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Los partidos holandeses se preparan para unas inesperadas elecciones en noviembre

El Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB), un partido populista agrario, puede convertirse en segunda fuerza en el Parlamento, según las encuestas, que le otorgan 23 escaños frente al único que tiene ahora

El primer ministro holandés, Mark Rutte, sale del palacio Huis ten Bosch, en La Haya, tras reunirse con el rey este sábado.Foto: PIROSCHKA VAN DE WOUW (REUTERS) | Vídeo: EPV
Isabel Ferrer

El cuarto Gobierno consecutivo liderado desde 2010 por Mark Rutte, primer ministro ya dimisionario de Países Bajos, ha durado 543 días. La noche del viernes, las diferencias de enfoque sobre la política de inmigración precipitaron su colapso. Ha sido el fin de una coalición de centroderecha cuyos cimientos no eran sólidos y que había sufrido más de una crisis desde que se constituyó el pasado enero tras 10 meses de negociaciones entre cuatro formaciones. Los partidos se preparan para la inesperada carrera electoral de unos comicios que se celebrarán en noviembre.

Rutte dio un golpe en la mesa al no ver aceptadas sus exigencias para endurecer la política de asilo, un compromiso que había contraído en el último congreso de su partido ―los liberales de derecha (VVD)―, donde prometió reducir este flujo migratorio. Sin embargo, la propuesta de limitar la entrada de familiares de los refugiados de guerra ya acogidos y de hacerles esperar dos años para la reunificación, fue rechazada por dos de sus socios, la Unión Cristiana (CU) y D66, liberales de izquierda. Aunque la ruptura del Ejecutivo ha sido al final consensuada entre todos, ha sorprendido la dureza en un político que ha hecho de la habilidad negociadora y la capacidad de supervivencia política una marca propia. Este sábado, Rutte se ha reunido con el rey Guillermo para comunicarle la caída del Gobierno, una conversación sobre la que no hizo declaraciones: “Son reuniones confidenciales”.

El siguiente paso será un debate sobre la dimisión del Gobierno en el Congreso antes de su disolución, previsto el lunes. Se abrirá entonces una carrera hacia las urnas propicia al ascenso del Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB), un partido que representa el populismo agrario y ostenta ya mayoría en el Senado. Si mantiene el tirón entre los electores, es posible que el Ejecutivo acabe escorado más a la derecha tras décadas en las que el centro ha marcado la estabilidad política holandesa.

El control de la inmigración ha dividido al Ejecutivo holandés durante meses. ¿Qué ha precipitado ahora la ruptura? “Mucha gente esperaba que sucediera algo así en otoño o tal vez durante el invierno. Ahora todo son especulaciones. Rutte estaba obligado a cumplir con las exigencias de su partido y podrá decir que ha ido incluso más lejos. Que no pueden prescindir de él. Pero me sorprende haberle visto postularse tan pronto como candidato”, señala el sociólogo Paul Schnabel. La noche misma del viernes, durante la rueda de prensa posterior a la caída gubernamental, el primer ministro parecía darse un margen al decir que tenía “energía e ideas” para seguir en primera línea, pero que consultaría con su formación.

A la columnista Petra de Koning, que ha escrito una biografía de Rutte ―el mandatario más veterano del país con más de 12 años en el cargo, superado solo por el húngaro Viktor Orbán en la UE―, le parece que la actitud durante las negociaciones sobre la reunificación de las familias de refugiados de guerra “no era el estilo de este político”. “Fue exigente hasta la cabezonería y después cambió de actitud. Su grupo le ha presionado con este tema, y una vez que ha cumplido todo son conjeturas sobre su futuro”, sostiene. En su opinión, no sería extraño que Rutte diese un paso atrás como líder de VVD, “pero con él nunca se sabe”.

A lo largo de un año y medio de legislatura ha habido otros momentos críticos. El pasado febrero, una comisión parlamentaria concluyó que se habían primado los beneficios del yacimiento de gas de Groningen (en el norte del país) sobre la seguridad de la población. La extracción provoca seísmos, y la coalición se mantuvo en pie, en parte, debido a que el cierre del yacimiento está previsto para octubre de este año. Además, las protestas de los granjeros por el recorte de las emisiones de nitrógeno han incendiado el campo. En 2022, hubo marchas masivas de tractores, y la imagen de la bandera holandesa colgada al revés en prados y carreteras ―también en muchos balcones ciudadanos― resultó un símbolo poderoso. Es una herida que sigue abierta en un país con 52.000 explotaciones ganaderas, de las cuales tendrán que cerrar cerca de 11.200, según cálculos del Ministerio de Finanzas. Si bien el Gobierno no se vino abajo, los planes que afectan a la ganadería para reducir emisiones se han retrasado. De esas protestas, precisamente, surgió el partido BBB y su líder, Caroline van der Plas.

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Sobre el papel, para la Unión Cristiana, el más pequeño de los cuatro partidos de la coalición ahora rota, se auguran pocas pérdidas en las elecciones anticipadas. “Tienen solo cinco escaños en el Congreso [del total de 150] y un electorado fiel. Por eso se han hecho fuertes en el aspecto ético del problema del reencuentro familiar de los refugiados”, señala Schnabel. Mientras, los democristianos (CDA), que en el Gobierno sí apoyaron a Rutte, no levantan cabeza y parte de su caladero de votos, que está en el campo, gira hacia el BBB. Tanto ellos como los liberales de izquierda (D66) afrontan posibles retrocesos en las urnas. La que calienta ya motores también es la extrema derecha de Geert Wilders y su Partido para la Libertad (PVV). Hoy es la tercera fuerza en escaños ―tiene 17 y los sondeos le auguran de momento 15―, y este viernes Wilders se mostró dispuesto a trabajar con el VVD de Rutte. “Hay que sobreponerse a los egos”, declaró.

En cuanto al VVD, los sondeos efectuados por Ipsos una semana antes de la caída del Ejecutivo le adjudican 28 diputados (ahora tiene 34 escaños). Para el BBB calculan 23 escaños. Un aumento vertiginoso, ya que ahora solo tiene uno y se convertiría en el segundo partido nacional. “Es posible que Rutte crea que tiene a gran parte del electorado detrás, pero es notorio que la gente suele cansarse de líderes que llevan mucho tiempo en el poder. Piense en la excanciller alemana, Angela Merkel. O en los problemas del presidente francés, Emmanuel Macron”, afirma el experto. Por otro lado, la líder del BBB apoya las restricciones migratorias y ha sugerido un tope anual de 15.000 peticionarios de asilo, pero al mismo tiempo dice que son bienvenidos quienes lo necesiten por razones humanitarias, aunque no deben causar problemas sociales: “Es ambivalente porque no ha tenido que responder a la pregunta de cuántos y cómo. Por ahora”. En 2022, las solicitudes de asilo aumentaron un tercio hasta llegar a 46.000, según la Oficina Central de Estadística. El Gobierno calcula que este año pueden ascender a 70.000.

Durante la campaña electoral que se avecina, Caroline van der Plas impulsará su imagen de mujer holandesa fuerte y con buena oratoria. Contrasta con el aura distante atribuida a Sigrid Kaag, ministra de Finanzas liberal de izquierda (D66), que cambió la diplomacia por la política y no ha decidido su futuro político. “En este contexto, la socialdemocracia y los ecologistas de GroenLinks pueden hacer frente común para intentar atraer al electorado de izquierda”, dice Schnabel. Ya lo han hecho en el Senado, donde su alianza cuenta con 14 escaños (de un total de 75). Solo les supera el BBB, con 16.

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