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Ucrania se impacienta tras meses de retrasos para recibir los F-16 de sus aliados

Países Bajos, Noruega, Dinamarca y Bélgica se han comprometido a transferir más de 70 unidades de este caza estadounidense

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, en un caza durante una visita a la base aérea de Skrydstrup, el 21 de agosto de 2023.Foto: ANADOLU AGENCY (ANADOLU AGENCY VIA GETTY IMAGES) | Vídeo: EPV
Cristian Segura

“La historia de los F-16 es muy triste. Se ha retrasado tanto su llegada que se han convertido en una especie de leyenda”. Son palabras del teniente general ucranio Igor Romanenko. Este militar en la reserva, uno de los analistas de la guerra más reconocidos en Ucrania, manifestaba el 1 de mayo en el medio TSN la impaciencia que comparten la sociedad y el ejército ucranio por un arma que confían en que sea decisiva para hacer retroceder al invasor ruso. Las primeras previsiones, en 2022, indicaban que estos cazas estadounidenses, los más utilizados en la OTAN, aterrizarían en Ucrania a principios de enero. Cinco meses después, todavía no hay rastro de ellos.

Las estimaciones más realistas indican que los primeros F-16 pueden estar en servicio en junio o julio. Serán seis de las 19 unidades que Dinamarca quiere donar a las Fuerzas Aéreas Ucranias. Además del Gobierno danés, los Países Bajos se han comprometido a entregar 24 de estos aviones, Noruega, 22, y Bélgica, un número que no se ha hecho público. Los F-16 son de producción estadounidense y la Casa Blanca debe autorizar su entrega. Tras casi un año de negociaciones entre Kiev y Washington, el presidente Joe Biden aprobó en agosto de 2023 el suministro de estos cazas.

El Gobierno danés señaló en 2023 que a principios de enero podían suministrarse las primeras unidades. El ejército ucranio comunicó posteriormente que el momento previsto para empezar a recibir los cazas sería en primavera. “Es evidente que la fecha de entrega ha cambiado en muchas ocasiones. Todavía esperamos, y trabajaremos con lo que nos den”, afirmó el 1 de mayo en los informativos estatales Ilia Yevlash, portavoz de las Fuerzas Aéreas. Yevlash todavía se mostraba confiado en que los primeros aparatos entren en Ucrania a mediados de mayo.

Pero la formación de los pilotos y de los equipos de mantenimiento ha demostrado ser un escollo más complejo de lo que se preveía, según informaciones recientes publicadas por Le Monde y The New York Times. Romanenko afirmó que el principal motivo del retraso es la preparación de pistas de despegue y aterrizaje adaptadas para operaciones rápidas y ocultas al enemigo. Yevlash confirmó que la mejor opción sería construir bases bajo tierra, pero esto es largo y costoso, por lo que las Fuerzas Aéreas optan por ultimar un plan para dispersar los F-16 en aeródromos y pistas secretas.

Los F-16 servirán para interceptar misiles rusos y para atacar posiciones del invasor en el frente o sus bases logísticas en la retaguardia. El excomandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias Valeri Zaluzhni detalló en noviembre de 2023, en un ensayo publicado en The Economist, que estos cazas serán útiles, pero llegarán demasiado tarde para ser un factor decisivo para dar la vuelta a la guerra. El momento idóneo era la contraofensiva del pasado verano, que terminó en fracaso por las sólidas fortificaciones rusas y porque Ucrania no contaba con fuego aéreo. Zaluzhni subrayó que los F-16 despegarán cuando el enemigo ya ha reforzado su red de defensas antiaéreas. Son precisamente estas defensas una de las principales carencias en el bando ucranio, lo que está permitiendo a los aviones rusos bombardear con más facilidad las posiciones de su rival. Esto está siendo clave en el avance de las tropas del Kremlin en la provincia de Donetsk.

Romanenko cree que recibir seis F-16 en verano no supondrá prácticamente ninguna ventaja, y que por lo menos deberían ser 12, un escuadrón. Para este general, un número que sí sería un salto cualitativo son 100 cazas estadounidenses, que podrían equilibrar el dominio aéreo ruso —el invasor cuenta con 300 aviones de combate directamente implicados en la guerra, y 1.500 en toda Rusia―. Zaluzhni reveló en noviembre que de los 120 aviones que las Fuerzas Aéreas Ucranias tenían al principio de la invasión —viejos cazas soviéticos Mig-29 y Su-27—, solo quedaban en activo 40. Siete meses después, el número es menor, aunque la cúpula militar ucrania no lo desvela.

Pero los F-16 que llegarán a Ucrania también son modelos fabricados entre principios de la década de los ochenta y la de los noventa. “Nos han prometido los cazas más baratos. Nos dan chatarra mientras que a Israel le dan los F-35 [uno de los mejores aviones de combate estadounidenses y del mundo]”.

La coronel de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos Kirsten D. Thompson corroboraba en pasado marzo, en un artículo para el centro de estudios políticos y de defensa Council on Foreign Relation, que cuantos más F-16 reciba Ucrania, más posibilidades tiene de revertir el dominio ruso. Pero Thompson incluía en la ecuación un problema determinante: “Más F-16 para Ucrania supone que necesitará más piezas de repuesto, más entrenamiento, más munición y más infraestructuras. Todo esto requiere tiempo y recursos muy caros. Las infraestructuras para sistemas armamentísticos tan complejos necesitan años para ser desarrolladas, lo que es difícil mientras hay un conflicto en marcha, y más aún para un país que está luchando una guerra a gran escala contra uno de los mayores ejércitos del mundo”.

Otros analistas son más optimistas. Peter Brookes, antiguo asesor del Departamento de Defensa de Estados Unidos y experto del grupo de estudios GIS, valoraba en un informe del 11 de abril que la llegada de los F-16 “disputará el dominio del cielo en Ucrania, forzará una tensión en el suministro militar de recursos rusos y complicará las operaciones estratégicas de Moscú”. Brookes incide en otra cuestión, y es la posibilidad de que Ucrania utilice los F-16 para atacar en territorio ruso, lo que supondría cruzar una línea roja para la Casa Blanca: la condición más importante de aceptar que estos aviones entren en combate contra Rusia es que solo lo hagan en los cielos de Ucrania.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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