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Meloni se enreda con el naufragio de Calabria

La primera ministra decide ahora celebrar un consejo de ministros en el lugar de la tragedia tras no haberlo visitado desde que se hundió el barco en el que murieron al menos 70 personas hace una semana

Crotona
Familiares lloran junto a uno de los féretros de fallecidos en el naufragio de un barco cargado de migrantes, en el polideportivo de Crotona, el pasado 1 de marzo.GIUSEPPE PIPITA (AP)
Daniel Verdú

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, todavía no ha viajado a Cutro, la localidad afectada por el naufragio que costó la vida la semana pasada al menos a 70 migrantes. El mar sigue devolviendo los cuerpos de las víctimas a una playa italiana ―se cree que el número de desaparecidos puede superar todavía los 20― y los cadáveres recuperados han permanecido en ataúdes en el Palacio de Deportes de la cercana Crotona. Pero ningún miembro de su Ejecutivo ha estado presente en la improvisada capilla ardiente. Solo el ministro del Interior, Matteo Piantedosi, se desplazó a Calabria el domingo de la tragedia. Y en sus declaraciones, fundamentalmente, responsabilizó a los migrantes de su propia muerte. Meloni, que se marchó de viaje a Arabia Saudí y la India, se ve señalada estos días por haber ignorado el suceso con su ausencia. Así que de forma improvisada anunció desde Abu Dabi que celebrará un consejo de ministros en Cutro el jueves. El Ejecutivo confirmó la noticia este lunes.

La sensación en Crotona, donde durante toda la semana solo tuvieron la visita del presidente de la República como representante del Estado, ha sido la de un abandono institucional completo. El alcalde de la localidad, Vincenzo Voce, lo expresó claramente en una carta abierta dirigida a la propia Meloni este pasado fin de semana: “Ha faltado el Gobierno, ha faltado usted. Hemos esperado una semana, la comunidad crotonesa, golpeada por un enorme dolor, ha estado esperando su mensaje, su llamada telefónica, su guiño. Durante esta semana, los habitantes de Crotona se han mostrado apesadumbrados por las víctimas de una terrible tragedia”, escribe Voce. “Si no siente que puede aportar su cercanía como primera ministra, venga a Crotona y tráigala como madre”.

El entorno de Meloni justifica su ausencia debido al viaje que debía realizar durante toda la semana. Pero más allá de que tenía tiempo de desplazarse a Calabria antes de partir, tampoco mandó a ningún representante de su Ejecutivo. La situación se agravó con los días, además, al quedar cada vez más claro que los migrantes murieron sin que nadie hiciese lo suficiente para rescatarles: ni las condiciones del mar, ni el tiempo transcurrido desde el primer avistamiento hasta el naufragio (seis horas) eran un impedimento. Meloni, de nuevo a la defensiva, rebatió las acusaciones de negligencia en el rescate. “La situación es simple en su dramatismo: no ha habido indicaciones de emergencia por parte de Frontex [agencia europea de fronteras]. Además, la ruta no está cubierta por ONG y, por tanto, no tiene nada que ver con las políticas gubernamentales”, alegó.

El naufragio, investigado por la Fiscalía de Crotona y por la de Roma, se produjo en la madrugada del pasado domingo cuando la barcaza en la que habían zarpado desde Turquía unos 180 migrantes, según los supervivientes, se hundió a 150 metros de la costa. El avión de Frontex había avisado a las 22.23 (casi seis horas antes) de la presencia de la embarcación, pero las autoridades italianas aseguran que no se especificó el riesgo que entrañaba aquella nave cargada con casi 200 personas a 40 millas de la costa y navegando contra el mar que levantaba un viento de fuerza cuatro (hasta 25 kilómetros por hora).

La investigación continúa. Y unos nuevos audios señalan a los traficantes que organizaron el viaje. Uno de los supervivientes mandó un mensaje por WhatsApp a su padre pocos minutos antes del naufragio. “Papá, estoy llegando ya. Puedes ingresar el resto del dinero. Todo va bien”, le dijo una de las víctimas a su padre. Las cantidades que supuestamente pagaron los migrantes van de los 6.000 a los 10.000 euros por pasajero.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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