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Israel frente a Marruecos: diplomacia por territorios

Los lazos entre ambos países se enredan en la cuestión de la soberanía del Sáhara. Rabat aplaza la apertura de una embajada israelí y Netanyahu dilata su decisión de reconocer la autoridad marroquí sobre la antigua colonia española

Rachid Talbi Alami, presidente del Parlamento de Marruecos, conversa con su homólogo israelí, Amir Ohana, el 8 de junio en Rabat.
Rachid Talbi Alami, presidente del Parlamento de Marruecos, conversa con su homólogo israelí, Amir Ohana, el 8 de junio en Rabat.STR (AP)

Israel cuenta con una oficina de enlace diplomático en Rabat, pero no con una embajada de pleno derecho. Marruecos lleva aplazando desde marzo la convocatoria de la segunda cumbre del Negev, la cita de cuatro países árabes que reconocen al Estado judío en el marco de los Acuerdos de Abraham, y ha vuelto a posponerla a finales de junio. A pesar de que las relaciones bilaterales reanudadas desde diciembre de 2020, fraguadas por el republicano Donald Trump en sus últimos meses en la Casa Blanca, han avanzado con brío en materia de seguridad y defensa, economía y comercio, o turismo y cultura, el Gobierno de Rabat sigue esperando a que el Ejecutivo israelí dé el paso decisivo de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental para desenredar los nudos que empañan los estrechos lazos.

El desencuentro entre aliados impide elevar el nivel de la legación israelí en Rabat, como desea Israel, y bloquea desde comienzos de año la celebración de la segunda entrega de la cumbre del Negev, así llamada por el desierto del sur israelí del mismo nombre donde se celebró su primera edición en 2022, considerada el principal activo político de Israel para romper el aislamiento con los países árabes. El pulso había permanecido hasta ahora opacado tras el difuso telón del lenguaje diplomático, y condicionado por los periódicos estallidos de violencia entre las tropas de Israel y los grupos armados palestinos, como el que se acaba de registrar en Yenín (norte de Cisjordania). Finalmente, el jefe de la diplomacia israelí, Eli Cohen, acaba de poner las cartas sobre la mesa: Israel reconocerá la soberanía sobre el Sáhara cuando Marruecos convoque de una vez la cumbre del Negev.

“Ahora mismo estamos trabajando en este asunto y nuestro plan es tener una decisión final en el Foro del Negev. Estamos trabajando en nuestra posición y la decisión final creo que será en septiembre”, desveló el ministro de Asuntos Exteriores el pasado día 3 en un encuentro con la prensa extranjera en Jerusalén. Rabat aspira a que el Gobierno de Benjamín Netanyahu oficialice su giro sobre el Sáhara con la apertura de un consulado en El Aaiún o Dajla. Pese al cambio en la presidencia de Estados Unidos, la Administración del demócrata Joe Biden no ha cuestionado el reconocimiento de soberanía otorgado por su predecesor, sin necesidad de establecer una representación diplomática en el Sáhara Occidental, como ya han hecho otros 28 Estados, mientras ha seguido impulsando la dinámica de normalización de relaciones entre el Estado judío y los países árabes.

El Foro del Negev nació de la mano del llamado Gobierno del cambio de Israel y del entonces ministro de Exteriores, el líder centrista Yair Lapid, una amplia coalición que estaba respaldada por un partido árabe israelí. Ahora ocupa su lugar el Gobierno más derechista en la historia de Israel, con el primer ministro Netanyahu apuntalado por la ultraderecha antiárabe y el principal partido de los colonos judíos en Cisjordania.

Los habitualmente templados Baréin y Emiratos Árabes Unidos han condenado la operación militar israelí en Yenín y han reclamado la vuelta al diálogo con los palestinos para prevenir nuevas escaladas. Marruecos ha ido aún más allá al pedir a la comunidad internacional que intervenga para que “cese la agresión sufrida por ese pueblo (el palestino) y su territorio”, enfatizó el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, Naser Burita, al día siguiente de que su homólogo israelí definiera los parámetros diplomáticos para el reconocimiento de la soberanía sobre el Sáhara. Burita reiteró la condena de Rabat a “las múltiples agresiones israelíes en Yenín”.

Mientras el conflicto se inflamaba de nuevo en Tierra Santa en los últimos días, Marruecos ha tenido que volver a hacer equilibrios para mantener la alianza estratégica con el Estado judío y consolidar su tradicional respaldo árabe a la causa palestina en Jerusalén, que el propio rey Mohamed VI encabeza en el seno de la Organización de Cooperación Islámica al frente del Comité Al Quds.

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“La opinión pública en el mundo árabe puede que esté en silencio, pero sigue los acontecimientos con atención. El último aplazamiento de la cumbre del Negev no debería ser una sorpresa, y puede que haya un cuarto si persiste la violencia en Cisjordania y el Gobierno israelí aprueba nuevas construcciones en los asentamientos”, señalaba el domingo en una columna de la opinión en el diario The Jerusalem Post Jamal Amiar, periodista y escritor marroquí autor del ensayo Le Maroc, Israël et les Juifs marocains (Marruecos, Israel y los judíos marroquíes).

Israel ha desplegado en las últimas semanas una ofensiva diplomática en Marruecos para afianzar el acercamiento. Tras la ministra de Transportes, Miri Regev, el también judío de origen marroquí Amir Ohana, presidente de la Kneset o Parlamento israelí, ha sido el más explícito a la hora de anticipar un próximo reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. El consejero de seguridad nacional de Netanyahu, Tzachi Hanegbi, se entrevistó en Rabat con el ministro Burita para negociar los detalles, pero la anunciada voluntad política no se ha plasmado todavía en una declaración formal.

Una semana antes de que el ministro Eli Cohen fijara la nueva posición de Israel, había asegurado en una reunión del Comité de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Kneset que, además de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos, tenían previsto participar en la próxima cumbre del Negev al menos otros dos países árabes y que el Estado judío carece de relaciones diplomáticas con ambos, según un comunicado difundido por la Cámara, sin especificar de cuáles se trataba. El analista y experto israelí en relaciones diplomáticas Barak Ravid ha señalado en el portal informativo Axios a Somalia y Comores, ambos miembros de la Liga Árabe, como los candidatos más previsibles en la ampliación del club de los Acuerdos de Abraham.

Ventajas militares y comerciales

La alianza estratégica con Israel ha dotado a Marruecos de ventajas militares, como la adquisición de drones y misiles de última generación y el acceso a medios de inteligencia que han alterado el equilibrio de fuerzas ante el Frente Polisario y Argelia, que respalda plenamente al movimiento independentista saharaui. La ventaja tecnológica del Ejército marroquí frente a la superioridad argelina en tropas y armamento sobre el terreno ha sido constatada por Naciones Unidas a través de la Minurso, la misión desplegada desde 1991 por la comunidad internacional en el Sáhara tras un alto el fuego que quedó formalmente roto a finales de 2020. El comercio bilateral se ha disparado entre los nuevos aliados, con un incremento del 32% en 2022 en favor de Israel, que envió más de 200.000 turistas a Marruecos. Más de 700.000 israelíes, cerca de un 8% de la población, son judíos de origen marroquí.

La sociedad marroquí también ha cambiado con el acercamiento a Israel. Hace pocos años eran miles los manifestantes propalestinos en las calles de las ciudades marroquíes. Ahora solo se concentran unas pocas decenas ante la sede del Parlamento en Rabat para protestar contra las intervenciones militares israelíes en territorios palestinos. Un 31% de la población se declara partidaria de la normalización de relaciones con el Estado judío, según un sondeo de Arab Barometer. El fútbol, sin embargo, ha demostrado que los lazos entre marroquíes y palestinos siguen siendo emocionales. En el Mundial de Fútbol de Qatar, donde Marruecos logró llegar hasta semifinales el pasado diciembre, la bandera palestina era exhibida con orgullo por los Leones del Atlas tras cada triunfo en las fotografías oficiales, entre el aplauso unánime de los aficionados de todo el mundo islámico.

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