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Injusticias, incertidumbre y desinformación: por qué los ucranios no quieren ser reclutados

El debate en Ucrania en torno al alistamiento militar crea tensiones entre la población. Solo un 30% de los ciudadanos están dispuestos a sumarse al ejército

Guerra en Ucrania
Un soldado ucranio en el frente cerca de Donetsk, en el este del país, el 21 de julio de 2024.Oleg Petrasiuk / Press service o (EFE)
Lola Hierro (enviada especial)

Cuando en febrero de 2022 Rusia invadió Ucrania, hubo tantos ciudadanos de todas las edades que hicieron cola en las oficinas de reclutamiento, dispuestos a defender su país, que muchos fueron rechazados y enviados de vuelta a casa. Pero cuando la guerra avanza en su tercer año, las desmoralizadoras cifras de muertos y heridos en el frente —estimadas en decenas de miles— y las controversias en torno a la movilización han llevado a que el país se esté enfrentando a una grave escasez de personal en el ejército. El debate es tal que se están creando tensiones en la sociedad, han advertido las autoras de una investigación titulada Movilizando corazones y mentes en tiempos de guerra: preocupaciones y esperanzas de los ucranios sobre el servicio militar, e impulsada por el Public Interest Journalism Lab y del Instituto para la Investigación Social de Járkov.

Jaroslava Barbieri, investigadora doctoral de la Universidad de Birmingham y autora principal del informe, explica durante la presentación del documento, este martes en Kiev, que el objetivo de su trabajo ha sido comprender qué acciones tienen más probabilidades de apaciguar las inquietudes de la gente ante el alistamiento. “Dar a estas preocupaciones la importancia que merecen es fundamental para diseñar una estrategia de victoria que resulte no solo eficaz, sino también justa”, argumenta mediante su intervención por videollamada. La recomendación es clara: mejorar las condiciones y, sobre todo, contrarrestar la sensación de incertidumbre. El trabajo se ha elaborado a partir de entrevistas a militares, sus madres y esposas, veteranos, civiles en edad de ser reclutados y jóvenes que aún no cumplen la edad mínima para alistarse.

Las encuestas indican que solo un 30% de la población civil está dispuesta a sumarse a la defensa del país. Mientras, en el último año se ha triplicado el número de quienes están dispuestos a ceder territorios si ello conlleva el fin de la guerra, según otro estudio realizado en mayo y junio por el Instituto de Sociología de Kiev: son el 32% frente a un 55% que sigue en contra de cualquier concesión territorial a Rusia.

Nataliya Gumenyuk, cofundadora del Public Interest Journalism Lab, lanza una respuesta a esa reticencia de los ucranios: “Hay una percepción errónea de que la gente no quiere ser reclutada. Que no haya colas no significa que la gente no quiera luchar. El problema es cómo se está haciendo”, sostiene.

Lo que es y no es justo

Ucrania cuenta con 1,3 millones de personas en las Fuerzas Armadas, pero hacen falta más para cubrir las bajas, construir reservas y tener capacidad de relevo de tropas. Según los resultados del informe, las reticencias para alistarse giran en torno a la percepción de que no existe un procedimiento justo pese al consenso generalizado de que la movilización es urgente. Con diferencia, la razón más citada es la desigualdad, pues se percibe que las personas con más recursos tienen más probabilidades de librarse, por ejemplo, pagando sobornos. En palabras de un veterano entrevistado, “por regla general, los que tienen dinero no sirven [en las Fuerzas Armadas]”.

Otras formas de injusticia son la desproporcionada focalización de los agentes de movilización en las zonas rurales y que estos no siempre rindan cuentas por incidentes en los que los hombres han sido detenidos en la calle y por la fuerza. También suscitan quejas la movilización de personas con problemas de salud o discapacidades y el despliegue de personas en la primera línea sin haber tenido en cuenta sus habilidades especializadas. “Hace un par de días vino un chófer profesional, y en vez de asignarle como conductor, lo mandaron a una brigada de asalto; es una injusticia”, critica un militar de 43 años de Kiev citado en el informe.

Que los soldados tengan que comprar piezas de equipo militar con su dinero, y que los miembros de las fuerzas de seguridad, como los policías, estén eximidos de alistarse a pesar de sus buenas cualidades son otras quejas frecuentes.

“La incertidumbre crónica y el sentimiento de falta de control tienen un efecto desmoralizador”, afirma Barbieri. En esa línea se encuentran las razones que pueden disuadir a los hombres: el material insuficiente, el miedo a la discapacidad y la muerte, los plazos de servicio indefinidos, el entrenamiento inadecuado y la probabilidad de ser enviado a una unidad con un “mal” comandante.

De hecho, uno de los factores que más pesa a la hora de decidir si acudir o no a filas es la diferencia entre servir en un batallón u otro, algo que los reclutados pueden decidir en Ucrania y que puede marcar el abismo entre vivir o morir. Esta fue la clave en la decisión de alistarse del marido de Daria Chornomorets, una mujer de 24 años residente en Kiev. “Hay comandantes buenos y malos; los buenos se preocupan por sus soldados, así que hay que procurar negociar el alistamiento con una unidad donde sepas que cuidarán de ti”, reflexiona durante un encuentro en una cafetería. Su esposo, un bioquímico de 33 años, finalmente eligió unirse al Batallón Lobos de Da Vinci, una de las unidades con mejor reputación del país.

El esposo de Chornomorets sabía que en cualquier momento podían llamarle a filas. “Tienes dos opciones: presentarte tú mismo como voluntario para intentar negociar con qué batallón te vas, y cuál va a ser tu destino y tu función, o cruzar los dedos para que otras personas consigan la victoria sin ti”. En su familia tuvo lugar este debate, reconoce, y finalmente él decidió alistarse voluntariamente. “Es una manera de tener cierto control sobre tu destino”.

El peligro de la desinformación

En medio del clima de incertidumbre juega un papel significativo la sensación de desinformación entre los ucranios, que ya se fían más de las redes sociales y el boca a boca que de la información oficial. “Al final, todo el mundo tiene un familiar o conocido en el frente, y la información que te cuentan siempre va a parecer más cercana y más fiable”, apunta Gumenyuk.

El 26 de febrero de 2022, el Gobierno presentó United News Teleton, una transmisión televisiva que ofrece contenidos las 24 horas destinada a proporcionar información veraz tras la invasión. Sin embargo, la iniciativa ha sido objeto de críticas por restringir la libertad de prensa. Una encuesta reciente del Instituto Internacional de Sociología de Kiev muestra que durante los dos años de guerra la confianza de los ucranios en el Teletón casi se ha reducido a la mitad: del 69% en mayo de 2022 al 36% en febrero de 2024.

Como resultado, los ucranios dependen más de fuentes informales de información. Otra encuesta de marzo de 2024 de la Fundación de Iniciativa Democrática Ilko Kucheriv mostró que las principales fuentes de información sobre la guerra son los canales ucranios de Telegram (53%); familiares y amigos (42%) y YouTube (40%). Estos datos son idénticos a los obtenidos por Barbieri.

Un veterano señaló que si las historias compartidas por los soldados que regresan del frente contienen información inexacta, también pueden desmotivar a los civiles. Y esto es algo que Ucrania no se puede permitir si quiere mantener y aumentar su ejército.

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Sobre la firma

Lola Hierro (enviada especial)
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.
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