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El Gobierno británico eleva el nivel de alerta antiterrorista en Irlanda del Norte

El servicio de seguridad interior, el MI5, ha detectado una mayor actividad entre los grupos disidentes del republicanismo

irlanda norte alerta antiterrorista
Agentes de la policía de Irlanda del Norte (PSNI) investigan el 23 de febrero en Omagh el intento de asesinato del agente John CaldwellLORRAINE O'SULLIVAN (REUTERS)
Rafa de Miguel

Los servicios de seguridad del Reino Unido han detectado movimientos y actividad entre los grupos disidentes del republicanismo norirlandés lo suficientemente preocupantes como para elever el nivel de alerta antiterrorista. Ha subido de importante (substantial) a grave (severe). En términos prácticos, el cambio de terminología implica que la posibilidad de un atentado es altamente probable. El incremento del nivel de alerta supone también la petición a la ciudadanía de que incremente su nivel habitual de vigilancia. La decisión se adopta apenas dos semanas antes de que se cumpla el 25º aniversario del Acuerdo de Viernes Santo, que llevó la paz a una región atormentada por décadas de violencia sectaria.

“Un pequeño grupo de personas sigue decidido a causar daño en nuestras comunidades a través de actos violentos de motivación política”, ha escrito a la Cámara de los Comunes el ministro para Irlanda del Norte, Chris Heaton-Harris, para explicar su decisión. “En los últimos 25 años, Irlanda del Norte se ha transformado en una sociedad pacífica. El Acuerdo de Viernes Santo (o Acuerdo de Belfast) ha demostrado cómo una política democrática y pacífica mejora la sociedad”, ha escrito el responsable gubernamental para todo lo referente a ese territorio británico. “En los últimos meses, hemos detectado un incremento en los niveles de actividad relacionada con el terrorismo en Irlanda del Norte, que ha elegido como objetivo agentes de policía que prestaban servicio a la comunidad, y que ha puesto en riesgo las vidas de niños y de otros miembros de la ciudadanía”, detalla el comunicado del ministro.

El pasado 23 de febrero, la policía de Irlanda del Norte (PSNI, en sus siglas oficiales en inglés) señaló a grupos disidentes republicanos, y en concreto al llamado Nuevo IRA, como responsables del intento de asesinato perpetrado contra el agente John Caldwell en la localidad de Omagh, cuando se encontraba fuera de servicio.

Caldwell, gran aficionado al fútbol, había estado durante toda la tarde entrenando a chavales en un centro deportivo que suele registrar a diario gran actividad y al que acude un elevado número de personas. En el momento del tiroteo, poco antes de las 20.00 (21.00, en horario peninsular español), todavía había en las instalaciones bastantes padres y niños. El agente estaba guardando varias pelotas en el maletero del coche, acompañado de su hijo, cuando dos enmascarados comenzaron a dispararle. Hasta la fecha, han sido detenidas 11 personas en relación con ese atentado. Aunque al menos cuatro de ellas proceden de la comunidad protestante, la PSNI sigue centrando su investigación en el Nuevo IRA.

Aniversario del acuerdo de paz

El próximo 10 de abril se cumplen 25 años de la firma del Acuerdo de Viernes Santo, pero las instituciones autónomas de gobierno que surgieron de aquel pacto siguen hoy paralizadas. La principal formación protestante, el Partido Democrático Unionista (DUP, en sus siglas en inglés), ha bloqueado la formación de un nuevo Parlamento y de un nuevo Ejecutivo en protesta por el llamado Protocolo de Irlanda. Los unionistas han denunciado como una traición de Londres el acuerdo que cerraron el Reino Unido y la UE para definir el encaje de Irlanda del Norte en la era pos-Brexit. El pacto implicaba retener este territorio británico en el mercado interior y el espacio aduanero de la UE, y crear nuevos controles de mercancías entre las dos islas.

La tensión desatada, sobre todo en la comunidad unionista, con un resurgir de episodios de violencia callejera, llevó al Gobierno británico conservador a poner en cuestión el protocolo e incluso comenzar los trámites de una ley que suponía la anulación unilateral de gran parte de sus disposiciones. La respuesta de Bruselas fue iniciar un proceso sancionador, contemplado en el propio tratado. Han sido dos años de conflicto que a punto ha estado de provocar una guerra comercial entre los dos bloques.

El pasado mes, el primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sellaron el llamado Acuerdo Marco de Windsor, en esa localidad inglesa, con el que se pretendió dar una solución definitiva a todos los problemas de fricción aduanera y costes excesivos que la situación creada por el Brexit había supuesto para el comercio entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Incluso se ideó un mecanismo para dar voz a los parlamentarios autonómicos norirlandeses en la aprobación de nueva legislación comunitaria que fuera de aplicación en ese territorio.

Aun así, el DUP votó en contra del acuerdo cuando arrancó sus trámites en la Cámara de los Comunes, y mantiene bloqueadas las instituciones autonómicas. En mayo de 2022, el Sinn Féin, durante décadas el brazo político de la organización terrorista del IRA, obtuvo una victoria histórica en las elecciones norirlandesas. De acuerdo con lo estipulado en el Acuerdo de Viernes Santo, correspondía a su candidata, Michele O’Neill, ocupar la plaza de ministra principal. El puesto de viceministro principal sería para el DUP. De momento, todo se mantiene paralizado.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de ascendencia irlandesa, ha seguido muy de cerca la evolución del conflicto en torno al Protocolo de Irlanda, y ha intercedido en varias ocasiones para reclamar una solución. A principios de marzo, anunció su intención de visitar Irlanda del Norte con motivo del 25º aniversario de la firma de la paz. La inestabilidad institucional, y la nueva alerta antiterrorista anunciada por Londres, añaden más incertidumbre a una visita a la que aún no se había fijado fecha.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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