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Acusado de espiar para Israel un activista detenido en Irán tras corregir un tuit del líder supremo

El escritor y corrector de textos Hossein Shanbehzadeh respondió al mensaje del ayatolá Jameneí añadiendo un punto. Podría ser condenado incluso a la pena de muerte

Alí Jameneí líder supremo iraní
El líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jameneí, se dirige a una multitud en el 35 aniversario de la muerte de su predecesor, el ayatolá Ruhollah Jomeini, el 3 de junio de 2024 en Teherán.IRANIAN SUPREME LEADER OFFICE / (EFE)

Hossein Shanbehzadeh es un escritor y editor de textos iraní que ha adquirido notoriedad —y miles de seguidores— en redes sociales por sus mensajes, a menudo satíricos, sobre el régimen iraní e incluso sobre su máximo representante: el líder supremo. El pasado 2 de mayo, la cuenta oficial del ayatolá Ali Jameneí publicó un mensaje en la red social X (antes Twitter) con una fotografía del equipo nacional estudiantil de voleibol al que Shanbehzadeh respondió con un tuit en el que solo había escrito un punto, un signo de puntuación que faltaba al final de la frase del líder supremo. El mensaje del escritor y activista pronto se hizo viral y obtuvo 17.000 “me gusta”, mientras que el de Jameneí solo había recabado 7.700. Ese tuit del líder supremo fue después borrado. El activista iraní fue detenido este martes en Ardabil, a unos 600 kilómetros al noroeste de Teherán, después de que su cuenta en X fuera eliminada. La agencia Tasnim, vinculada al ejército paralelo de la Guardia Revolucionaria, confirmó este miércoles el arresto y le acusó de “espiar para Israel”, un cargo que puede acarrearle incluso la pena de muerte.

Medios de comunicación de la diáspora iraní, como IranWire, consideran que ese mensaje del punto desencadenó el arresto y la acusación contra este activista que, ya en 2023, había sido encarcelado por insultar supuestamente al líder supremo. El tuit puede parecer banal, pero finalmente es una corrección y representa “enmendar la plana” a un líder supremo que, en el discurso oficial, se presenta prácticamente como infalible, recalca la activista hispanoiraní Ryma Sheermohammadi.

Otro de esos medios, Iran International, asegura que, antes del cierre de la cuenta en X del escritor, alguien publicó en ella una captura de pantalla de un supuesto diálogo del activista en el que presuntamente se mostraba dispuesto a aceptar dinero de una persona no identificada que se lo ofrecía. El hermano del activista ha negado que Shanbehzadeh sea su autor —asegura que quien redactó esos mensajes es una persona con escaso dominio del persa—. Además, en los mensajes de quien supuestamente chatea con el escritor aparece un número de teléfono que, según ese medio del exilio iraní, pertenece a la policía de Ardabil. Iran International sostiene que esos mensajes son una prueba falsa destinada a justificar la acusación de espiar para Israel.

Estos medios subrayan que la repercusión y los miles de “me gusta” que obtuvo la respuesta de Shanbehzadeh pueden ser interpretados por el régimen iraní como una nueva muestra de rechazo —o al menos de ironía— hacia el ayatolá Jameneí por parte de ese sector de la población que ha vuelto la espalda a la República Islámica de Irán. Esos iraníes críticos con su sistema político son precisamente quienes participan en manifestaciones como las desencadenadas en septiembre de 2022, tras la muerte bajo custodia policial de una joven detenida por llevar mal colocado el velo, Yina Mahsa Amini. Otra forma de demostrar desapego hacia el régimen es mediante la abstención electoral. La detención de este intelectual ha tenido lugar en pleno proceso de selección de los candidatos que, el 28 de junio, concurrirán a las elecciones de las que saldrá el sustituto de Ebrahim Raisí, el presidente iraní que falleció en un accidente de helicóptero el 19 de mayo. En este contexto, las autoridades del país están multiplicando de nuevo los llamamientos a una alta participación.

Tras divulgarse la noticia del arresto del escritor, la etiqueta con su nombre (#HosseinShanbehzade) se convirtió este martes en Irán en tendencia en X, una red social que, como el resto de ese tipo de plataformas, está oficialmente prohibida en el país, a pesar de que los altos responsables del país, incluido Jameneí, mantienen cuentas oficiales en ella.

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Los iraníes de a pie no pueden hacer uso de la antigua Twitter tan abiertamente, so pena de acabar en prisión, por lo que suelen acceder a esa y otras redes sociales a través de redes privadas virtuales (VPN), que ocultan la identidad en internet, una posibilidad que las autoridades iraníes están tratando también de limitar. En febrero, Teherán ilegalizó las VPN con una nueva norma que, según el canal catarí Al Jazeera, contaba con la luz verde del líder supremo iraní. Las redes sociales son muy populares en el país y, durante las protestas del movimiento “Mujer, vida y libertad”, las suscitadas por la muerte de Amini, fueron utilizadas profusamente para difundir imágenes y vídeos de la represión por la que murieron al menos 550 iraníes y más de 60.000 fueron detenidos, según Naciones Unidas.

Shanbehzadeh, cuyo paradero se desconoce, ya había sido detenido en el pasado por sus críticas en redes sociales. El “característico humor negro iraní que utiliza en sus mensajes, sus ironías y su bella voz, que hacía que muchos usuarios le pidieran que interpretara canciones o subiera vídeos cantando, le habían granjeado el apoyo de muchos miles de seguidores”, explica Sheermohammadi. También le llevaron al banquillo en 2020 por supuestas faltas de respeto al líder supremo iraní. El 12 de septiembre de ese año, la Sección 28 del Tribunal Revolucionario de Teherán, donde reside, lo condenó a tres años y seis meses por “insultar” a Jameneí; a otros 18 meses por insultar al fundador de la República Islámica de Irán, el ayatolá Ruhollah Jomeini, fallecido en 1989; y a 10 meses por “propaganda contra el régimen”. En total, cinco años y diez meses, de los que tenía que haber cumplido algo más de tres.

En julio de 2022, el activista ingresó en la temida prisión de Evin de la capital iraní, conocida por albergar a presos políticos, para cumplir su condena. Hace unos meses —no está claro si en marzo o en abril— recuperó la libertad, sin que haya trascendido por qué no cumplió la totalidad de su pena.

Raperos

La activista Ryma Sheermohammadi sospecha que el día de la detención de este escritor no fue casual. Este martes, la Human Rights Foundation entregaba en Oslo (Noruega) el premio Václav Havel. Uno de los galardonados era el popular rapero y artista de hip-hop iraní Toomaj Salehi, que el pasado 24 de abril fue condenado a muerte por las autoridades iraníes por su apoyo a las protestas del movimiento “Mujer, vida y libertad” y por sus letras críticas contra el régimen.

Otros dos raperos, Vafa Ahmadpour y Danial Moghadam, están en paradero desconocido después de ser arrestados a principios de mayo en la ciudad meridional de Shiraz, después de publicar un vídeo de una canción titulada Prepárate, en la que criticaban la imposición por ley del velo a las iraníes y las condenas a muerte del régimen. El escenario del vídeo era la ciudad de Persépolis, la imponente capital del imperio persa, de hondo contenido simbólico para muchos iraníes, algunos de los cuales contraponen el legado de esa refinada civilización antigua con el carácter islámico de su actual régimen.

En los últimos meses, el régimen iraní han intensificado la represión contra artistas, cineastas, activistas y cualquier figura pública que se muestre crítica. Uno de los casos más conocidos ha sido el del cineasta Mohammad Rasoulof, que huyó de Irán hace unas semanas después de ser condenado a ocho años de cárcel. Coincidiendo con la guerra de Gaza y cuando la atención de los medios de comunicación estaba centrada en el inédito ataque de Irán contra territorio israelí el 13 de abril y la posterior respuesta de Israel; las autoridades iraníes redoblaron la represión contra las muchas mujeres del país que, desde la muerte de Amini, han prescindido del velo como gesto de desobediencia civil. En abril, muchos usuarios iraníes de redes sociales mostraron de nuevo imágenes de las temidas furgonetas de la policía de la moralidad, el cuerpo bajo cuya custodia falleció Amini, y de sus agentes deteniendo con gran brutalidad a mujeres iraníes sin hiyab. Irán ejecutó en la horca a 853 personas el año pasado, un 48% más que en 2022, según Amnistía Internacional.

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