]. (…) Pero hoy vamos a publicar nuevos hitos, que podrán ser medidos, y darán a la ciudadanía británica la capacidad de exigirnos responsabilidad”, anunciaba el primer ministro británico.
Promesas ambiguas
Bajo el eslogan de Plan para el Cambio, prácticamente idéntico al empleado durante la campaña electoral que llevó al Partido Laborista a la victoria el pasado 4 de julio, Starmer ha hecho públicos una serie de compromisos que mezclaban cifras concretas con nuevas dosis de ambigüedad.
Ha prometido un incremento en la calidad de vida por todo el Reino Unido, con una mayor renta per cápita e ingresos más elevados en cada hogar al final del mandato.
Ha asegurado que dentro de cinco años se habrán construido 1,5 millones de casas, muchas de ellas de oferta pública, para hacer frente a la seria crisis de vivienda que atraviesa el Reino Unido. Y junto a ellas, al menos 150 proyectos de infraestructuras por todo el país.
Starmer quiere que prácticamente todos los pacientes en lista de espera del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés), que hoy suman siete millones, puedan pasar del diagnóstico al tratamiento efectivo en no más de 18 semanas.
Downing Street también pondrá en las calles 13.000 nuevos agentes de policía y reforzará los dispositivos de seguridad de muchos vecindarios. Además, el Gobierno laborista se compromete a mejorar la deteriorada educación pública en el Reino Unido, con el compromiso de Starmer de que un 75% de los niños que accedan a la escuela primaria tengan ya buenas habilidades de expresión y lectura.
Finalmente, el primer ministro ha reafirmado su compromiso de que el país tenga un 95% de suministro energético con cero emisiones de carbono para 2030. Aunque también ha rebajado el objetivo ligeramente; su promesa anterior hablaba del 100%.
Un Gobierno en horas bajas
El Gobierno de Starmer intenta desesperadamente combatir la percepción general de desánimo que se ha instalado en gran parte del país. Horas antes del discurso del primer ministro, en el que su equipo había depositado gran confianza, se publicó una nueva encuesta de la empresa Ipsos. Un 53% de los británicos se muestran decepcionados con todo lo que ha hecho hasta el momento el nuevo Ejecutivo laborista. Lo relevante es que, en el caso de aquellos que votaron por Starmer, un 28% comparte esa decepción apenas cinco meses después.
Solo uno de cada cuatro consultados cree que el primer ministro está haciendo bien su trabajo. “La encuesta refleja lo importante que es para el Partido Laborista demostrar que está llevando a cabo una mejora real y tangible en la vida de la clase trabajadora si quiere volver a ganar la confianza de los ciudadanos”, ha señalado Gideon Skinner, director de Análisis Político del Reino Unido en Ipsos.
El enésimo intento de Starmer por reconducir el debate público ha dado alas a la nueva líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch. Porque tan importantes como las nuevas promesas esbozadas son las ausencias deliberadas. El primer ministro no ha dado cifras concretas sobre la inmigración irregular, cuya reducción y control fue también uno de sus principales compromisos electorales. Tampoco ha formado parte del discurso el anuncio que hizo de que el Reino Unido sería la economía que más crecería de todas las del G-7.
“Esta reordenación de emergencia de las prioridades del primer ministro confirma que el Partido Laborista ha estado 14 años en la oposición y todavía no está preparado para gobernar”, ha ironizado Badenoch en X. “Este relanzamiento no puede ocultar el hecho real de que este Gobierno no sabe lo que hace”.
El nuevo plan de Starmer, más una estrategia de comunicación que un cambio de prioridades u objetivos, ha sido diseñado por los dos hombres fuertes de su Gobierno: Pat McFadden, ministro del Ducado de Lancaster (una especie de ministro de la Presidencia español), y Morgan McSweeney, el cerebro de la campaña electoral y ahora nuevo jefe de gabinete del primer ministro. La intención declarada de ambos, y la de Starmer, es la de lograr cambiar la percepción apagada que muchos británicos tienen del nuevo equipo al frente de Downing Street.
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