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Condenado a 29 años de cárcel el principal líder opositor en Guinea Ecuatorial

Gabriel Nsé Obiang fue detenido en septiembre de 2022, tras una violenta operación policial, cuando intentaba presentarse a las elecciones

José Naranjo
Elecciones Guinea Ecuatorial
El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, y su mujer, Constancia Mangue, durante un acto de campaña de las elecciones del 20 de noviembre de 2022.OFICINA INFORMACIÓN Y PRENSA DE GUINEA ECUATORIAL

Un tribunal militar de Guinea Ecuatorial ha condenado a Gabriel Nsé Obiang, principal líder opositor en este país africano, a 29 años y seis meses de cárcel y a una multa de unos 60.000 euros por los delitos de “ejercicio abusivo de derechos fundamentales, insultos a la fuerza armada, posesión ilegal de municiones e injurias a las autoridades militares”, así como por su complicidad en los cargos de “homicidio y lesiones”. El presidente del ilegalizado partido Ciudadanos por la Innovación (CI) había sido detenido en septiembre de 2022 en Malabo en una violenta operación policial contra militantes de su partido cuando pretendían aprobar su candidatura a las elecciones presidenciales.

El mismo tribunal, presidido por el general de división Alejandro Mitogo, también condenó el pasado lunes por delitos similares a una treintena de dirigentes y miembros de CI, entre ellos Bienvenido Ndong, Rubén Nsué y Aniceto Nvé, a penas de entre nueve y 29 años de cárcel. Aunque la prensa y los ciudadanos tenían prohibido asistir al juicio por su carácter militar, la televisión estatal difundió las imágenes de la lectura de la sentencia, en la que se podía ver a los acusados, decenas de militantes de CI, sentados en la sala vestidos con uniformes de presidiario. El fiscal militar había pedido 46 años de cárcel para Gabriel Nsé.

A finales de septiembre de 2022, unos 200 militantes de CI, partido que había sido disuelto por orden judicial en 2018, se habían reunido en la sede de este partido en Malabo, capital ecuatoguineana, para proclamar la candidatura de Gabriel Nsé a los comicios que se celebrarían dos meses más tarde. Ante estos hechos y tras citarle en dos ocasiones, la Fiscalía General del Estado dictó orden de detención contra el líder opositor el 29 de septiembre. Ese mismo día, las fuerzas del orden, que llevaban días rodeando el inmueble, entraron con violencia en la sede del partido para ejecutar el arresto.

Según la versión gubernamental, los militantes se encontraban “secuestrados” por su líder y algunos de ellos ofrecieron resistencia con “armas blancas y de fuego”. La operación policial se saldó con al menos cinco fallecidos ―nueve según la oposición―, decenas de heridos y unos 150 detenidos, entre ellos el propio Nsé. Los militantes de CI fueron trasladados a distintas comisarías donde sufrieron torturas y vejaciones, según denunciaron a través de redes sociales. El 6 de octubre, 119 fueron liberados sin cargos, mientras que los 31 restantes fueron ingresados en prisión a la espera de juicio. Gabriel Nsé Obiang y otros fueron trasladados a la temida cárcel de Black Beach, sobre la que pesan numerosas denuncias de torturas y malos tratos.

“El Estado de derecho está herido de muerte en Guinea Ecuatorial”, asegura Joaquín Elo, coordinador de la plataforma civil Somos+, “la lectura de la sentencia condenatoria de los militantes de CI deja desnudo al régimen, es la radiografía de la ausencia de Estado. Guinea Ecuatorial no es un Estado, mucho menos moderno, acorde a los estándares del siglo XXI. La prueba es la convocatoria de las pasadas elecciones, fuera del marco constitucional, y todo lo que acarreó dicha ilegalidad: detención a disidentes; ataques a las formaciones políticas con resultado de varios muertos que, hasta la fecha, no se sabe cuántos fueron, ni siquiera quiénes fueron”. “Tampoco si han recibido una santa sepultura... es mucho pedir”, añade el activista ciudadano.

Ciudadanos por la Innovación fue el único partido de oposición que obtuvo un escaño en las elecciones legislativas de 2017, mientras que el resto (99) fue a parar al gubernamental Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE). Sin embargo, meses más tarde unos 40 miembros de CI fueron detenidos y condenados por un supuesto intento de golpe de Estado, entre ellos el diputado electo, mientras que el partido fue disuelto por orden judicial. Pese a ello, Gabriel Nsé inició el proceso para presentarse a las elecciones presidenciales de 2022, alegando que la amnistía a todos los presos políticos, promulgada por el Gobierno en 2018, lo habilitaba para ello.

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Finalmente, los comicios de 2022 concluyeron con una aplastante victoria del actual presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, quien obtuvo el 97% de los votos frente a sus dos rivales, el opositor Andrés Esono (2,3%) y Buenaventura Monsuy (0,7%). En los comicios legislativos y municipales celebrados en paralelo, el partido gubernamental y sus aliados obtuvieron el 100% de los escaños del Senado y el Congreso, así como las 588 actas de concejal en liza. Esono, el único rival opositor autorizado, denunció “fraude masivo”. La Unión Europea y Estados Unidos mostraron su preocupación por las irregularidades detectadas, mientras que la Unión Africana avaló todo el proceso.

Teodoro Obiang, de 81 años, llegó al poder mediante un golpe militar contra su tío, Francisco Macías, en agosto de 1979. Tras casi 44 años en el cargo, es el jefe de Estado más longevo del mundo sin contar a las monarquías. Su régimen autoritario se ha caracterizado por un férreo control de todos los resortes económicos y del poder, aplastando el más mínimo atisbo de crítica o disidencia. Organismos internacionales han alertado en numerosas ocasiones de las constantes violaciones contra los derechos humanos, detenciones arbitrarias y atentados contra las libertades en Guinea Ecuatorial. El vicepresidente del Gobierno y posible sucesor de Obiang es su hijo, Teodoro Nguema Obiang Mangue, quien fue condenado a tres años de cárcel en Francia en 2017 por malversación y blanqueo de fondos públicos.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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