Macron entra en campaña y ataca “las alianzas contra natura” a izquierda y derecha
El presidente francés busca una alianza con centristas, socialistas, ecologistas, democristianos y conservadores moderados para derrotar al partido de Le Pen, favorito en los sondeos
Emmanuel Macron se ha despojado este miércoles de sus ropajes institucionales para bajar al barro de la campaña electoral y cargar contra la izquierda y la derecha que pactan con los extremos de ambos lados del espectro. El presidente francés quiere atraer hacia el bloque central que él quiere representar a socialdemócratas y conservadores moderados, y desafiar así los sondeos adversos para poder ganar las legislativas anticipadas del 30 de junio y el 7 de julio.
Macron, que el domingo anunció por sorpresa la disolución de la Asamblea Nacional tras sufrir en las elecciones europeas la peor derrota de su carrera, asegura que sale a ganar. Pero el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, vencedor en las europeas, parte con ventaja, según los primeros sondeos.
La animadversión acumulada estos años contra Macron entre sus adversarios, incluso los moderados, le complica la tarea de movilizarlos para que se sumen a lo que llama “una federación de personas de buena voluntad” frente a la extrema derecha y la izquierda radical. El fatalismo ―la sensación de que, esta vez sí, y después de décadas de ganar terreno, elección tras elección, el nacionalismo populista gobernará― se está instalando en los salones del poder parisino.
“¡No al espíritu de derrota!, clamó Macron en una rueda de prensa entre aplausos de sus ministros, sentados en las primeras filas. “Yo no quiero dar las llaves del poder en 2027″.
En las presidenciales de 2027, Le Pen aspira a suceder a Macron, y la convocatoria inesperada de legislativas le ofrece una oportunidad única para conquistar una mayoría en la Asamblea Nacional y acceder al poder tres años antes de lo previsto. El designado por ella para el cargo de primer ministro es su mano derecha, Jordan Bardella.
El presidente defendió en la rueda de prensa de este miércoles la disolución de la Asamblea y la convocatoria de elecciones, que ha desconcertado a su propio partido y a los líderes en las capitales europeas. Lo decidió él solo, sin consultar más que a un reducidísimo grupo de consejeros, y lo anunció una hora después de conocerse los resultados de las europeas en las que el RN de Le Pen sacó casi uno de cada tres votos, y la lista presidencial, menos de la mitad.
La disolución es un movimiento de alto riesgo, que Macron justifica por la necesidad de devolver la palabra al pueblo después de la desautorización en las urnas y en un contexto de polarización parlamentaria. Pero las legislativas anticipadas pueden abrir la puerta del Gobierno al partido de Le Pen y entregarle a ella, que hasta hace unos años propugnaba la salida de la Unión Europea y mantenía vínculos con la Rusia de Vladímir Putin, la gestión de un país central en Europa.
“Asumo totalmente haber desencadenado un movimiento de clarificación”, dijo Macron. “Primero, porque los franceses nos lo han pedido el domingo. Cuando el 50% de franceses votan a los extremos y además hay una mayoría relativa en la Asamblea, no se puede seguir igual. Significaría no respetarlos, no escucharlos. Lo segundo es que quiero un Gobierno que pueda actuar para responder a [la] cólera [de los franceses], a sus urgencias”.
Ante la acusación por la incertidumbre creada por la convocatoria electoral y el impacto que para la UE y para la guerra en Ucrania tendría un Gobierno francés euroescéptico y reacio a la ayuda a Kiev, respondió: “Yo creo en la democracia. Y pienso que no podemos decir, en Europa, que quisiéramos gobernar a pesar de los pueblos”.
Macron se mostró más combativo cuando calificó de “alianzas contra natura” los acuerdos que las oposiciones han empezado a negociar tras la disolución de la Asamblea Nacional. “Desde el domingo por la noche las máscaras han caído”, dijo.
“La derecha da la espalda a la herencia del general De Gaulle, de Jacques Chirac y de Nicolas Sarkozy”, añadió en alusión a la voluntad de Los Republicanos (LR), la derecha moderada hermanada con el PP español, de buscar una alianza con el RN. Y aludió al llamado “nuevo frente popular”, el acuerdo electoral del Partido Socialista y la izquierda moderada con los euroescépticos y antiatlantistas de Jean-Luc Mélenchon. “La izquierda republicana y sus dirigentes”, dijo, “que habían expresado posiciones claras durante esta campaña europea, acaban de aliarse con una extrema izquierda que se ha hecho responsable en esta misma campaña de antisemitismo, comunitarismo y antiparlamentarismo”.
¿Una equivalencia entre Le Pen y Mélenchon? ¿Entre la extrema derecha e izquierda? “Hay indignidad en ambos extremos”, respondió Macron, quien subrayó las contradicciones entre las dos izquierdas. De un lado, los partidarios de apoyar a Ucrania; del otro, los que se ausentaron el viernes en el discurso del presidente Volodímir Zelenski en la Asamblea Nacional. De un lado, quienes, en el campo mélenchonista, se resistieron a calificar de terrorista el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre; del otro, los socialdemócratas que, con matices, apoyan la política de Macron ante Israel y Palestina.
Macron también señaló las contradicciones entre ambas derechas, en materia económica, por ejemplo: la tradicional es más liberal; la de Le Pen, estatista, y su programa ya ha empezado a provocar inquietud en los mercados.
La “federación de personas de buena voluntad” debería incluir a los descontentos de ambas alianzas, la de izquierdas y las derechas, e incluir a centristas, socialistas, ecologistas, democristianos y conservadores moderados. Macron citó elogiosamente a un posible damnificado del “nuevo frente popular”, Raphaël Glucksmann, un defensor de Ucrania y europeísta convencido que lideró la lista socialista en las europeas y superó a la de Mélenchon.
La conferencia de prensa era la primera ocasión del presidente para explicar en público una decisión que ha desconcertado en su partido y en las capitales europeas. El lugar era significativo. No el palacio del Elíseo, pues la conferencia era ya un acto de campaña organizado por el partido Renacimiento, sino un local en el centro de París.
La comparecencia es el primer acto de una de las campañas más breves de la historia moderna de Francia. Se elegirá, en dos vueltas, a los 577 diputados de la Asamblea Nacional, donde ahora los macronistas disfrutan de una mayoría relativa de 250 escaños y el Reagrupamiento Nacional es el primer partido de oposición con 88 escaños.
“Si los extremos ganasen”, avisó Macron, “pienso que Francia saldría debilitada, pero si hubiese una mayoría clara de gobierno, Francia saldría más fuerte que ahora”.
Los primeros sondeos publicados tras el anuncio de disolución y de nuevas elecciones apuntan a que el RN podría convertirse en el primer partido del hemiciclo, aunque sin mayoría absoluta. Se trata de proyecciones y hay que tomarlas con pinzas, pero indican una tendencia. Un sondeo del instituto Ifop y Le Figaro da al RN un 35% de votos en la primera vuelta, seguido del “nuevo frente popular” de izquierdas, con un 25%.
Los macronistas ―su partido Renacimiento, el centroderecha de Horizontes y los centristas de MoDem― obtendrían un 18%. La derecha de Los Republicanos (LR), en plena implosión por la voluntad de su líder de aliarse con la extrema derecha, sacaría un 9%. Al presidente, acostumbrado a ganar, la campaña se le presenta cuesta arriba.
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