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Rusia culmina con éxito su operación de propaganda y desinformación en el Sahel

Moscú consuma su ofensiva de hacerse con la opinión pública en gran parte de África con un argumentario que torpedea a Occidente a través de medios locales, canales rusos y líderes de opinión

El presidente de Rusia, Vladímir Putin (derecha), y el presidente militar interino de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, aparecen juntos en un cartel con el lema “Apoyo a la transición” en una calle de Uagadugú, capital del país, el pasado 5 de marzo.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin (derecha), y el presidente militar interino de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, aparecen juntos en un cartel con el lema “Apoyo a la transición” en una calle de Uagadugú, capital del país, el pasado 5 de marzo. Christina Peters (dpa/picture alliance/Getty)
Óscar Gutiérrez

Aunque Yamena, la capital de Chad, y Moscú, la rusa, están a miles de kilómetros de distancia, se pueden intuir ciertas conexiones. Ahí va una: el pasado 4 de abril, un mando militar chadiano envió al Ministerio de Defensa una carta sobre la petición a Estados Unidos de suspensión de actividades en la base de Adji Kosseï. Era el enésimo golpe en el Sahel a la denostada presencia militar occidental. Entre los pocos medios que accedieron a la misiva estuvo African Initiative (afrinz.ru). El análisis del registro de esta web lleva a una empresa, Initsiativa-23, y a una dirección, en el embarcadero de Presnenskaya, en Moscú. Al frente de la compañía aparece el nombre de Artem Kurev Sergevich. Kurev, aparente empresario del mundo de las comunicaciones, ha sido identificado por un tribunal estonio como miembro del FSB ruso (antiguo KGB), en una investigación contra la eurodiputada letona Tatjana Ždanoka por sus lazos con el Kremlin. El hilo que conecta aquella carta del militar chadiano con el agente Kurev, lejos de ser casual, forma ya parte del arsenal blando utilizado por Rusia para influir en África a través de la propaganda y la desinformación.

African Initiative, creada según registro en septiembre de 2023, engrosa un entramado de medios, voceros, actos y argumentarios diseñado para torpedear el apoyo a Occidente y facilitar una opinión pública abierta al desembarco ruso. Forma parte de la tercera capa de una campaña exitosa que completan, por un lado, nuevos acuerdos políticos y económicos ―en especial, en materia de recursos naturales― entre el Kremlin y gobiernos africanos, y, por otro, la llegada de mercenarios y armamento rusos (Malí, Burkina Faso, Níger…). Este despliegue se hizo primero a través del grupo Wagner y, ahora, tras la muerte de su fundador, Yevgueni Prigozhin, bajo el Africa Corps, dependiente del Ministerio de Defensa ruso y su viceministro Yunus-bek Yevkurov.

El centro de análisis Africa Center for Strategic Studies, con sede en Washington, identificó en marzo 189 campañas de desinformación en el continente africano, casi cuatro veces más que lo registrado dos años antes. Rusia ―seguido de China, Emiratos, Arabia Saudí y Qatar― es el principal artífice, con un 40% de las operaciones de intoxicación informativa (80 en 22 países), con especial interés, precisamente, en el África Occidental. “Rusia ha inundado el Sahel con desinformación desde 2018 con 19 campañas dirigidas a Malí, Burkina Faso y Níger”, decía el análisis. “Los tres países”, proseguía el estudio, “han experimentado golpes militares que las redes rusas han ayudado a preparar y promover”.

Continuación de la guerra en Ucrania

Kevin Limonier, profesor de geopolítica de Rusia y del ciberespacio y cofundador del centro de análisis Cassini, con sede en París, afirma al teléfono que Moscú concibe estas operaciones en África como una “continuación de lo que ocurre en Ucrania”. “Los actores y las narrativas son similares”, señala, “forman parte de una estrategia de batalla contra Occidente, de liderazgo en el sur global, a través de una narrativa poscolonial”. Y todo ello, prosigue este investigador, en un escenario de tormenta perfecta: un “resentimiento local” ya existente, especialmente contra Francia en las antiguas colonias, más una explosión del acceso a internet y redes sociales. Es decir, estaban la mecha y el fuego; Rusia los puso en contacto.

Sirva de ejemplo volver a African Initiative: una de las últimas notas subidas a la web informa de una exposición en Uagadugú, capital de Burkina Faso, bajo el título Diez años de guerra en Donbás y firma del italiano Vittorio Rangeloni, que ha colaborado con los separatistas de esa región ucrania ocupada por tropas rusas. En el acto de inauguración, Rangeloni manifestó lo siguiente: “Al igual que durante la Gran Guerra Patria [como los rusos llaman a su participación en la II Guerra Mundial], desde 2014, el pueblo de Donbás se ha visto obligado a luchar por su derecho a la libertad (…) Los habitantes de Burkina Faso están interesados en conocer la historia de la Rusia moderna y comprender cómo actúan los mismos países occidentales que colonizaron África durante mucho tiempo y condujeron a la desestabilización del continente”.

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El Global Engagement Center, organismo del Departamento de Estado norteamericano que trata de exponer y combatir la desinformación en el mundo ―con Rusia y China en el centro de la diana―, publicó el pasado febrero una breve radiografía de la African Initiative de Artem Kurev ―vinculado también a un proyecto similar bajo el nombre de Rusafro Media―, con oficinas en Uagadugú y Bamako (Malí), en la que afirmaba que algunos de sus miembros habían sido reclutados en las empresas de Prigozhin.

Precisamente junto al antiguo colaborador de Vladímir Putin se fotografió en julio de 2023 en San Petersburgo, en una cumbre ruso-africana, Justin Tagouh, director de Afrique Media, con sede en Douala, ciudad costera en el suroeste de Camerún. Tagouh, calificado por el semanario Jeune Afrique como “la voz de Moscú”, es junto a su medio otro de los puntales de la diseminación del mensaje del Kremlin en África. En 2017, Afrique Media empezó a compartir contenido de la cadena rusa estatal Russia Today (RT); cinco años después, con la invasión en Ucrania iniciada y RT sancionada en Europa, los dos medios sellaron una alianza.

La cadena se describe como “el primer canal de televisión de noticias multilingüe panafricano”. Grosso modo, tres temas centran su cobertura: la guerra en Ucrania, África y Francia. A finales de julio del pasado año, Afrique Media publicó una entrevista con Nathalie Yamb, nacida en Suiza y criada en Camerún. Se puede definir a esta mujer de muchas maneras: activista, empresaria, youtuber… En la conversación con la cadena dio una pista de quién es a través de sus declaraciones: “Rusia ha sido la aliada de los que han luchado para conquistar la independencia”. Yamb, de verbo ágil, es una de las voces prorrusas más destacadas en el África occidental. Mantiene vivo un canal de YouTube bajo el nombre La dama de Sochi (ciudad rusa a orillas del mar Negro). En uno de sus últimos vídeos diseccionaba las palabras de un general francés, al que acusa de anunciar la “recolonización” del continente.

En la misma liga en la que juega Yamb hay otros nombres recurrentes en los estudios sobre los propagandistas de la causa rusa en África, como fue el activista belga Luc Michel al frente del proyecto Russosphère, o es hoy el francobeninés Kemi Seba, con una prolija producción de vídeos críticos con Occidente, en especial con Francia, y de cargado mensaje panafricanista ―el panafricanismo es un elemento habitual en el argumentario ruso utilizado en el continente como contrapeso al viejo colonialismo―.

Líderes de opinión, redes (Africa Corps tiene su perfil en Telegram en el que rebota a diario información de medios afines), ejércitos de troles (internautas a sueldo de la propaganda rusa) y bots (perfiles automatizados), medios de comunicación ―la versión francesa del medio ruso Sputnik, vetado en Europa, se ha volcado en el Sahel francófono―, actos culturales e incluso inversión en imagen de país a través de, sirva de ejemplo, banderas rusas en manifestaciones: un responsable de la asociación civil nigerina Parade ―vinculada al Ministerio de Exteriores ruso, según un informe del Centro de análisis de amenazas de Microsoft― admitió a The New York Times que la distribución de las enseñas contaba con fondos de Moscú. Proyectiles unos y otros, en definitiva, de un entramado ofensivo con origen en Rusia y destino África que analistas como Limonier identificaron durante los años de crecimiento de Wagner como “galaxia Prigozhin”.

El apodado chef de Putin fue uno de los grandes artífices de esta campaña de inmersión en el continente africano desde los años 2015 y 2016. “Primero para sus intereses”, señala el investigador de Cassini, “y luego para los del Estado ruso”. No obstante, tras la muerte del empresario de San Petersburgo, el pasado verano, Moscú, consciente ya de la importancia y éxito de este poder blando en África, ha centralizado por fin estas actividades en torno al Kremlin y sus servicios de inteligencia.

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Sobre la firma

Óscar Gutiérrez
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales
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