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La controversia diplomática entre México y España aviva el debate sobre la historia de la Conquista

Historiadores y politólogos abogan por un recuento histórico del hecho que aún mantiene abiertas las heridas, pero no creen que el desencuentro tenga consecuencias en las relaciones con ambos países

Felipe VI, rodeado de mandatarios latinoamericanos, asistía a la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador, el 1 de diciembre de 2018.Foto: José Méndez (EFE) | Vídeo: EPV

Todo empezó en 2019. Una carta del Gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador exigiendo al Rey Felipe VI que pidiera perdón por los excesos cometidos por los españoles durante la conquista en el siglo XV ―que La Zarzuela dejó sin contestar― desató la indignación del Gobierno del país latinoamericano, que desde entonces ha mantenido una tibia relación con Madrid. Cinco años después, el choque entre dos países unidos por la Historia se repite. El equipo de Claudia Sheinbaum no ha invitado a Felipe VI a su toma de posesión, que se celebrará el próximo martes, una situación insólita a la que Madrid ha respondido con su ausencia total en el evento. No irá ni el rey, Felipe VI; ni el presidente, Pedro Sánchez; ni el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.

“Hasta 2019, las relaciones entre España y México eran espléndidas, muy profundas y muy intensas. Y ahora esto responde a una pataleta de Andrés Manuel López Obrador”, asegura al teléfono Carlos Malamud, catedrático de América Latina e investigador principal del Real Instituto Elcano. Juan Carlos I, pero sobre todo Felipe VI, han ido a las tomas de posesión de los presidentes latinoamericanos, salvo contadas excepciones, como la de Jair Bolsonaro en Brasil. Felipe VI acudió incluso a la de Andrés Manuel López Obrador, en 2018, justo un año antes de la carta del mexicano a La Zarzuela.

“Hasta la llegada de López Obrador no ha habido este tipo de encontronazos entre ambos países”, explica Anna Ayuso, investigadora para América Latina del centro de investigación en relaciones internacionales CIDOB. “Casi desde el primer día hubo una actitud crítica [del mexicano] y de cuestionamiento en términos históricos”, continúa, “aunque no ha tenido consecuencias económicas”.

Según el historiador Malamud, el presidente mexicano utilizó aquella misiva a Felipe VI ―y otra similar al Papa― como “distracción” a la ciudadanía de la política interna. Al no obtener respuesta de La Zarzuela ―esa competencia diplomática le corresponde al Gobierno, y no a Felipe VI, según todos los expertos consultados―, las relaciones se mantuvieron “en suspenso” desde hace un lustro, pese a que en realidad la relación bilateral a nivel económico, comercial y cultural siguió funcionando. Ahora, con Sheinbaum ―”que no parece que vaya a enmendar a su mentor”, dice Malamud en alusión a López Obrador― no hay muchos visos de que la relación vaya a cambiar. Sin embargo, predice el analista, el choque entre ambos países no tiene por qué ir a más. “Lo de la invitación al Rey no creo que tenga mayor trascendencia. Es algo que necesita Sheinbaum para irse posicionando. Y quiere hacerlo en esas cuestiones donde estaba [su antecesor] Andrés Manuel López Obrador”, secunda el historiador mexicanista del CSIC Jesús Bustamante.

México fue el primer país latinoamericano que a finales del siglo XIX ―cuando los países de la región llevaron a cabo sus procesos de independencia― reconoció España como república independiente. Y desde entonces, las relaciones han sido “muy buenas”, coinciden varios analistas consultados. Salvo el paréntesis de la Guerra Civil española. De hecho, México fue el único país de América Latina que no reconoció el Gobierno de Franco, añade Ayuso.

“Tras la Guerra Civil [1936-1939], el Gobierno mexicano no reconoció a Franco y solo se relacionaba con el Gobierno de la República en el exilio. Y en la Transición se recuperó la relación”, continúa. Bustamante suscribe la “muy buena e intensa” relación entre España y México, “salvo a nivel oficial que siempre ha sido complicada e incluso inexistente en teoría, como sucedió a lo largo del Franquismo”, comenta desde Perú a través de WhatsApp. “Pero incluso entonces había y hubo muy buenas relaciones comerciales, culturales y personales”. En la actualidad, España es el segundo inversor extranjero en el país americano, que acoge a más de 6.000 empresas españolas. Los contactos siempre han sido constantes, como con otros presidentes anteriores de otros partidos: Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón o Vicente Fox. “España y México, incluso, son los impulsores de la cumbre Iberoamericana”, muestra como ejemplo de la estrecha relación el experto del Instituto Elcano.

“El conflicto de ahora tiene que ver con las construcciones nacionales y las ideas que entonces se hicieron. Para México la Conquista es fundacional y definitoria de su ser nacional actual, una idea que se impone a partir de fines del XIX. Y para España la Conquista es secundaria en su construcción nacional”, explica Bustamante. Eso podría explicar la indignación del Gobierno mexicano al no haber obtenido respuesta en la carta que envió en 2019 a Felipe VI. “Por eso en España no se entiende bien el conflicto y no se sabe manejar”, opina el investigador del CSIC sobre el revuelo que ha copado titulares y minutos de televisión en España.

Excesos coloniales

Malamud, sin embargo, admite que hay una corriente internacional, sobre todo en Occidente, por la que se están empezando a reconocer ciertos excesos de los imperios en sus colonias. Bélgica pidió disculpas en 2022 por los excesos en República Democrática del Congo. Y Países Bajos hizo lo mismo en 2023 por los cometidos en Surinam y las Antillas Neerlandesas. Pero el investigador del Real Instituto Elcano desvincula a México de esta tendencia justificando la lejanía en el tiempo de la Conquista de México. “Tiene una dimensión temporal de siglos”, exclama. La misma idea refleja Ayuso al decir que las reclamaciones de López Obrador “no responden a agravios inmediatos, sino a un reclamo histórico”.

Para el historiador Federico Navarrete, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, es importante realizar un recuento histórico de lo que fue la Conquista, que tome en cuenta elementos que se dejaron de lado a lo largo del siglo XIX y XX, cuando se conformó el actual Estado mexicano. “Desde luego que ha habido una profunda manipulación al tratar la historia, porque lo que ha prevalecido en estos cinco siglos ha sido la versión construida por Hernán Cortés y el discurso colonialista español, que es una visión unilateral e incompleta de todo lo que sucedió”, explica Navarrete en entrevista telefónica.

El historiador destaca de que en las últimas tres décadas ha surgido lo que él llama “la nueva historia de la Conquista”, que, explica, “demuestra que la participación de los mesoamericanos en el proceso fue mucho más importante de lo que se reconocía, que los tlaxcaltecas, los aliados, tenían su propia agenda política, que no era subordinada a la de los españoles, y que ha permitido evaluar la dimensión del genocidio que resultó de la conquista, de las guerras, de la explotación económica, de la disolución de las sociedades mesoamericanas, de la propia conquista espiritual o la conversión forzosa al catolicismo y las epidemias”. Elementos que, agrega, obligan a ambos países a realizar un profundo replanteamiento de la visión que impera de aquel proceso histórico, porque considera que la actual es “una visión idealizada y muy parcial”.

Navarrete ve ya como una política de Estado de parte de México exigir ese recuento y no lo considera una obcecación del presidente López Obrador, dado que al tema le está dando continuidad la presidenta electa Claudia Sheinbaum. Lo que sí critica el historiador es lo que llama la “arrogancia, la falta de honestidad” con que la petición original de 2019 fue manejada por el Gobierno español, “que filtró una carta incompleta que tergiversó el sentido de la propuesta mexicana y que nunca dio una respuesta oficial”. Navarrete explica que “la carta original no era una exigencia para que el Gobierno español pidiera disculpas, sino que era la propuesta de crear una comisión conjunta que realizara una revisión histórica de los hechos y que determinara lo que le tocaba a cada parte para pedir disculpas”.

Para el historiador de la UNAM, un pronunciamiento del Gobierno de España sobre este tema “sería un acto de buena voluntad y de autocrítica”. “[No tendría] ninguna consecuencia que le costara dinero a España ni ningún tipo de desventaja político diplomática, por eso también me sorprende la absoluta negativa siquiera de contemplarlo. O sea, finalmente, no se le está pidiendo a España que paguen indemnizaciones, solo se le está pidiendo un reconocimiento histórico, que es elemental, pero que parece ser imposible para el Gobierno español”, afirma.

El historiador español radicado en México, Tomás Pérez Vejo, considerado uno de los mejores expertos en el estudio de los nacionalismos, afirma que la actual controversia se enmarca en el contexto de una concepción nacionalista de la historia, que da por sentado que hace cinco siglos existían las naciones española y mexicana. “Eso desde el punto de vista histórico es un auténtico disparate, pero para entenderlo, y me parece que es la forma fundamental de entender la base del debate, hay que analizar la forma en cómo ha narrado su historia México. En esta narración, la idea es que México existía antes de la llegada de los españoles, para la cual se plantea la idea de que el imperio de Moctezuma era el equivalente al actual Estado nación mexicano, pero el de Moctezuma ocupaba una cuarta parte de lo que actualmente es México. Que esa nación muere con la llegada de los españoles y que durante tres siglos deja de existir. En esta idea, que es la idea de López Obrador, España es culpable de la muerte y destrucción de México como nación”, explica el historiador.

“Mito histórico”

Pérez Vejo recuerda que los Estados como los conocemos ahora surgieron a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX y que, por lo tanto, no se puede equiparar el actual Estado nación español con la monarquía católica. “Es una interpretación delirante, pero que forma parte del discurso histórico mexicano. Estamos hablando de un mito histórico y los mitos históricos no son ni verdadero ni falsos, simplemente son una leyenda histórica que sirve para cimentar la existencia de una nación mexicana, pero eso no tiene nada que ver con la historia”, argumenta.

El tema de las disculpas por los hechos de la Conquista, dice el historiador, “no tendría ninguna relevancia, porque el problema de México con España, lo español y los españoles —si se quiere para distinguir los tres aspectos—, es un relato interno. Las relaciones de México con España han sido las más conflictivas de las que ha mantenido con ninguno de los Estados que formaron parte de la antigua monarquía, pero es un problema con el pasado español de México, no con España como Estado”.

Pérez Vejo dice que la polémica que se ha originado ha sido usada tanto por el presidente López Obrador como por su sucesora Sheinbaum para atizar a sus partidarios. “Ahí, quizás, habría que hacer referencia a un aspecto que a mí me parece central, que es que la hispanofobia forma parte de la cultura popular mexicana y tiene además una enorme capacidad de polarización social y política. Cuando López Obrador saca este tema, que lo saca de manera más o menos continua, está simplemente dirigiéndose a sus propios partidarios dentro de México, pero no a la opinión pública española. España y los españoles en esto son una especie de convidados de piedra, es un debate interno mexicano no es un debate con España”, afirma el experto.

A la lingüista, escritora y traductora Yásnaya Aguilar Gil le preocupa el hecho de cómo se ha enseñado la historia en los pueblos originarios de México, sin contar su propia visión de lo ocurrido. “La escuela, como un dispositivo ideológico del Estado, es la que nos ha contado la historia. A los pueblos originarios se nos ha negado el estudio de nuestra propia historia. Una buena parte de cómo se ve esa historia es atravesada por el nacionalismo. Estamos tratando desde diferentes espacios de revertir eso, de ver nuestra historia desde otro punto de vista y no solo como la que cuentan, en la que el Estado mexicano se ve a sí mismo no como la continuación de un régimen colonial, sino como su negación”, explica.

Aguilar Gil asegura que el Estado mexicano actual es “un proyecto criollo y colonial” y no es un proyecto de los pueblos que forman la República actual. “Se cree que lo que le pasó a Tenochtitlan hace 500 años es lo que le pasa a México. Hay una homogenización del pasado vista con un lente nacionalista mexicana y también del Estado español. Lo que sucedió hace 500 año no fue México contra España, primero porque México no existía. Fue el perfeccionamiento de un proyecto colonialista europeo. Hay un proyecto colonialista que además tiene efectos hasta el día de hoy. Y uno de los que realiza ese efecto es el propio Estado mexicano como su heredero”, asegura Aguilar Gil.

La experta nombra entre los efectos de esa herencia colonialista el racismo y clasismo que impera en México, el olvido de la historia de las poblaciones originarias y hasta la pérdida de sus lenguas. Dice que el 70% de la población mexicana hablaba en 1820 una lengua indígena, mientras que ahora solo es el 6,1%. “No solo hay un olvido de parte del Estado a los pueblos originarios, los tiene muy presentes para el despojo de territorio, para el extractivismo cultural. El nacionalismo mexicano se sustenta en extractivizar elementos culturales de los pueblos, al mismo tiempo que combate su existencia. Aplica racismo, discriminación y despojo”, afirma.

Para Aguilar Gil el tema de las disculpas es más complejo de lo que se discute en los pasillos del poder. “El presidente no tendría que estar pidiendo nada porque está suplantando una voz. Esto es un asunto entre gobiernos que tienen reglas diplomáticos que deberían respetar”, dice. A ella le preocupan las reacciones que estas controversias puedan generar. “Lo que está sucediendo entre estos dos Estados genera un ruido tan grande que se atrincheran los nacionalismos y eso a mí me parece muy peligroso”, afirma.

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