Biden sugiere que Netanyahu está retrasando el fin de la guerra en Gaza por su supervivencia política
Los aliados que sostienen al Gobierno de Israel se muestran divididos sobre la tregua anunciada por el presidente de EE UU
El presidente de EE UU, Joe Biden, ve razonable creer que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, está retrasando el final de la guerra en Gaza por razones políticas. Así lo ha declarado en una entrevista concedida a la revista Time la semana pasada —tres días antes de anunciar los detalles de una propuesta de algo el fuego en tres fases— y publicada este martes. Aunque Biden evita pronunciar con sus propias palabras ese mensaje, a la pregunta de si cree que Netanyahu “está prolongando la guerra por su propia supervivencia política”, el mandatario responde: “Hay razones de todo tipo para sacar esa conclusión”.
Esas declaraciones se conocen cuando la Administración de Biden, que afronta las críticas de los votantes jóvenes y del ala progresista de su partido por la posición de apoyo a Israel en la guerra de Gaza, intensifica su presión para que la milicia fundamentalista palestina Hamás y el Gobierno de Netanyahu den el visto bueno a la propuesta de alto el fuego esbozada por el presidente estadounidense el pasado viernes. Washington ha descrito esa oferta como de autoría israelí. El primer ministro de Israel, que encara profundas divisiones dentro del país y su propia coalición de gobierno, aún no ha dejado claro si asume o no ese plan.
Las declaraciones de Biden se encuentran entre las más duras que ha pronunciado públicamente contra el primer ministro israelí. La relación entre ambos, que nunca ha sido especialmente fluida, alcanzó su momento álgido tras los atentados del 7 de octubre, cuando Biden viajó a Tel Aviv y se fundió en un abrazo con Netanyahu para expresarle su solidaridad. Desde entonces, el vínculo se ha ido haciendo cada vez más tirante a medida que el líder israelí ha ido haciendo caso omiso a los llamamientos para moderar su posición en Gaza, donde la ofensiva ha dejado más de 36.000 muertos, más del doble de heridos y destruido la mayor parte de edificios e infraestructuras.
Además de sugerir una motivación política en la actitud de Netanyahu, Biden critica que Israel entrara en Gaza tras los atentados del 7 de octubre de Hamás en territorio israelí, en los que fueron asesinadas unas 1.200 personas, del mismo modo vengativo y destructor con el que Estados Unidos invadió Afganistán después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Atacar de esa manera, consideró el mandatario, “conduce a guerras interminables”. “No hay que repetir los errores que nosotros cometimos. Y ellos están repitiendo el mismo error”, agrega en la entrevista.
El presidente estadounidense, al mismo tiempo, sostiene que es “incierto” si las fuerzas israelíes en Gaza han cometido crímenes de guerra. La Fiscalía del Tribunal Penal Internacional en La Haya ha solicitado órdenes de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, así como contra tres líderes de Hamás.
El anuncio del plan para una tregua hecho público por Biden mantiene divididas a las fuerzas que sostienen en un complicado equilibrio el Ejecutivo que lidera Netanyahu. Por un lado, han ofrecido su apoyo al primer ministro los dos partidos ultraortodoxos judíos: se trata de Shas, que es el principal socio de la coalición, y Judaísmo Unido de la Torá. Pero por el otro, los nacionalistas religiosos, integrados esencialmente en Sionismo Religioso y Poder Judío, han amenazado —como casi a diario— con hacer volar el Gobierno si sale adelante la propuesta de alto el fuego.
El Shas ha mostrado este martes “todo su apoyo” a un posible acuerdo que permita liberar a los rehenes que permanecen en manos de Hamás. La formación ultraortodoxa, con 11 de los 120 escaños en el Parlamento israelí, anunció en un comunicado que “respalda al primer ministro y al gabinete de guerra para hacer frente a todas las presiones, para alcanzar un acuerdo y para salvar las vidas de muchos de nuestros hermanos y hermanas que están en peligro y cautiverio”. Un anuncio similar fue realizado el lunes por Judaísmo Unido de la Torá, con siete asientos en la Cámara.
Dentro de su beligerancia habitual, el ministro de Seguridad Nacional y líder de Poder Judío, el ultra Itamar Ben Gvir, ya había cargado ese mismo día contra el proyecto de tregua y advirtió a Netanyahu, al que acusa de ocultarle la hoja de ruta, de la ruptura si sale adelante. “Los detalles del acuerdo, tal como lo presentó el presidente Biden, muestran que se trata de un acuerdo que significa la rendición de Israel y el fin de la guerra sin lograr su objetivo principal de destruir a Hamás”, escribió en su perfil de X (antes Twitter). Poder Judío y Sionismo Religioso, que lidera el ministro de Finanzas, el también ultra Bezalel Smotrich, controlan 13 de los escaños.
Qatar anunció este martes a través del portavoz del Ministerio de Exteriores que el plan, que considera más próximo a un punto de encuentro que en anteriores ocasiones, ha sido entregado a Hamás. “Estamos esperando una posición israelí clara”, añadió Majed al Ansari durante una comparecencia ante los medios en la que reconoció que “nadie puede obtener una victoria total en esta guerra”. El talón de Aquiles es el final de la contienda, que los fundamentalistas palestinos exigen como condición para soltar a los rehenes en contra del criterio de Netanyahu, que pretende reservarse el derecho a seguir con los ataques una vez logradas esas liberaciones. “Hemos pedido a los mediadores que consigan una posición israelí clara para comprometerse a un alto el fuego permanente y a una retirada completa de Gaza”, insistió Hamás en una rueda de prensa en Beirut.
Como elemento que añade presión a esas posibles negociaciones de tregua, Israel ha divulgado este martes su sospecha de que 43 de los rehenes que permanecen en el enclave palestino, más de un tercio del total de 120, están muertos, según el último recuento del Gobierno. Cerca de 250 personas fueron secuestradas por Hamás —y trasladadas a Gaza— durante el ataque del 7 de octubre que desencadenó el conflicto en la Franja.
Carga electoral pesada
La propuesta que presentaba Biden el pasado viernes es un nuevo intento de la Casa Blanca por poner fin a una guerra que ya supone una pesada carga política para Biden a cinco meses de las elecciones presidenciales, en las que las encuestas otorgan la ventaja a su rival, Donald Trump. Washington asegura su convencimiento de que Israel dará el visto bueno a la propuesta si Hamás la acepta. Según el Gobierno estadounidense, la oferta coincide casi exactamente con lo que la milicia palestina había reclamado en las diversas rondas de conversaciones.
El presidente estadounidense conversó el lunes con el emir de Qatar, Tamim bin Hada Al Thani, al que aseguró la “disposición israelí a seguir adelante con los términos ahora planteados a Hamás”, según la Casa Blanca. Biden también “enfatizó que esta es la mejor oportunidad posible para un acuerdo”, indica el comunicado oficial, al pedir al líder catarí que emplee “todas las medidas apropiadas para garantizar que la milicia palestina acepta la propuesta”.
En su primera fase, de seis semanas, el potencial acuerdo incluiría un alto el fuego provisional y un intercambio de cientos de prisioneros palestinos -cuántos, exactamente, está ya incluido en el texto, pero no se ha hecho público, según puntualizaba el portavoz para asuntos de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, el lunes- por parte de los rehenes israelíes en Gaza cautivos desde el 7 de octubre: los ancianos, mujeres, enfermos y heridos. Además, aumentaría la ayuda humanitaria a 600 camiones diarios y los refugiados palestinos podrían regresar a lo que quede de sus hogares. Las tropas israelíes se retirarían de los núcleos poblados.
En la segunda fase, se establecería un alto el fuego permanente y se completaría el intercambio de prisioneros. Las fuerzas israelíes se retirarían por completo de la franja. La tercera fase sería la de la reconstrucción.
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