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El nuevo Gobierno de Portugal supera su primer obstáculo parlamentario con el apoyo de todas las derechas

André Ventura, líder de Chega, clama contra “la invasión de inmigrantes” y pide la recuperación de un servicio de vigilancia de fronteras

Portugal
El primer ministro de Portugal, Luís Montenegro, entre los ministros de Asuntos Parlamentarios, Pedro Duarte, a la izquierda, y el titular de la Presidencia, António Leitão Amaro, en la Asamblea de la República, en Lisboa.JOSE SENA GOULAO (EFE)
Tereixa Constenla

El nuevo Gobierno portugués ya tiene luz verde para empezar su mandato. Las dos mociones de rechazo contra el programa del gabinete de Luís Montenegro, líder del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), presentadas por dos formaciones minoritarias, Bloco de Esquerda (BE) y Partido Comunista Portugués (PCP), se estrellaron este viernes contra la nueva mayoría de derechas de la Asamblea de la República. La coalición que sustenta el Gobierno, Alianza Democrática (AD, 80 diputados) recibió el apoyo de la ultraderecha de Chega (50 escaños) e Iniciativa Liberal (ocho) para votar en contra de las dos mociones. Montenegro recibe así vía libre para gobernar, aunque por delante le espera la cuerda floja. Su magra mayoría parlamentaria le deja en manos de la oposición para todas las cuestiones que requieren el visto bueno de la Cámara.

El Partido Socialista, tal y como había anunciado, se abstuvo y no se alineó con el resto de la izquierda. Su posición, sin embargo, dejó de tener peso estratégico desde el momento en que toda la derecha (138 diputados en un hemiciclo de 250) decidió rechazar las mociones. El líder socialista, Pedro Nuno Santos, advirtió a Montenegro de que esta abstención no se traducirá en un apoyo para todo. “Ni seremos una oposición de bloqueo ni seremos la muleta del Gobierno”, avisó.

Santos repasó medidas del programa de Gobierno que reprueban los socialistas, como el descenso del impuesto de sociedades del 21% al 15%, la entrada del sector privado en la gestión de la sanidad pública o la liberalización del mercado de la vivienda, con la eliminación de medidas para frenar la expansión de los pisos turísticos. “No vamos a ayudar a aplicar programas que suponen un retroceso social, pero el Gobierno no nos necesita, tiene una mayoría a su derecha”, afirmó. “Ya resolvimos una crisis para elegir al presidente de la Asamblea y estamos dispuestos a apoyar un presupuesto rectificativo para cuestiones concretas, pero es responsabilidad del Gobierno construir mayorías”, añadió.

Montenegro escuchó críticas de casi todos los partidos por su falta de diálogo a pesar de su precaria mayoría. Las 60 medidas de la oposición (entre ellas 32 socialistas y 13 de Chega) que se han incorporado al programa de Gobierno son de poca relevancia y no se han negociado con nadie. En sus intervenciones en estas sesiones, el primer ministro abundó en las ideas que ya expresó en la toma de posesión. “¡Déjennos trabajar!”, se ha convertido en el primer mantra de la legislatura. “Cuando consideren que el Gobierno debe dejar de gobernar, presenten una moción de censura”, desafió el dirigente a los parlamentarios.

La estrategia de Montenegro se sustenta en aprobar medidas a corto plazo que evidencien el cambio político tras casi nueve años de poder socialista y en eludir las votaciones parlamentarias siempre que pueda. De hecho, ha anunciado que no aprobará un Presupuesto rectificativo, que debe ser votado en la Cámara, lo que le obligará a gobernar con la herencia trazada por el equipo económico de António Costa.

Esta fue una de las recriminaciones que le dirigió el presidente de Chega, André Ventura, que le recordó a Montenegro que había calificado de “presupuesto pipí” las cuentas del Estado para 2024. “Este Gobierno tiene miedo a un presupuesto rectificativo y tiene miedo a su propia sombra”, dijo el líder ultraderechista, que le instó a prescindir del proyecto socialista de “impuestos máximos y servicios mínimos”.

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Lo más atronador de su discurso se reservó para la inmigración y los 50 años de la Revolución de los Claveles. “Los portugueses no quieren cumplir abril ni los claveles, quieren que sus hijos no sean asaltados y quieren saber de la invasión de inmigrantes en sus tierras”, afirmó, antes de exigir la derogación de la Ley de Nacionalidad Portuguesa y el restablecimiento del servicio de control de fronteras, suprimido por el anterior Gobierno y sustituido en 2023 por una agencia de migraciones y asilo. La eliminación del Servicio de Extranjeros y Fronteras se acordó tras la polémica muerte en las dependencias del departamento en el aeropuerto de Lisboa del ucranio Igor Homeniuk, agredido por tres inspectores que fueron condenados por el hecho.

El Gobierno abandonó la sala en cuanto se votaron las mociones de rechazo y no escuchó los discursos finales de los representantes del Bloco de Esquerda ni del PCP. “No hay nada moderno ni innovador en este programa”, reprochó la líder del BE, Mariana Mortágua. “Es un programa para una minoría privilegiada”, indicó el portavoz parlamentario del Bloco, Fabián Figueiredo, que también instó al Gobierno a sumarse a la iniciativa del presidente español, Pedro Sánchez, para reconocer el Estado palestino.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.
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