Elly Schlein, la bala de plata de la izquierda italiana
Feminista, contra el neoliberalismo y hábil comunicadora, la joven suiza se presenta a las primarias del Partido Democrático con una agenda disruptiva que no convence a la vieja guardia, pero que podría ser la única posibilidad de refundar el partido
El Partido Democrático italiano, principal motor de la socialdemocracia italiana, está desesperado por encontrar un líder que lo saque de la ciénaga en la que lleva metido desde que Matteo Renzi abandonó por primera vez su secretaría general en 2017. Tanto, podrían pensar algunos, que está a punto de encomendarse a una mujer que no nació en Italia y que ni siquiera tiene el carné de la formación. Pero esa es parte de la gracia. Elly Schlein es un meteorito nacido del signo de estos tiempos. La política (37 años) saltó a la fama a través del canal en que lo hacen los políticos que han pintado algo en Italia en los últimos años, los que son capaces de ganar elecciones. Las redes sociales impulsaron un vídeo compartido 4,5 millones de veces donde la Elly Schlein de hace tres años desnudaba al Matteo Salvini de entonces en el tema de la inmigración. Duraba dos minutos y 11 segundos. Ella se acerca al líder de la Liga a la salida de una rueda de prensa en la región italiana de Emilia Romaña. Y le hace una pregunta:
—Matteo, ¿te acuerdas de mí? Soy una vieja colega del Europarlamento. Quería hacerte una pregunta, porque hace algún tiempo que te lo pregunto y no me respondes nunca.
—Elly... dime— responde temiéndose ya lo peor.
—¿Por qué no habéis venido nunca a las 22 reuniones sobre la reforma del reglamento de Dublín? ¿Sabes que es la reforma más importante para Italia sobre inmigración?
—Espera un segundo, amiga mía…— responde Salvini mientras saca el móvil y se pone a consultarlo como si algo urgente le reclamase, esperando en realidad a que pase algo entretanto que le aleje de la incómoda pregunta. Un seguidor, un autógrafo, un selfi, alguien de seguridad… Siempre sucede. Nadie acude al rescate esta vez.
Salvini tuvo que irse mascullando excusas. Ella se convirtió en una heroína en las redes y en la candidata más votada de las pasadas elecciones en Emilia Romaña. Al final alguien le daba a probar su propia medicina. Pero casi tres años después, quiere más. Y ahora será candidata a las primarias del Partido Democrático con una agenda disruptiva, algo exagerada y gesticulada. Quizá demasiado para una gran parte del partido, que se inclina por elegir al que fue su compañero de candidatura en Emilia Romaña y actual presidente de esa región, Stefano Bonaccini. Un perfil con más experiencia y solvencia, pero menos pop.
Los sondeos, de hecho, apuestan por él. La última encuesta realizada por Nando Pagnoncelli, encargado del aparato demoscópico del Corriere della Sera, dice que el 25% de los ciudadanos se inclina por Bonaccini, mientras solo un 12% lo hace por ella (un 6% apuesta por Paola de Micheli, la tercera candidata a las primarias). El problema para el partido es que un 22% cree que “sería mejor si se presentase cualquier otro candidato” y el 35% ni siquiera opina. Entre los votantes del PD, la diferencia entre ambos es todavía más pronunciada. Pero las primarias de los socialdemócratas se desarrollan a través de una votación abierta a todos los ciudadanos, algo que mantiene el optimismo de su candidatura.
Elly Schlein (Lugano, 37 años) es hija de este tiempo político. Mujer, bisexual —según explicó ella misma—, feminista, antiliberal y hábil comunicadora. Además, es rápida y sabe moverse en el barro del populismo. Y eso es lo que busca el Partido Democrático italiano, en plena descomposición y al borde del colapso tras una fallida estrategia en las últimas elecciones. Enrico Letta, el actual secretario, se marcha. Y toca elegir entre una línea más o menos del establishment (poder) del partido como Bonaccini o apostar por el cambio total. “Si gana, significaría que el partido vuelve a ser de izquierda”, dice con sarcasmo su portavoz. La apuesta de Schlein, vista por algunos como una suerte de Alexandria Ocasio-Cortez transalpina —no se sabe si eso suma o resta hoy—, sería un agresivo volantazo. Para algunos, una temeridad en un país todavía muy conservador como Italia. Pero quizás el único movimiento que puede salvar a un partido a la deriva y que pierde apoyos en cada nueva encuesta que se publica.
Schlein nació en Lugano (Suiza) en 1985. Hija de profesores universitarios, madre italiana y padre estadounidense, se mudó a los 18 años a estudiar Derecho a Bolonia y pasó a ser “hija adoptiva” de la región. Hizo de voluntaria en las dos campañas electorales de Obama y, cuando volvió en 2012, participó en la campaña electoral de Italia Bene Comune, la alianza progresista que puso en pie Pier Luigi Bersani del Partido Demócrata (PD) en 2013 y que no logró los votos suficientes para gobernar. Montó un buen lío con un movimiento al que llamó Occupy PD para tratar de evitar el Gobierno que iban a hacer con Berlusconi. Fue antes de ser elegida europarlamentaria —con 54.000 votos—, abandonar el PD y cofundar luego Possibile, un partido con exdirigentes del PD que buscaba ser una suerte de Podemos a la italiana del que también terminó marchándose.
La partida se decidirá en marzo y marcará a fuego el rumbo de un partido que no tiene a ningún líder claro desde que se marchó Matteo Renzi. “De hecho, tienen algo en común. Los dos son algo outsiders [fuera del sistema] y con ideas nuevas. Están en las antípodas ideológicamente, pero pueden provocar un efecto de ilusión parecido”, señalan fuentes de la formación.
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