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Un comité del Congreso acusa a Harvard de no sancionar las manifestaciones de antisemitismo

La polémica sobre las reacciones en el campus tras los ataques de Hamás provocó la renuncia de la rectora en enero por presiones políticas y de donantes que amenazaban con retirar su dinero

Estudiantes del campus de Harvard
Estudiantes del campus de Harvard desmantelan el campamento en solidaridad con Palestina, este martes, en una imagen captada por un dron.Brian Snyder (REUTERS)
María Antonia Sánchez-Vallejo

Cuando aún no se ha apagado el clamor de los campus por la guerra de Gaza, pese al desalojo de las acampadas propalestinas y la celebración en sordina de las ceremonias de graduación por temor a incidentes, las conclusiones de una investigación del Comité de Educación de la Cámara de Representantes pueden reactivar el acalorado debate sobre el antisemitismo en las universidades de Estados Unidos. El informe atribuye a la Universidad de Harvard, la más antigua del país, una respuesta lenta a los mensajes supuestamente hostiles contra estudiantes judíos. Harvard también habría ignorado las recomendaciones del grupo consultivo que creó específicamente para hacer frente al aumento de esos mensajes en su campus. La polémica costó el rectorado a Claudine Gay, tras semanas de presión por parte de políticos y donantes. Adelantado en una exclusiva por el diario The Wall Street Journal —de línea claramente proisraelí—, el informe está previsto que se publique este jueves por el Comité, en manos republicanas.

“La exrectora Gay y la dirección de Harvard apuntalaron el Grupo Asesor sobre Antisemitismo de la universidad, todo para aparentar”, ha declarado en un comunicado la presidenta del comité, la republicana Virginia Foxx, que en la primera audiencia, el pasado diciembre, arremetió con saña contra las rectoras de Harvard, Pensilvania y el MIT. La segunda no tardó en renunciar, mientras que Gay, la primera rectora afroamericana de la centenaria Harvard, aguantó unas semanas más, hasta que presentó su dimisión en enero.

Tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, en el que murieron unos 1.200 israelíes y que desencadenó la guerra en Gaza, el Comité Universitario de Solidaridad con Palestina de Harvard publicó una declaración, suscrita por más de 30 organizaciones de estudiantes del campus, en la que presentaba “al régimen israelí como único responsable de toda la violencia desplegada”, recuerda el diario. Parecidas condenas se publicaron en otros muchos campus en EE UU. La supuesta tibieza de las autoridades académicas —en especial, de universidades de la Ivy League, donde se forman las futuras élites del país— fue objeto de críticas por parte de destacados miembros de la comunidad judía y, especialmente, de grandes donantes, que amenazaron con retirar su ayuda. Las respuestas de las tres rectoras al interrogatorio de los congresistas fueron consideradas “insuficientes” por la mayoría republicana del comité, que también llamó a declarar posteriormente a la rectora de Columbia, Nemat Shafik.

Las conclusiones establecen que Harvard no investigó ni sancionó los presuntos actos de antisemitismo contra judíos, ni los actos de acoso. El informe cita a una estudiante de último curso que llevaba kipá, a la que otros escupieron. Otra estudiante judía fue seguida hasta su dormitorio mientras era hostigada verbalmente. Según el documento, entre las amenazas vertidas en un chat interno de Harvard figuraban llamamientos a “gasear a todos los judíos” y “dejar que se cuezan”. Esos comentarios recibieron 25 votos positivos, detalla el diario, en un campus formado por miles de personas.

A finales de octubre, Gay anunció la formación de un grupo consultivo sobre antisemitismo compuesto por ocho miembros del profesorado de Harvard, antiguos alumnos y un representante estudiantil. Su tarea, dijo, era “desarrollar una estrategia sólida para hacer frente al antisemitismo en el campus”. Algunos estudiantes judíos consideraron insuficiente el abordaje. “Los estudiantes judíos no sienten que nos lo tomemos en serio”, dijo uno de los miembros, citado en el informe. Foxx ha citado varias veces más a representantes de Harvard, que desde enero ha entregado casi 4.900 páginas de material al comité.

Calma tensa en los campus

La normalidad no ha vuelto a los campus tras semanas de movilizaciones propalestinas. Con ceremonias de graduación a medio gas, casi secretas, para evitar una masiva afluencia de público que pudiera dar lugar a incidentes, Columbia ha aprobado una moción de censura contra su rectora, que solicitó en dos ocasiones la intervención de la policía de Nueva York para desalojar el campamento propalestino y un edificio del campus ocupado. Cientos de profesores de la universidad se han pronunciado contra Nemat Shafik, a la que acusan de haber cometido un “atentado sin precedentes contra los derechos de los estudiantes”, como el de libertad de expresión. La invitación a la policía por parte de la universidad no fue la única, según una exclusiva publicada también este jueves por el diario The Washington Post, ya que importantes empresarios instaron en privado al alcalde de Nueva York a utilizar a la policía contra los manifestantes del campus. Mensajes en un chat privado de WhatsApp revelan el interés del grupo de millonarios por la labor del regidor a la hora de conformar adecuadamente la opinión pública sobre la guerra de Gaza.

En otros campus, sin embargo, se impone el diálogo. La acampada propalestina en la Universidad de Harvard, una de las últimas, concluyó este martes tras llegar a un acuerdo con el rectorado, si bien proseguirá la movilización en solidaridad con los palestinos. Los organizadores anunciaron en X (antes Twitter) que la universidad ha acordado la reincorporación de los estudiantes que habían sido suspendidos por su participación en las protestas y ofreció reuniones sobre la posible desinversión de sus fondos de empresas vinculadas a Israel, la principal reivindicación de los manifestantes. La escuela también mantendrá conversaciones sobre la creación de un Centro de Estudios Palestinos.

La polémica sobre el antisemitismo rebasa el recinto de los campus, convertida en un nuevo frente de las guerras culturales de republicanos contra demócratas, al considerar los primeros a estas universidades de élite como bastiones de la izquierda woke. La reciente aprobación por parte de la Cámara de Representantes de la Ley de Concienciación sobre el Antisemitismo, que exige al Departamento de Educación adoptar la definición de antisemitismo propuesta por la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto, muestra la derivada política e institucional del debate, que está provocando una nueva división en las filas demócratas entre quienes denuncian el creciente antisemitismo en los campus y los más progresistas o izquierdistas. Repetidamente, simples eslóganes en favor de un alto el fuego en Gaza o el cántico “Del río [Jordán] al mar, Palestina será libre” constituyen para algunos estudiantes judíos, y no pocos congresistas, claras manifestaciones antisemitas.

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