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La mala calidad de la gasolina en Venezuela deja un reguero de carros incendiados

Las fallas en PDVSA, hundida hace semanas en un escándalo de corrupción, complican la cotidianidad con largas filas en las gasolineras y vehículos que se averían por problemas con el combustible

PDVSA
A state oil company PDVSA logo at a gas station in Caracas.IVAN ALVARADO (REUTERS)
Florantonia Singer

Un humorista de TikTok ha hecho un episodio en sus redes sociales en el que interpreta a una pila de la gasolina y sus vicisitudes, como se le dice comúnmente a la batería de la bomba que lleva el combustible al motor de un carro. Es un chiste que acumula miles de likes, pero se ha vuelto un tema de conversación en los últimos días en Venezuela. En los últimos meses, los problemas por la mala calidad del combustible que se produce en una PDVSA a media máquina se han agudizado. Los videos de carros incendiados, las entrevistas a mecánicos de autos que hablan de una epidemia de pilas de gasolina averiadas se han multiplicado, a la par que la petrolera estatal se hunde en denuncias sobre corrupción que han llevado al propio Gobierno a lanzarse con una purga en sus propias entrañas.

Al menos 26 vehículos se han incendiado en Zulia —Estado petrolero del occidente del Venezuela— en lo que va de año, según los bomberos de esa entidad, y esta semana le tocó el turno a uno de la organización internacional Cáritas que distribuye ayuda humanitaria. También se han reportado casos en el oriente del país y en Caracas. Esto ocurre mientras nuevamente la escasez vuelve a producir kilométricas filas en las estaciones de llenado. Se habla de que la gasolina está sucia, de que el octanaje no es el correcto, de que está fuera de fórmula, que tiene mucho azufre.

PDVSA, para intentar bajarle la llama a las preocupaciones de los conductores, difundió esta semana un video en el que unos funcionarios dan a oler a ciudadanos en la ciudad de Maracaibo combustible extraído de un camión cisterna y puesto en una botella plástica para almacenar agua, reciclada para el experimento callejero. Así intentan verificar la calidad de la gasolina. La estrategia ha sido incendiaria y ha desatado memes y burlas sobre “los sommeliers de la gasolina”. La petrolera también ha señalado en un reportaje en su canal de televisión oficial que el problema con los carros incendiados se debe a fugas en los tanques, el uso de repuestos defectuosos en los vehículos y a una manipulación incorrecta al momento de la recarga de combustible. Lo de la mala calidad, según el Gobierno, es una “matriz de opinión”.

Oswaldo Rivas es mecánico hace 20 años y se impresiona por el estado de los pistones de los vehículos que recibe en su taller. “La gasolina está causando mucho pistoneo y eso a la larga daña el motor”, dice el técnico especializado en autos europeos. “Hay una epidemia de bombas de gasolina malas. Se queman, las cambias y se dañan otra vez y cuesta encender los carros a primera hora del día. Los filtros de gasolina los cambias y al mes están como si nunca los hubieses cambiado. De ahí sale agua y barro”. A quien se le pregunte puede haber cambiado la batería de la bomba al menos dos veces en el último año.

También es una anécdota común que el medidor del tanque de combustible falle e indique que hay más o menos gasolina de la que en realidad tiene el tanque. Se ha masificado en las gasolineras la venta de aditivos y carburantes de distintos tipos e incluso galones de combustible importado como etanol para aumentarle el octanaje. Oswaldo, por ejemplo, le agrega a su propio auto uno para carros de carrera: “Prefiero gastar en eso y cuidar mi motor”.

En la Venezuela petrolera, la gasolina atraviesa la cotidianidad. Desde los tiempos en que era el extraño país donde la gasolina era regalada y se pagaba con caramelos porque no había moneda para cancelarla; en el que era tabú aumentar su precio por la memoria del estallido social del Caracazo de 1989; hasta estos días en los que la mayor parte de los venezolanos paga medio centavo de dólar por litro, pierde horas en fila para cargarlo y la gente vive con la incertidumbre de si su vehículo será el próximo en incendiarse. En algunos Estados, además, se han reactivado los racionamientos de combustible y cronogramas de distribución por número de placa del vehículo.

PDVSA atraviesa una larga crisis que comenzó mucho antes de que el país quedara completamente paralizado al comienzo de la pandemia por falta de combustible. Años de malos manejos y corrupción llevaron al colapso a la industria, que además atraviesa el cerco de las sanciones impuestas por Estados Unidos que ha complicado la comercialización del crudo desde 2019.

El Gobierno de Nicolás Maduro acudió al auxilio de Irán para sortear la crisis. Entre 2020 y 2021 se recibieron barcos de combustible y técnicos para reparar las refinerías y aumentar la producción petrolera que alcanzó sus mínimos históricos esos años. Poco ha podido levantar la industria petrolera que no logra llegar siquiera al millón de barriles de crudo diario y le ha tomado casi dos años subir de poco menos de 400.000 a 700.000 barriles diarios, que es lo que produce actualmente.

“La gasolina que estamos produciendo está fuera de especificación”, dice Iván Freites, secretario general del sindicato de profesionales y técnicos de la Federación de Trabajadores de Petroleros, que se fue al exilio hace dos años al ser perseguido por sus denuncias. “La gasolina que se está produciendo en la planta catalítica no pasa de 82 octanos y tiene un alto contenido de azufre. La soda que arrastra en la catálisis y la alta volatilidad provoca una alta presión en el sistema de combustión y hace que se inflame. De allí el daño en bombas y los incendios de vehículos”, explica el dirigente.

Además, agrega Freites, se le están añadiendo naftas y olefinas y no los componentes extra que debería llevar la fórmula. Recientemente, las refinerías de Amuay y Cardón y las plantas reformadoras del combustible han tenido fallas. “La mala calidad de gasolina es también por malas operaciones y el empleo de personal no calificado”. Freites asegura que a esto se suma que los sedimentos acumulados en los tanques de almacenamiento, al agotarse los inventarios, están removiéndose e integrándose a la gasolina que se distribuye.

Freites calcula que el país produce actualmente unos 80.000 barriles diarios de combustible, aunque la demanda interna supera los 110.000 barriles. Pese a que en la industria petrolera se ha reducido a un 20% de la capacidad que tenía hace una década, los convenios de suministro con descuento a los aliados del chavismo se mantienen y gran parte de la producción de combustible se suministra a Cuba y, según Freites, todavía alimenta a las mafias contrabandistas.

Por ello, la crisis con los carros incendiados en Venezuela tiene su expresión en el país caribeño, con una enorme escasez que ha obligado a Miguel Díaz Canel a suspender los actos conmemorativos del Día del Trabajador del próximo lunes, una efeméride estelar para la revolución. “Países que tienen con nosotros determinados compromisos para suministrarnos, a partir de los convenios que tenemos, han estado en una situación energética compleja y no pueden cumplir esos compromisos”, dijo hace unos días el mandatario cubano.

El calvario que viven los venezolanos con la gasolina es una cara de los efectos de la corrupción en la petrolera estatal que llevó al ministro de Petróleo y peso pesado del chavismo, Tareck El Aissami, a prácticamente desaparecer, y al Gobierno chavista a terminar de revelar la oscura trama. En la llamada operación Caiga quien caiga, según el último balance del fiscal general Tarek William Saab, las autoridades de Venezuela han incautado más de mil bienes, entre edificios, mansiones, yates, avionetas y vehículos de lujo, y detenido a 80 funcionarios de PDVSA en 172 redadas. Uno de ellos murió en prisión la semana pasada, supuestamente por suicidio.

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