Jordán Rodas, opositor de Guatemala exiliado en España: “Las elecciones serán una farsa”
El exprocurador de Derechos Humanos denuncia la corrupción que rodea los comicios de este domingo, colofón de una de las etapas más negras y corruptas del país centroamericano
Guatemala afronta este domingo la primera vuelta de las elecciones presidenciales con la sensación de que la cúpula política y empresarial que maneja el país ha eliminado todo aquello que estorba: candidatos incómodos, jueces díscolos, periodistas independientes... la conclusión es que el 65% de los guatemaltecos desconfían de su democracia y solo el 9% de los ciudadanos piensan que sus derechos políticos están plenamente asegurados, según el Latinobarómetro.
El presidente Alejandro Giammattei (2020-2024) encara la recta final de su mandato tras un frustrante periodo marcado por la pobreza y la corrupción que comenzó con acusaciones de soborno de una minera rusa y termina con el fiscal encargado de aquella investigación exiliado en Estados Unidos. Junto a él, en los últimos cuatro años, al menos 30 periodistas, fiscales y jueces han tenido que salir con lo puesto al exilio y ocho fiscales anticorrupción están encarcelados. El caso más reciente, el del periodista José Rubén Zamora, quien denunció desde las páginas de El Periódico la trama de sobornos de Giammattei, fue condenado a seis años de cárcel por un supuesto delito de lavado de dinero. Jordán Rodas (54 años, Quetzaltenango) fue entre 2017 y 2022 procurador de Derechos Humanos (Defensor del Pueblo). Es otro opositor que paga con su exilio en España, desde donde atiende este miércoles a EL PAÍS, el precio de haberse enfrentado a Giammattei y las élites que lo protegen.
Pregunta. ¿Qué tipo de elecciones habrá este domingo?
Respuesta. Nos enfrentamos a la formalización de un régimen autoritario, sin elecciones libres y la consumación de un fraude electoral donde se han anulado candidaturas de forma arbitraria y se persigue a la prensa independiente. La democracia en Guatemala no existe y aunque se cambie el rostro de quien gobierna, el aparato apuesta por mantener sus privilegios económicos.
P. ¿Quién mueve la mano de un proceso electoral tan viciado?
R. Es una dictadura empresarial que ve el Estado como un botín para seguir aumentando ganancias. La mayoría de los candidatos han sido cómplices de los expresidentes Otto Pérez Molina (actualmente encarcelado), Jimmy Morales o el actual mandatario Alejandro Giammattei. Ellos han mantenido el control del Ejecutivo y del resto de instituciones como el Congreso, la Corte de Justicia, el Tribunal de Cuentas o la Procuraduría de Derechos Humanos, lo que les garantiza impunidad mientras son manipulados por el sector privado organizado en torno al CACIF, la patronal empresarial.
P. ¿Quiénes forman parte de esa estructura empresarial?
R. Hay banqueros, transnacionales, empresas dedicadas a la explotación de recursos naturales…
P. ¿Por qué tuvo que exiliarse?
R. Soy un personaje incómodo para el aparato económico y político porque durante los cinco años que fui procurador de Derechos Humanos actué de forma independiente a la hora de denunciar los abusos. Desde entonces impidieron que me convirtiera en rector de la universidad y después boicotearon mi candidatura presidencial con Thelma Cabrea. Nuestra candidatura aglutinaba todo el descontento y probablemente íbamos a llegar a segunda vuelta y no era difícil que ganáramos la presidencia. Pero después de ver la persecución al fiscal Juan Sandoval, a la jueza Erika Aifán y a tantos jueces y defensores de derechos humanos, tuve que salir del país porque en Guatemala no está garantizada ni mi vida ni mi seguridad.
P. ¿Cómo define a los candidatos a la cabeza de las encuestas: Edmon Mulet, Sandra Torres y Zury Ríos?
R. Mulet es contrario a la CICIG [una comisión de Naciones Unidas para luchar contra la corrupción expulsada del país en 2019] y es un camaleón político ante el que hay que desconfiar. Le acompañan serias sospechas de compraventa de niños durante el conflicto armado y se ha rodeado de la gente de Jimmy Morales. A Sandra Torres se le atribuye haber cogobernado con su marido Álvaro Colom y su vicepresidente es un pastor evangélico, algo que prohíbe la constitución por ser un ministro de culto. Y Zury Ríos es hija del genocida Efraín Ríos Montt, que, según la Constitución, tiene prohibido presentarse a las elecciones precisamente por ser hija de un personaje funesto con un papel importante dentro del ejército durante la guerra.
P. La Corte de Justicia permitió la candidatura de Zury Ríos.
R. La Constitución lo prohíbe y hace cuatro años esa corte vetó su inscripción. Pero después hubo un cambio en la composición con la entrada de gente como Molina Barreto, que en las anteriores elecciones iba a ser su vicepresidente, o de Luis Rosales, que fue abogado de su padre durante el juicio sobre el genocidio, y cambió de postura.
P. El distanciamiento de la población con las elecciones es total. De los más de cuatro millones y medio de jóvenes censados, solo la mitad se ha registrado para ejercer el voto.
R. Es un reflejo de la decepción con el sistema y la sensación de que vivimos una farsa electoral que se pone a funcionar cada cuatro años. Los partidos han dejado de ser interlocutores entre el Estado y los ciudadanos para convertirse en empresas de colocación y lucrarse con las obras públicas. Paralelamente, hay una gran desconfianza con el árbitro electoral que estará supervisado por un tribunal electoral de escasa credibilidad.
P. ¿A qué hay que estar atentos el domingo?
R. Parte del fraude puede llegar en el conteo de votos. No hay que descartar el fraude digital para apoyar al partido oficial, Vamos, de Manuel Conde, que no levanta en las encuestas.
P. ¿Qué queda de la primavera guatemalteca, el movimiento de protestas que en 2015 acabó con la presidencia del general Otto Pérez Molina, que tantas ilusiones despertó?
R. Queda la esperanza de que nos merecemos instituciones limpias y que necesitamos el apoyo de la comunidad internacional para no legitimar unos comicios fraudulentos.
P. ¿Qué le parece el encarcelamiento del periodista José Rubén Zamora?
R. El mensaje a Zamora por investigar la corrupción ha sido muy contundente. Si esto le ha pasado a él, ¿qué no le puede pasar a los demás? Muchos periodistas están en el exilio y la conclusión es la autocensura. Calculo que unas 100 personas han tenido que ir al exilio. Por eso es tan débil la democracia.
P. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional?
R. Homologar sanciones entre Estados Unidos y Europa, al igual que articulan sanciones a Rusia. Es inconcebible que personas que tienen prohibida la entrada a Estados Unidos puedan llegar tranquilamente a Bruselas o Madrid. Tampoco se deberían descartar sanciones económicas a empresas que dan oxígeno a regímenes pocos democráticos. Porque la estrategia para terminar con la CICIG, criminalizar fiscales, cerrar periódicos y enviar al exilio a jueces imparciales ha sido financiada por el sector privado.
P. ¿A qué temen las élites políticas y empresariales?
R. Temen que haya una justicia independiente. Una justicia que un día brilló gracias a la CICIG y que nos permitió ver que no hay nadie por encima de la ley. Todo eso se han convertido en un bumerán que vuelve y opera contra todos aquellos que la apoyamos en su día. Y los guatemaltecos sabemos de lo que son capaces.
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