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Pablo González, el supuesto espía ruso recibido con honores por Putin

El periodista hispanorruso, parte del histórico canje con Occidente, estaba en la mira de los servicios secretos de varios países. Su familia defiende su inocencia

Captura de vídeo de la llegada a Moscú de Pablo González (izquierda), recibido por Vladímir Putin (derecha), el jueves por la noche en el aeropuerto de Vnukovo.Vídeo: EPV

El 28 de febrero de 2022, el quinto día de la guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania, Pablo González fue arrestado en una pequeña localidad polaca, junto a la frontera con Ucrania. Varsovia sospechaba que el detenido, que colaboraba como periodista en varios medios españoles, era un espía del Kremlin. Los servicios secretos polacos, que trabajaron en colaboración con otras agencias occidentales, le seguían la pista desde hacía tiempo, aseguran a EL PAÍS dos fuentes de inteligencia. Pablo González, o Pável Rubtsov, el nombre que se le dio al nacer hace 42 años en Moscú y el que figura en su pasaporte ruso, ha pasado dos años y cinco meses en una cárcel polaca acusado de espionaje. El jueves fue parte del mayor intercambio de presos entre Rusia y Occidente desde la Guerra Fría y fue enviado a Moscú junto a un grupo de estafadores y espías.

Su familia en España, donde tiene esposa y tres hijos, niega que sea un agente ruso. Asegura que ha formado parte del canje —en el que el Kremlin envió a cambio estadounidenses y alemanes, pero también a opositores rusos— porque las autoridades españolas le dejaron “tirado”, mientras que Rusia, en cambio, sí actuó. “El padre de Pablo [González] llevaba tiempo pidiendo al Gobierno ruso que se involucrase”, afirma uno de sus abogados, Gonzalo Boye, que es también letrado del expresident de la Generalitat Carles Puigdemont. En Polonia no se ha celebrado juicio.

“Quiero agradecerles por ser fieles a su juramento, al deber y a la patria, que no les ha olvidado”, dijo el presidente ruso, Vladímir Putin, al grupo de rusos retornados en el que se encontraba el hispanorruso. Poco antes, en un acto nada común, les había recibido con honores en el aeropuerto de Vnukovo, donde estrechó la mano de González y otros canjeados, y abrazó a Vadim Krasikov, un espía-sicario condenado a cadena perpetua en Alemania por asesinar a un destacado separatista y refugiado checheno.

González (o Rubtsov), de cabeza rapada y cejas muy espesas, es nieto de un niño de la guerra español que fue recibido en Rusia durante la Guerra Civil, nació y vivió en el país euroasiático su niñez, pero volvió a España con su madre cuando tenía nueve años, al separarse sus padres. El progenitor se quedó en Moscú.

El viernes, el Kremlin dio algunos detalles de los protagonistas del intercambio histórico pilotado por Estados Unidos, y por el que Moscú ha liberado a 16 detenidos y recibido a ocho presos rusos desde varios países occidentales, entre ellos Eslovenia y Polonia, que han colaborado con Washington, su aliado dentro de la OTAN, para sacar adelante el acuerdo.

Dmitri Peskov, el portavoz el Kremlin, reconoció que Krasikov es espía y forma parte de una unidad de élite del FSB (heredera del KGB) y que entre los retornados hay otros agentes. Uno de ellos, del servicio de inteligencia militar (GRU). “Los estadounidenses intentaron influir en este empleado del GRU que estaba detenido, encontraron aquí [en Moscú] al padre de este empleado. Se organizó con él una llamada telefónica. Durante esa llamada, el padre, contrariamente a lo que se esperaba de él, le dijo a su hijo que estaba haciéndolo todo bien”, declaró Peskov, sin dar más detalles ni revelar a qué preso canjeado se refiere.

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Polonia declaró la causa contra González como secreta por seguridad nacional y sus abogados muestran ciertas discrepancias sobre las acusaciones que pesan sobre él. Bartosz Rogada, el letrado polaco que le asistió durante la primera parte de su detención, afirmó ya en febrero de 2023 que conocía las “acusaciones concretas” contra González, pero que no podía revelarlas porque el caso había sido declarado secreto, como contó en una entrevista con Eitb. Boye, un abogado muy mediático, asegura que en los dos años y cinco meses que ha estado detenido —la mayor parte en un área de máxima seguridad y con mínimo acceso al aire libre— Polonia no ha presentado “cargos formales” y critica el trato del país de la UE a su representado. Estaba acusado de “participación en actividades de un servicio de inteligencia extranjero” (delito que conlleva una pena de prisión máxima de 10 años), según el servicio de seguridad interior polaco.

Los servicios secretos de Polonia creen que, cuando fue detenido en Przemysl, González estaba haciendo de ojeador en las posibles rutas de suministro de armas hacia Ucrania, señala una fuente de inteligencia europea; un elemento clave para complementar la información disponible por satélite. En julio de 2022, el jefe del servicio secreto exterior británico (MI6), Richard Moore, se refirió en una conferencia al hispanorruso como uno de los espías rusos “ilegales” (personas con cobertura profunda) que llevaban tiempo operando en Europa y aseguró que cuando fue detenido, González preparaba su entrada en la Ucrania ya en guerra para formar parte desde allí de los “esfuerzos desestabilizadores”.

Fuentes de inteligencia europeas consultadas por este diario señalan a González como agente del GRU o agente del servicio de espionaje exterior (SVR). También el CNI estuvo siempre convencido de que trabajaba para Rusia, lo que vendría a corroborar el hecho de que Moscú lo haya incluido en su cupo de presos canjeables y haya sido recibido, junto a los demás liberados rusos, por Putin, según fuentes de los servicios de información.

Los servicios secretos de Kiev ya le habían detectado a principios de febrero de 2022, los días previos a la invasión a gran escala, cuando filmaba en la zona de Donbás (este de Ucrania) para su trabajo en varios medios de comunicación, sin la acreditación de periodista preceptiva para la zona en guerra desde 2014; le interrogaron, clonaron su teléfono móvil (según él mismo aseguró) y le instaron a salir del país.

Los diarios independientes rusos The Insider o Agentsvo, que manejan buenas fuentes de inteligencia, han publicado varias investigaciones sobre González. En una de ellas, Agentsvo identifica a González como la persona que viaja en avión de Moscú a San Petersburgo en 2017 con el destapado como agente del GRU Serguéi Turbin. Ambos billetes de avión fueron adquiridos en una compra única, según el procedimiento habitual de la agencia de inteligencia militar.

Informes sobre sus encuentros

Además, dicen esos artículos de investigación, los servicios secretos encontraron en sus dispositivos electrónicos informes sobre sus encuentros con opositores rusos, asistentes a actos de la disidencia y periodistas. También una lista detallada de gastos efectuados y previsión de ellos.

Abundaban los informes sobre la Fundación Boris Nemtsov, el opositor ruso asesinado a tiros en Moscú en 2015, y los cursos de verano que organizaba, con participantes de todo el mundo. Agentsvo cita dos fuentes de inteligencia que cuentan que González tuvo una relación con una de las hijas de Nemtsov, Zhanna Nemtsova, y aprovechó el vínculo para copiar de su ordenador información privada. Nemtsova ha rechazado hablar del caso y asegura que ha firmado un acuerdo con Polonia para guardar silencio.

González supuestamente también elaboró informes sobre encuentros mantenidos en España, como el celebrado en abril de 2016 en Madrid, donde conoció al destacado opositor ruso Ilia Yashin, perseguido en Rusia, con varias causas abiertas y finalmente condenado en 2022 a ocho años y medio de cárcel por criticar la guerra de Rusia contra Ucrania. Ocho años después, el pasado jueves, ambos formaron parte del histórico intercambio: Yashin, junto a otros disidentes y en calidad de preso político viajó de Rusia a Alemania; González llegó a Moscú acompañado de un grupo de espías y contrabandistas.

Boye, su abogado, que critica las condiciones de su detención y el que Polonia nunca haya llegado a judicializar el caso, asegura que esos informes que citan los servicios de inteligencia no son otra cosa que “sus crónicas para medios españoles”.

El Gobierno español ha declinado manifestarse sobre la liberación de González, pero su posición oficial en este caso se ha diferenciado de la que ha mantenido con otros presos españoles en el extranjero. Así, el jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, defendió la inocencia y pidió la inmediata liberación de Santiago Sánchez Cogedor y Ana Baneira Suárez, detenidos en Irán en plenas protestas por la muerte de la joven Mahsa Amini, a la que la policía de la moral arrestó por no llevar puesto el velo según las reglas iraníes. En cambio, en el caso de Pablo González, se limitó a reclamar que se acelerase el juicio y se permitiese a España brindarle asistencia consular, sin entrar a valorar su caso.

El entorno de González asegura que su intención es volver a España, donde no tiene ninguna causa abierta. Podría hacerlo y moverse con libertad, salvo que Polonia activara una orden de detención contra él, una posibilidad que se considera remota una vez que lo ha excarcelado. El problema de González es que su pasaporte español fue confiscado por las autoridades polacas y necesitaría que las autoridades españolas le expidiesen un nuevo documento español. El trámite no está garantizado: fuentes gubernamentales recuerdan que no está reconocida legalmente la doble nacionalidad ruso-española, y si intentase entrar como ciudadano ruso, tendría que solicitar un visado.


Con información de Óscar López-Fonseca y Miguel González.

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