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Rishi Sunak se niega a negociar con el personal de la sanidad pública pese a la oleada de huelgas

Más de 100.000 enfermeras secundan un paro de 12 horas para pedir mejoras salariales. El Gobierno pide a los ciudadanos que eviten las actividades de riesgo ante la huelga de ambulancias de este miércoles

Soldados destinados a conducir ambulancias durante la huelga de este miércoles realizan en Londes los últimos ensayos
Soldados destinados a conducir ambulancias durante la huelga de este miércoles realizan en Londes los últimos ensayosDPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)
Rafa de Miguel

Detrás del escudo que proporcionan razones en apariencia técnicas y neutrales, el Gobierno conservador de Rishi Sunak ha decidido entablar una larga batalla —en gran parte ideológica— contra los sindicatos, y contra el personal del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés). Más de 100.000 enfermeras y enfermeros han vuelto a realizar este martes un paro de 12 horas. Y al día siguiente, este miércoles, se pondrá en huelga el personal de ambulancia —unos 10.000 operarios—, con el compromiso mínimo de atender únicamente las llamadas de vida o muerte. El primer ministro es consciente de que tiene por delante largos meses plagados de huelgas, pero rechaza las peticiones, algunas procedentes de diputados de su partido preocupados por una opinión pública cada vez más en su contra, de arremangarse y comenzar a negociar en serio con los huelguistas. La dirección de gestión del NHS también ha reclamado al Gobierno que se siente a hablar, y ha desatado la alarma al asegurar que no está en condiciones de garantizar la seguridad de los pacientes. “Nunca queremos alarmar a las personas, pero hemos llegado ya a un nivel en el que resulta necesario decir públicamente que ya no podemos evitar determinados riesgos a medida que estas huelgas se desarrollan”, ha dicho a la BBC Matthew Taylor, el director ejecutivo de la Confederación NHS, que agrupa a los centros de salud independientes que forman la red pública de asistencia sanitaria.

“Nuestra puerta está siempre abierta a hablar, y queremos ser constructivos a la hora de abordar el futuro. Pero lo que quiero ver, sobre todo, es un NHS capaz de reducir los atascos y listas de espera [de pacientes], y mejorar así la calidad de la atención ofrecida a los pacientes”, dejaba claro Sunak este martes en su comparecencia ante los presidentes de las principales comisiones parlamentarias. “El mejor modo de ayudarles [a los trabajadores del NHS] y de ayudar a todos los ciudadanos es que controlemos y reduzcamos la inflación lo más rápidamente posible. Debemos asegurarnos de que las decisones que adoptemos no empeoran las cosas”, ha añadido el primer ministro británico.

Sunak y sus ministros se aferran a las recomendaciones de los Organismos de Revisión Salarial (Pay Review Bodies, como se les conoce en el término original), un grupo de expertos independientes adscritos a los distintos departamentos públicos, que analizan cada año la situación salarial del sector y realizan al Gobierno sus recomendaciones para el ejercicio presupuestario. Para el periodo 2022-2023, el organismo que supervisa la sanidad pública recomendó una subida salarial neta de unos 1.600 euros al año por trabajador. Muy lejos de la subida del 19,2% que exige el Real Cuerpo de Enfermería, o del objetivo perseguido por los conductores de ambulancia de aumentar su retribución por encima de la inflación actual (10,7%). Y lo cierto, como bien sabe el Gobierno, es que las recomendaciones de los expertos no son vinculantes. De hecho, en años anteriores de inflación casi inexistente, Downing Street rechazó las subidas propuestas por los distintos organismos.

“Las peticiones del Real Colegio de Enfermería son inasumibles durante los tiempos tan complicados que vivimos, y sustraerían dinero de otros servicios [sanitarios] de primera línea que todavía se están recuperando del impacto de la pandemia”, ha advertido el ministro de Sanidad, Steve Barclay, que solo admite dialogar sobre aspectos relacionados con la seguridad de los pacientes y los servicios mínimos.

Según cifras calculadas por el propio NHS, hay en todo el país cerca de 47.000 plazas vacantes de enfermería. Los bajos sueldos, la espantada de trabajadores de la UE que provocó una pandemia devastadora que los llevó al límite de sus fuerzas, junto a un Brexit que impidió la llegada al Reino Unido de nuevas incorporaciones, y la demanda de servicio en aumento de una población envejecida ha puesto al límite a la sanidad pública británica. Sunak está obsesionado con reducir la inflación, pero el problema que enfrenta a largo plazo es un NHS completamente saturado e incapaz de prestar servicio.

Ambulancias y ejército

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El ministro Barclay ha desatado este martes la cólera de los sindicatos al convocar una reunión de última hora antes de que comience el primero de los dos paros —21 y 28 de diciembre— convocados por los operarios de ambulancias. “Estoy muy preocupado porque algunos representantes sindicales aún no han sido capaces de asegurar que sus departamentos cubrirán todas las llamadas de emergencia”. Los representantes de los trabajadores han acusado al ministro de crear “una cortina de humo” con las dudas sobre los servicios mínimos, para camuflar su falta de voluntad negociadora. “Unison [la central sindical] ha mostrado una responsabilidad increíble en el modo de abordar este conflicto. Hemos restringido notablemente el alcance de la huelga de ambulancias, con un límite de 12 horas. Hay un claro margen para una escalada”, ha advertido Sara Gorton, la representante de sanidad pública del sindicato.

Al nerviosismo transmitido a la población ha contribuido también la recomendación del Gobierno a los ciudadanos de que “eviten este miércoles realizar actividades peligrosas”, según señalaba a la BBC el propio secretario de Estado de Sanidad, Will Quince. La dirección de gestión del NHS ha llegado a pedir a los británicos que “se abstengan de beber alcohol en las fiestas navideñas” programadas para las próximas horas, ante la posibilidad más que cierta de que no haya servicio de ambulancia para atender accidentes relacionados con una posible borrachera.

El Gobierno ha entrenado durante las últimas semanas a cerca de 600 militares, procedentes de los tres ejércitos, para conducir las ambulancias en las zonas con más nivel de llamadas de emergencia. En principio, las órdenes estrictas impiden que este refuerzo extraordinario atienda llamadas de vida o muerte. Serán salidas de no emergencia, relacionadas con el traslado de pacientes que necesitan acudir al centro donde reciben tratamientos rutinarios.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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