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El yihadista que mató a ocho personas en Nueva York en 2017 se libra de la pena de muerte pero morirá en la cárcel

El Estado no aplica la pena capital y no ha ejecutado a nadie desde 1963, pero el juicio de Saipov se ha celebrado en un tribunal federal, donde sí era una opción

María Antonia Sánchez-Vallejo
El camión con que Sayfullo Saipov perpetró el atentado el 1 de noviembre de 2017 en Nueva York.
El camión con que Sayfullo Saipov perpetró el atentado el 1 de noviembre de 2017 en Nueva York.Mark Lennihan (AP)

Sayfullo Saipov, el lobo solitario que inspirado por el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas) mató a ocho personas en un carril bici de Nueva York en 2017, se ha librado de la pena de muerte gracias a la falta de acuerdo de los miembros de un jurado federal sobre la sentencia que había de imponérsele. Enfrentado a dicha posibilidad por la gravedad del atentado que perpetró, Saipov, un uzbeko de 35 años, se ha beneficiado del hecho de que para dictar la pena capital la decisión del jurado debía alcanzarse por unanimidad.

Tras meses de deliberaciones y después de escuchar a más de 20 testigos, entre heridos que sobrevivieron al ataque y familiares de las ocho víctimas (cinco amigos de Argentina, una mujer belga y dos estadounidenses), el juez deberá dictar la sentencia, que será de cadena perpetua sin libertad condicional. Está previsto que Saipov la cumpla en la cárcel de máxima seguridad de Colorado, la prisión federal más segura de EE UU.

El ciudadano uzbeko, que viajó solo a EE UU, fue declarado culpable en enero. Al volante de un camión, Saipov aceleró a la entrada de un carril bici que discurre paralelo al río Hudson, especialmente concurrido aquella soleada mañana del día de Halloween de 2017. Su objetivo era demostrar su adhesión al ISIS para ser admitido como combatiente, una lealtad que, cinco años después, aún mantiene. “El acusado sigue comprometido con la yihad [guerra santa], el ISIS y la violencia”, constató la semana pasada la fiscal federal Amanda Houle en sus conclusiones, mientras calificaba al terrorista de “orgulloso, desafiante y carente de arrepentimiento”.

Saipov es el primer reo que se enfrenta a un juicio federal con pena de muerte durante la Administración del presidente Joe Biden, que durante la campaña electoral prometió abolir esta práctica, al contrario que su predecesor en la Casa Blanca, Donald Trump, quien en el tramo final de su mandato incrementó el ritmo de ejecuciones. “No tiene remordimientos y las pruebas demuestran que es peligroso incluso en prisión”, declaró en febrero sobre Saipov la fiscal Houle. “Estados Unidos solicita la pena más severa que prevé la ley: la condena a muerte”, dijo, una sentencia inédita en el Estado desde hace seis décadas.

Los 12 miembros del jurado coincidieron en factores agravantes que habrían favorecido la pena capital, como el hecho de que planeara el ataque y lo llevara a cabo en nombre del ISIS. Pero el veredicto final, leído este lunes por el juez federal de distrito Vernon Broderick en el tribunal federal de Manhattan, subraya que no lograron ponerse de acuerdo acerca de factores atenuantes, como su red familiar o la promesa de arrepentimiento que encierra potencialmente un encierro de por vida.

Los testimonios oídos durante el proceso abundan en el riesgo que presenta el acusado. Dos funcionarias de la Oficina Federal de Prisiones describieron el beligerante comportamiento de Saipov entre rejas en los dos recintos penitenciarios de Nueva York donde ha estado recluido. “Sigue amenazando con eliminar a personas en prisión, amenazando con degollar a funcionarios de prisiones”, dijo una de ellas ante el tribunal. Su compañera presenció como Saipov aporreaba con violencia la puerta y la ventana de su celda, al grito de “Voy a cortar cabezas”. “Si este hombre hubiera roto la ventana, no sé qué habría sido capaz de hacer”, declaró.

Entre los testimonios de la defensa destacó el de otro preso yihadista, Khalfan Khamis Mohamed, también recluido en la cárcel de Colorado y que declaró por videoconferencia a preguntas acerca de las condiciones de vida en ese recinto. Mohamed y otro cómplice, declarados culpables de los atentados sincronizados contra dos embajadas de EE UU en África en los que murieron 224 personas en 1998, fueron los dos últimos acusados que se enfrentaron a una posible pena de muerte en un tribunal federal de Manhattan. Pese a considerarse probado que Mohamed ayudó a preparar la bomba que explotó en la legación de Tanzania, un jurado rechazó en 2001 condenarle a muerte.

Nueva York no aplica la pena capital y no ha ejecutado a nadie desde 1963, pero el juicio de Saipov se ha celebrado en un tribunal federal, donde la pena de muerte sigue siendo una opción. La última vez que se ejecutó a una persona por un delito federal en Nueva York fue en 1954. Tras la llegada de Biden a la presidencia, su fiscal general, Merrick Garland, anunció una moratoria de las ejecuciones federales, aunque ha permitido a los fiscales seguir abogando por la pena capital en casos heredados de Administraciones anteriores. En otro proceso similar, con amplia repercusión mediática, el Supremo restableció hace un año la pena de muerte para el terrorista que atentó en 2013 en la maratón de Boston, el también yihadista Dzhokhar Tsarnaev, desestimando la moratoria federal.

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