La serie rusa, y prohibida, que los ucranios piratean masivamente
‘Slovo Patsana’, que retrata la vida criminal en los últimos años de la URSS, es la producción más vista en internet y entre los jóvenes ucranios, pese a que está prohibido difundirla
Una serie de televisión rusa ha sacudido a la sociedad ucrania. Se titula Slovo Patsana. Krov na asfalte y es la serie más vista hoy en internet en Ucrania. Slovo Patsana está producida con dinero del Gobierno ruso, del Estado que ha desatado una guerra contra Ucrania. La invasión ordenada por Vladímir Putin ha fortalecido entre los ucranios su identidad nacional, en un país que es independiente desde hace solo 32 años. Pero la serie está demostrando que los vínculos históricos con el actual enemigo continúan existiendo.
Las páginas de internet rusas están bloqueadas en Ucrania y el Ministerio de Cultura ha recordado que está prohibido difundir productos audiovisuales del país que los bombardea y ataca. No solo eso, el idioma ruso ha quedado apartado por ley de la administración pública, del sistema escolar y ha sido marginado en radios y televisiones. Slovo Patsana solo puede verse a través de descargas piratas, y pese a ello, su éxito es arrollador. Los medios de comunicación saben que es la serie más vista en internet porque la principal canción de su banda sonora, Piyala, es la más escuchada en el servicio ucranio de las plataformas de música Spotify y Apple, y la cuarta en Youtube.
Slovo Patsana. Krov na asfalte (en castellano, “Palabra de un tío. Sangre en el asfalto”) narra la historia de unos adolescentes que se integran en las bandas criminales de la ciudad de Kazán en los últimos años de la Unión Soviética. Está financiada por el Instituto Ruso para el Desarrollo de Internet. La serie muestra una sociedad cruel y violenta, incluso ha habido peticiones en Rusia para que sea cancelada.
“En Ucrania se está difundiendo por internet, sobre todo entre los adolescentes, una serie rusa que promueve la violencia, el crimen y la estética inherente del país agresor”, advirtió el Ministerio de Cultura ucranio en un comunicado del 7 de diciembre. “Contiene propaganda hostil que es inaceptable en Ucrania durante la guerra”, añadió en una nota oficial. El ministerio advertía de que el visionado de la ficción es ilegal porque solo puede encontrarse en webs piratas o en plataformas rusas. También puede verse en canales de Telegram.
“Para la seguridad informativa de nuestro país”, proseguía el Ministerio de Cultura, “es importante detener la difusión de contenido ruso, para prevenir la influencia de su información y de sus operaciones psicológicas en Ucrania”. Pese al aviso de las autoridades, las redes sociales y los foros ucranios están llenos de comentarios ―a favor y en contra― de gente que ha visto la serie. Anna Alkhim es una influencer ucrania de moda y estilo, con cientos de miles de seguidores en Instagram y TikTok. Alkhim desató una tormenta en contra de ella al reconocer en uno de sus mensajes que estaba fascinada con Slovo Patsana. Medios de comunicación y cientos de usuarios en las redes sociales la han acusado de ser una propagandista rusa.
La polémica ha crecido tanto que incluso el expresidente ucranio Petro Poroshenko se refirió a la serie en una reunión con jóvenes del 9 de diciembre y en la que pidió al auditorio que no la vean: “La victoria la conseguiremos con patriotas, no con matones”. La palabra patsana, según el contexto, también significa matón. La actriz Irma Vitovska publicó en Facebook un vídeo en el que incluso pedía que actuaran los Servicios de Seguridad de Ucrania (SSU, los servicios secretos) contra el visionado de la serie: “Quiero avisar al SSU y a todos los ciudadanos de Ucrania, nuestros adolescentes simpatizan con las series de televisión rusas, del país que está matando a nuestros adolescentes y a todos en general”.
El SSU es uno de los organismos encargados de identificar a posibles colaboradores rusos, incluyendo a aquellas personas que difundan propaganda enemiga. La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (OHCHR) denunció en un informe de octubre que en Ucrania se están produciendo “condenas desproporcionadas” a partir de mensajes en redes sociales: “La OHCHR tiene documentado el caso de una mujer de 60 años que fue acusada de justificar la agresión armada y el derrocamiento violento del Estado por haber compartido mensajes en redes sociales sobre la guerra en Ucrania. Fue condenada a cinco años de cárcel”.
Vitovska lamentaba de forma particular algunos comentarios que había leído y que eran nostálgicos de la URSS: “Todos estos comentarios positivos son tan peligrosos como la guerra, querría preguntar a los padres de estos jóvenes si tienen conciencia”. Katerina Yakovlenko, experta en la cultura visual soviética, explicaba el 8 de diciembre en Suspilne —un medio estatal— que el éxito de Slovo Patsana es un ejemplo de la “ostalgie” en los antiguos países del bloque comunista, concepto de origen alemán que se forma con las palabras ost (este) y nostalgie (nostalgia): “La curiosidad y la fascinación por la criminalidad de los años ochenta y noventa en la literatura y el cine es un componente clásico de la ostalgie”. Para Yakovlekno, “no es ni bueno ni malo”, no quiere indicar de por sí una afinidad con Rusia. “El fenómeno afecta sobre todo a las nuevas generaciones, que no tienen memoria directa de aquel tiempo o que eran muy jóvenes”, añade esta investigadora.
“El ruso nos determina”
La mayor parte de Ucrania fue durante siglos una región del imperio ruso, incluida la URSS, por lo que los vínculos culturales son inevitables, según constataba en un artículo del 11 de diciembre en NV el guionista Andrii Kokotiukha: “Un ucranio no puede imaginarse [creciendo] en Birmingham o Baltimore, pero en Kazán sí, fácilmente, porque el desarrollo urbano de la URSS es el mismo. El idioma ruso es una marca de nacimiento, nos guste o no, y nos determina”.
El uso de la lengua ucrania se ha disparado desde el inicio de la invasión. Millones de personas que tenían el ruso como primer idioma han cambiado de lengua. Pero incluso así, su uso continúa siendo habitual, sobre todo en el este. En noviembre, se produjo una polémica después de que la vicerrectora de la Universidad Politécnica de Lviv, Lilia Zhuk, cargara contra las Fuerzas Armadas de Ucrania porque había descubierto que miles de soldados se comunicaban en ruso. La vicerrectora, que procede del oeste del país, más nacionalista, escribió que estos militares “no pueden llamarse ucranios”. Zhuk, que es filóloga y exdiputada, fue cesada de su cargo tras las quejas expresadas por altos mandos del ejército y por el propio Gobierno.
Anatoli y Valeria son una pareja de jóvenes que acceden a hablar con EL PAÍS con la condición de mantener su identidad anónima. Tienen 31 y 22 años y son fans de Slovo Patsana. “No por ello somos prorrusos, pero la serie me devuelve a mi infancia pandillera en Krivii Rih [ciudad industrial del este de Ucrania]”, dice Anatoli. Valeria asegura que la serie da mala imagen de Rusia. “Entiendes que la violencia que aparece desembocará en el futuro en gente que acaba apoyando una guerra como la que estamos padeciendo”, añade Anatoli. Ambos recuerdan que Aigel Gaisina, la cantante de la canción Tatarin, publicó en sus redes sociales un mensaje contra la guerra y en favor de la paz.
Desde el Gobierno y la presidencia ucrania se hace lo posible para eliminar la influencia rusa. La ley ucrania para la protección de las minorías nacionales, actualizada la semana pasada, indica ahora que el ruso estará vetado de forma permanente de las instituciones públicas. El presidente, Volodímir Zelenski, aseguró que la ley se adapta a las recomendaciones de la Comisión de Venecia sobre la protección de la diversidad identitaria ucrania, pero la Comisión pedía que Ucrania cumpliera con su Constitución, que ampara “el libre desarrollo, el uso y la protección del ruso”. La Comisión de Venecia entiende que el tiempo de guerra es una “transición”, durante el cual esta disposición puede evitarse. Estas recomendaciones son clave para la UE en su futura decisión de abrir negociaciones de adhesión de Ucrania.
Viktor Tregubov, oficial del ejército ucranio y habitual analista en los medios de comunicación, incluido EL PAÍS, comentaba el 5 de diciembre en sus redes sociales que la política de prohibición es como intentar poner puertas al campo y que lo que necesita Ucrania es crear producciones de calidad: “Si quieres que gane la cultura ucrania, produce contenido en ucranio. Pero no lo hagas bajo el principio de esconder [el contenido ruso] o pensando que el patriotismo de la obra compensará sus carencias artísticas. Prohibir todo el contenido ruso no tendrá éxito”.
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