La insistencia de Netanyahu en afirmar que atacará Rafah aleja el acuerdo de tregua con Hamás
Una de las exigencias del grupo fundamentalista en la nueva ronda de negociaciones en El Cairo es un alto el fuego definitivo. Estados Unidos niega que Israel le haya comunicado una fecha para invadir esa ciudad de Gaza
Mientras un equipo negociador de Israel sigue en El Cairo tratando de conseguir un acuerdo de alto el fuego para canjear rehenes con Hamás, el primer ministro del país, Benjamín Netanyahu, visitaba este martes la base militar de Tal Hashomer, en el centro de Israel. Más que en unas instalaciones del ejército, las fotos distribuidas por su oficina a los medios hacían pensar en una charla en un instituto. Su público eran reclutas del servicio militar, la mayoría adolescentes, que escucharon cómo Netanyahu se comprometía de nuevo a destruir todas las brigadas de Hamás, “incluyendo las de Rafah”, una nueva alusión a la ciudad meridional donde se hacinan 1,4 millones de desplazados de una población total de 2,2 millones de gazatíes. Esta declaración, que se suma al anuncio del primer ministro la víspera de que esa invasión ya tiene fecha, complican la consecución de un acuerdo que Israel y Hamás negocian en la capital egipcia.
El pacto no solo debería permitir un nuevo canje de alguno de los 133 rehenes israelíes que siguen en Gaza por presos palestinos, sino un alto el fuego que Hamás quiere definitivo y que constituye uno de los principales escollos de las negociaciones. Este martes, un portavoz del movimiento fundamentalista, Sami Abu Zahry, manifestó a la cadena Al Jazeera que las declaraciones de Netanyahu les han llevado a plantearse “dudas sobre el propósito de reanudar las negociaciones”. “El éxito de cualquier negociación depende del fin de la agresión [la guerra] contra nuestro pueblo”, afirmó Zahry. Los negociadores del movimiento fundamentalista en El Cairo han tildado además de “intransigente” la postura israelí. Hamás ha dicho que la propuesta que han recibido de Israel para una nueva tregua no cumple ninguna de sus demandas, aunque se han comprometido a estudiarla, según Reuters.
Mientras, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, negó en una rueda de prensa conjunta con su homólogo británico, David Cameron, en Washington estar al corriente de esa supuesta fecha para la invasión de la ciudad palestina, según Reuters. “Los israelíes no nos han comunicado una fecha para ninguna operación en Rafah”, aseguró el jefe de la diplomacia estadounidense. “Al contrario, lo que tenemos es una conversación en curso con Israel”, afirmó Blinken en alusión a una negociación al respecto, que tendrá lugar en un par de semanas, según confirmó la Casa Blanca.
El secretario de Estado precisó luego: “El presidente [Joe Biden] ha sido muy claro acerca de nuestras preocupaciones sobre la capacidad de Israel para sacar a los civiles del peligro, cuidarlos y llevar a cabo cualquier tipo de operación militar importante que no perjudique a los civiles”. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, también comunicó este martes a su homólogo estadounidense, Austin Lloyd, que su país no ha fijado un día concreto para esa invasión.
Blinken también aludió a la oferta que se ha hecho a la delegación de Hamás en El Cairo. La definió como “muy seria” y aseguró que permitiría “avanzar de inmediato y conseguir un alto el fuego que beneficiaría también a la población de toda Gaza y, por supuesto, devolvería a los rehenes a casa”. La pelota “está ahora en el tejado de Hamás”, concluyó el secretario de Estado.
Esa propuesta recoge entre seis y ocho semanas de alto el fuego y la liberación de 40 rehenes a cambio de unos 900 presos palestinos. Según The Washington Post, también incluye el retorno de 150.000 palestinos al norte de Gaza. Antes de la guerra, solo en la capital homónima de Gaza vivían casi 600.000 personas.
Hamás se sienta en la mesa de negociación de El Cairo con una única baza: los rehenes —de los que un número desconocido de los 133 han muerto, al menos un tercio— y no renunciará fácilmente a ella por un alto el fuego momentáneo que dé paso a la anunciada invasión de Rafah. El grupo fundamentalista también aspira a que Israel permita el retorno al norte del enclave palestino de cientos de miles de gazatíes.
Supervivencia
Las amenazas de Netanyahu no difieren mucho de las que lleva profiriendo más de cuatro semanas. Sus palabras pueden ser además interpretadas como un intento de apaciguar a sus belicosos socios ultraderechistas del Gobierno, que han amenazado con retirarle su apoyo si no ataca Rafah. Otra hipótesis es que ese recordatorio constante de que Israel no renuncia a esa invasión —que hace temer a EE UU que cause una enorme masacre— es una forma de presionar a Hamás de cara a la negociación.
Una noticia reflejada por la prensa israelí ha aumentado la inquietud sobre la posibilidad de que esas amenazas terminen por hacerse realidad. El Ministerio de Defensa de Israel ha publicado un concurso público para adquirir 40.000 tiendas de campaña con capacidad para 12 ocupantes cada una, en las que podría acomodar a 480.000 personas. Un funcionario israelí citado por Associated Press confirmó que esas tiendas están destinadas a acoger a una parte de los gazatíes que ahora se refugian en Rafah.
La insistencia de Netanyahu en la invasión de Rafah ha roto con el cauto optimismo que imperaba el lunes sobre el acuerdo para una nueva tregua con Hamás, sobre todo después de que el domingo Israel anunciara la retirada de todas sus tropas terrestres del sur de la Franja
Supervivencia política
En la encrucijada de satisfacer, por un lado, a sus socios ultraderechistas y, por otro, a las familias de los rehenes que le reclaman el pacto para liberarlos, el primer ministro parece haberse inclinado por la primera opción, la que le garantiza a corto plazo su supervivencia política. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, le había advertido este lunes de que “no tendría mandato para continuar como primer ministro” si “decidía poner fin a la guerra sin un ataque extenso contra Rafah para derrotar a Hamás”. Poco después, Netanyahu divulgó el comunicado en el que aludía a una fecha fijada para invadir la localidad.
Con ese frente contenido al menos de momento, Netanyahu se enfrentó el martes por la tarde al otro que tiene activo: el de esas familias de los rehenes y el amplio apoyo popular que sus reivindicaciones suscitan. Los familiares de los secuestrados en Gaza se congregaron ante la oficina del primer ministro, en Jerusalén, donde el gabinete de seguridad del Gobierno mantuvo una reunión, precisamente para discutir el posible acuerdo con Hamás para liberar a los rehenes. El lema de esa concentración de las familias de los secuestrados fue: “El acuerdo debe ser aprobado”. Incluso le dieron al primer ministro un plazo: “Los rehenes deben ser liberados antes de la Pascua Judía, las vacaciones de la liberación”, clamaron los familiares. Esa festividad, que conmemora el éxodo de los judíos de Egipto, se celebra este año entre el 22 y el 29 de abril. En la primera y efímera tregua de finales de noviembre, 105 rehenes fueron liberados a cambio de la excarcelación de 240 presos palestinos.
Presión relativa
A las presiones de los rehenes sobre Netanyahu, se suma la siempre relativa de EE UU a su aliado. Washington sigue proporcionando todo tipo de apoyo político y diplomático a Israel, y, sobre todo, le envía las armas que luego ese país usa en Gaza. Aun así, en las últimas semanas, la Administración de Biden ha ido subiendo ligeramente el tono contra Netanyahu, especialmente tras el ataque que mató a siete cooperantes de World Central Kitchen, uno de ellos estadounidense, el pasado 1 de abril. Solo tras una tensa conversación con Biden el pasado jueves, el primer ministro israelí se avino a permitir el paso de más ayuda humanitaria para Gaza.
Mientras, siguen los bombardeos en la Franja. Entre el lunes y el martes, ataques aéreos en varias zonas del enclave palestino mataron a 153 personas, según la agencia oficial palestina Wafa. Esos muertos han elevado el recuento de víctimas registradas —otras están bajo los escombros— de esta guerra a más de 33.300, según los datos del Ministerio de Sanidad del territorio gobernado por Hamás. Los bombardeos aéreos golpearon barrios de Ciudad de Gaza, Deir al Balah (centro) y Rafah.
En la llamada telefónica que mantuvieron el jueves los mandatarios de EE UU e Israel, Netanyahu prometió que permitiría más ayuda humanitaria para Gaza. Este lunes, el organismo militar israelí encargado de autorizar el paso de los camiones que la transportan anunció que 419 de esos vehículos habían entrado en el enclave asediado. La principal agencia de Naciones Unidas en Gaza, la destinada a asistir a los refugiados palestinos, UNRWA, rebajó esa cifra a 223, muchos menos de los alrededor de 500 diarios que entraban antes de la guerra. La ONU ha asegurado, además, que muchos de esos camiones llegaron medio vacíos a la Franja, a causa de las rígidas reglas de inspección israelí.
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