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Las ejecuciones de prisioneros de guerra ucranios se multiplican en 2024

104 soldados han sido asesinados a sangre fría por las tropas rusas pese a que se habían rendido. El 80% de los casos han ocurrido este año

Prisioneros Ucrania
Un soldado ucranio llora frente a banderas y pancartas en homenaje a los militares caídos en los ataques rusos, el 1 de octubre en Kiev.Thomas Peter (REUTERS)

La imagen de un soldado atravesado por una espada sacudió a Ucrania. Sucedió el pasado septiembre en Kursk, la provincia rusa que las tropas ucranias han invadido por orden del presidente, Volodímir Zelenski. El militar yacía en el suelo, con señales en las muñecas de haber sido maniatado y con una suerte de espada medieval clavada en el cuerpo. Es uno de los 104 casos reportados por la Fiscalía General de Ucrania en lo que va de guerra de prisioneros de guerra ejecutados por las fuerzas rusas. El 80% de estos se han producido en 2024.

El Defensor del Pueblo ucranio, Dmitro Lubinets, ha apelado de forma reiterada a Naciones Unidas para que tome cartas en el asunto por la acumulación de pruebas visuales de estos crímenes de guerra. Los casos se han disparado desde agosto, coincidiendo con la operación en la región rusa de Kursk: en los dos últimos meses se habrían confirmado 40 ejecuciones.

EL PAÍS ha podido recabar pruebas visuales de 38 de estos sucesos. El 1 de octubre aparecieron en las redes sociales imágenes del fusilamiento de 16 soldados ucranios, el mayor volumen conocido hasta ahora, en la provincia de Donetsk. El último sucedió el 18 de octubre en el frente de Pokrovsk, también en Donetsk: un vídeo muestra dos militares que tras rendirse son asesinados a bocajarro.

La Fiscalía General ha indicado que la tendencia al alza de estos crímenes empezó en noviembre de 2023 y que, desde entonces, solo ha ido a más. El pasado febrero empezó con la prueba visual del asesinato de seis soldados rendidos en Avdiivka. Cinco de los cadáveres fueron repatriados a sus familias en un intercambio de fallecidos de la semana pasada, según informó el medio Slidstvo. Lubinets insiste en que esto es la punta del iceberg porque solo se trata de los crímenes que pueden confirmarse mediante documentos visuales.

La Oficina de los Derechos Humanos de Naciones Unidas publicó el 1 de octubre un informe sobre los prisioneros de guerra en este conflicto. El documento asegura que “las autoridades rusas han sometido de forma extendida y sistemática a prisioneros ucranios a tortura, malos tratos y a condiciones inhumanas”. En el caso de los presos rusos, la oficina de la ONU reporta que la mitad de los reos sufrieron malos tratos en el momento de ser apresados y en el traslado a la cárcel.

El Instituto para el Estudio de la Guerra, centro de análisis de la invasión de referencia en Estados Unidos, aseguró en un informe del 21 de octubre que el incremento de las ejecuciones por parte de las tropas rusas muestra un procedimiento “sistemático”: “La aparente perpetración de crímenes de guerra en todo el escenario de la guerra sugiere que las fuerzas rusas continúan operando con un nivel de disciplina bajo, y que sus comandantes no hacen nada para prevenirlo o quizá lo incentivan”.

La propaganda rusa justifica el fusilamiento de prisioneros

La propaganda de Vladímir Putin muestra a sus ciudadanos una guerra limpia, una operación militar especial en la que las imágenes de sangre y mutilaciones son censuradas al espectador ruso. Sin embargo, los canales de Telegram rusos, como los ucranios, son pródigos en vídeos de la barbarie del frente. Algunos incluso publicitan crímenes de guerra evidentes.

Estas grabaciones suelen viralizarse primero entre los contactos de WhatsApp y Telegram de los militares, muchas veces por su crudeza. Por ejemplo, la ejecución de un francotirador ucranio tras ser atrapado en un lugar desconocido. Tanto estos soldados como los operadores de drones figuran entre los enemigos más odiados en el frente por su forma de hacer la guerra. En el vídeo, los rusos reducen al soldado sobre el barro y le cortan la garganta entre gritos de agonía.

En general, los canales proguerra rusos suelen mostrar abiertamente imágenes de guerra menos explícitas, como la destrucción de blindados enemigos o algún bombardeo, pero en ocasiones filtran indicios de crímenes de guerra. El canal del grupo de reconocimiento Rusich, una unidad del antiguo Grupo Wagner, cuyo líder se proclama abiertamente neonazi —sus símbolos son el kolovrat, una esvástica de ocho brazos, y el Sol Negro de las Schutzstaffel, conocidas como SS—, mostró el pasado 20 de octubre un ataque químico contra una trinchera ucrania: “Jodemos a los crestas —el insulto ruso contra los ucranios— con cloropicrina”. Este agente ―considerado asfixiante al provocar irritación en pulmones, ojos y piel, además de vómitos, náuseas o diarrea― está prohibido por la Convención sobre Armas Químicas.

Otros canales de corresponsales y analistas bélicos han reconocido y aplaudido las ejecuciones de soldados ucranios. Estos perfiles tienen entre cientos de miles y un millón de seguidores, se han reunido en alguna ocasión con Putin para informarle sobre la situación del frente y están estrechamente vigilados por el Kremlin, especialmente tras la crisis abierta por las críticas de Wagner y algunos de sus seguidores al alto mando ruso en 2023. Otros canales están financiados directamente por Moscú para librar su guerra propagandística dentro y fuera de Rusia. Sus comentarios sobre los crímenes de guerra no han podido pasar desapercibidos para las autoridades rusas.

“Estos fusilamientos no son ni mucho menos poco frecuentes a ambos lados del frente”, remarcaba uno de los canales Z rusos, Rybar, a sus más de 1,3 millones de seguidores. “Los prisioneros se convierten a menudo en una carga molesta: no siempre es posible ponerles un vigilante cuando estás lanzando un asalto”, intentaba justificar pese a que las imágenes compartidas por el propio canal reflejan la ejecución a sangre fría de los militares ucranios, con los cuerpos en filas, las manos sobre la cabeza y casi desnudos tras dejar sus uniformes en un montón aparte.

“Luchar desde los despachos y exigir humanidad está bien hasta que estás en primera línea y te encuentras en una situación de ‘tú o ellos’. Solo cuando hay oportunidad se hacen prisioneros”, manifiesta Rybar, aunque exceptúa a Rusia en la obligación de cumplir el derecho internacional: “Cuando se trata de nuestros antiguos territorios y de la invasión de la frontera rusa, toda tontería humanitaria puede dejarse a un lado”. Además, el canal se escuda en que el Kremlin declaró “terroristas” a las tropas ucranias y, por tanto, pueden ser abatidas sin juicio previo, pese a que en Rusia está prohibida la pena de muerte.

Según la inteligencia estadounidense, Rybar recibe financiación de la corporación estatal Rostec. El Departamento del Tesoro de EE UU ha ofrecido hasta 10 millones de dólares por cualquier información sobre las personas que están detrás del canal, al que acusa de interferir en las elecciones estadounidenses de noviembre. Un medio independiente ruso, Agentsvo, ha revelado esta semana que una de sus colaboradoras, Tatiana Kosterova, es policía militar, ha trabajado en los territorios ocupados bajo el disfraz de corresponsal de la agencia de noticias estatal Ria Fan, fue galardonada por Putin y su marido es miembro del GRU, los servicios de inteligencia del ejército.

“En cuanto al fusilamiento de un escuadrón de los crestas en la región de Kursk: está bien, pero no es suficiente”, afirmó el 13 de octubre el canal proguerra Starshe Eddy, que tiene 624.000 seguidores. “Durante la Gran Guerra Patria —el frente soviético en la Segunda Guerra Mundial—, hubo formaciones enteras del ejército alemán que no fueron hechas prisioneras”, agregó el autor del canal tras declarar que las tropas ucranias que entraron en territorio ruso “dispararon contra los civiles”. Moscú no ha presentado evidencias de esto último.

Otro canal de un militar con más de 16.000 suscriptores, Guardia Nacional, remarcaba que los controladores de drones deben ser fusilados “incluso si se rinden”. “La guerra también ha cambiado aquí. En el pasado no se perdonaba a los francotiradores ni los pilotos, y ahora se suman los operadores de vehículos aéreos no tripulados”.

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